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Ahora a leer, disfrutar y comentar:
El precio de capricho 3º parte
Julia era un dulce niña de nueve años que lo que más deseaba en el mundo
era tener una hermana más pequeña con quien jugar. Pero las vueltas de la vida
hicieron que eso jamás se diera ya que su padre murió muy joven dejándola a
ella y a su madre solas.
Lo más cercano a un hermano era Luciano su fastidioso primo de doce años,
que lo único que hacía era molestarla todo el tiempo.
Por ello cuando Julia se enteró de que pasaría las vacaciones de invierno
con ella y su madre se preparó para lo peor, sabiendo que serían dos semanas
imposibles de soportar.
No estaba tan errada ya que a tan solo dos horas de llegar ya le había
alborotado toda su habitación, un día después de llegar todo lo que Julia amaba
se había vuelto un caos.
Julia habló con su madre Miriam y pese a que esta regañó al niño, nadie
parecía calmarlo.
Miriam pasó toda la noche pensando en cómo hacer para corregir la conducta
de su sobrino y al mismo tiempo darle a su hija la alegría de tener a alguien
con quien jugar. Cuando ya estaba a punto de dormirse una idea se le vino a la
mente, mil y más veces repensó el plan, aunque muchas veces también se preguntó
si no sería excesivo.
A la mañana siguiente llamó a su hermana, que estaba de viaje, y le
consultó para saber si estaba de acuerdo con el castigo que había pensado para
su hijo, la cual dio su aprobación y Miriam con una sonrisa puso en marcha su
plan.
Se levantó bien temprano en la mañana y fue a comprar todo lo que
necesitaba. Cuando regresó se encontró con el mismo panorama que el día
anterior: su hija llorando desconsolada y su sobrino haciendo maldades.
Miriam lo reprendió por última vez advirtiéndole que de no cambiar su
actitud lo daría un castigo ejemplar. Luciano no cambió su actitud pese a la
advertencia. Entonces empezó el castigo.
Luciano salió a hacer unas compras por pedido de Miriam y en ese momento,
ella aprovechó para contarle el plan a su hija la cual aceptó de inmediato.
Cuando el niño regresó y se dirigió a su cuarto, no encontró ninguna de sus
pertenencias, reviso los cajones y tampoco estaba su ropa. Empezó a gritar
lleno de furia. Miriam se hizo presente y cruzada de brazos y apoyada en el
marco de la puerta le exigió que se tranquilice.
-¿Dónde están mis cosas? –quiso saber de mal modo el niño.
-Te dije que te castigaría.
-Llamaré a mamá y le diré todo.
-Hazlo, ella está al tanto de todo y me apoya. Ahora empecemos con tu
castigo.
-¡¡¡¿QUÉ?!!! –grito el niño al ver que su tía sacaba de una bolsa un
vestido rosa exageradamente femenino.
Luciano intentó resistirse pero su tía fue más fuerte y logró sacarle la ropa
y ponerle el vestido, inmediatamente se alejó y le tomó una foto.
-Ahora –exclamó ella -más te vale que te comportes, o esta foto ira a parar
a tu Facebook para que la vean todos tus amigos.
Frente a tal amenaza el niño no pudo hacer más que entregarse
voluntariamente a su castigo. Miriam entre risas continuó adelante. Lo maquilló
terminó de vestirlo, y le colocó una peluca.
Finalmente lo tomó de la mano y lo llevó hasta el cuarto de su hija, que al
verlo no podía parar de reír.
-Por las próximas dos semanas, te comportaras como una buena niña y jugaras
con ella a lo que quiera y como si fueran hermanas.
El niño refunfuño pero no se negó.
-Pero mamá, no es lo que quiero, yo quiero una hermana menor y ellas es
mayor que yo –dijo Julia.
-Eso puede arreglarse fácilmente –respondió su madre y sacó un pañal rosa.
-¡No de ninguna manera! –gritó el niño, pero fue en vano, antes de terminar
su queja ya estaba tirado sobre la cama y mientras su tía lo sujetaba su prima
lo rociaba con talco y le colocaba el pañal y luego le pusieron un bombacha de
plástico cerrado con un candado para que no se lo quite.
-Ahora, se una buena bebita y juega con tu hermana.
-Vamos a jugar a la mamá y al bebé –exclamó Julia una vez solos -.Te
imaginaras quien es la mamá y quien el bebé.
-Ni loco –refunfuño Luciano de brazos cruzados.
-Si no lo haces esto ira directo a tus amigos –movió el celular de su madre
de un lado a otro en donde estaba la foto de él vestido de niña.
El niño se puso rojo de vergüenza y contra su voluntad debió acceder a los
caprichos de su prima.
Julia tomó a Luciano de la mano y lo recostó en una cuna, sacó una mamadera
llena de jugo de un bolso y se la dio de beber. Mientras le acariciaba la
cabeza y susurraba.
-Buena bebita, buena bebita.
Luciano bebía con gran entusiasmo ya que contenía el jugo que más le
gustaba, incluso por unos instantes olvido el vestido, el maquillaje o incluso
el pañal.
Bebió tanto que en pocos segundos su vejiga le reclamó liberar todo el
pipi. Poco a poco la presión comenzó a aumentar. Necesitaba llegar al baño pero
para eso debía librarse de su prima. Formuló un plan. y como si le hubiese
gustado el juego exclamó con la voz de un bebé.
-Más… más.
-¿Quieres más, bebita? Ok mami va a buscarte.
Julia salió de la pieza y el niño vio su oportunidad. En puntas de pie fue
acercándose hasta el baño, justo antes de alcanzar el picaporte escuchó un fuerte
grito a su espalda.
-¡¡¡BEBITA!!! –dijo con todas sus fuerzas su prima.
El susto fue tan grande que Luciano olvidó apretar su vejiga y soltó todo
el pipi que tenía acumulado. En segundos el pañal se volvió pesado y tomó un
color amarillento.
-Uh –exclamó Julia mirando el pañal y tocándolo un poco.
Luciano no pudo contener más el llanto frente a tanta humillación y comenzó
a llorar sin consuelo.
-Ya bebita, ya. –intentaba calmarlo su prima -¡Mamá, la nena ya se hizo
pis! –gritó.
La madre de la niña se hizo presente y entre ambas llevaron al niño de
regreso a la habitación y allí julia desplegó un nuevo pañal y se lo pasó a su
madre, ésta después de limpiar bien al niño con toallitas húmedas, le colocó un
nuevo pañal.
Luciano estaba entregado a todo lo que sus captoras querían. Intentó unas
cuantas veces por medio de suplicas que terminaran con su castigo pero las
mujeres lo ignoraron y siguieron adelante con su plan.
Cambiado el pañal lo trasladaron a la cocina, lo sentaron en una sillita
alta, le pusieron un babero y le dieron a comer un preparado para bebés.
-Acá viene el avioncito –Julia movía la cuchara con la comida –.Que la nena
abra la boca.
Bocado a bocado Luciano comió todo cuanto le habían preparado, le limpiaron
la boca con el babero. Luego su tía lo tomó en brazos y con golpecitos en la
espalda lo ayudó a eructar. Hecho esto, lo colocaron en un corralito con un
chupete.
-Ahora vamos a comer nosotras, pórtate bien, linda –Julia le acarició la
cabeza. Luciano miró a su alrededor abundaban muñecas y osos de peluches, todos
juguetes de niña. Molesto los arrojaba de un lado a otro, pero con el tiempo,
encontró entretenido jugar con dos muñecas y así estuvo un buen rato.
Julia y su madre lo observaban desde lejos con una sonrisa de satisfacción.
Cerca de una hora después Luciano sintió unos fuertes cólicos que le
indicaban que era hora de evacuar los intestinos. El chico no quería
interrumpir su diversión y por otro lado sabía que las mujeres no le
permitirían ir hasta al baño.
Se le vino a la mente una idea que en otro momento hubiera sido una locura,
pero dado las circunstancias no lo dudo. Se acomodó dentro del corralito
colocándose de rodillas y dejando su cola en el aire, con un poco de fuerza el
popo le salió, en segundos el pañal se manchó y se volvió pesado.
Luciano volvió a sentarse y sintió el popo desparramarse aún más pero no le
dio importancia y continuó con su diversión al tiempo que el mal olor se
esparcía por la habitación.
Las mujeres sintieron el mal olor y enseguida supieron que había pasado.
Julia tiró del pañal, miró por detrás y
confirmó sus sospechas, éste estaba muy embarrado. Asintió a su madre con un
leve movimiento de la cabeza. Miriam tomó a su sobrino en brazos y lo llevó
hasta la habitación. Allí le quitó el pañal sucio y lo limpió con toallitas
húmedas, mientras el niño avergonzado se chupaba el dedo gordo.
-¿Viste? Esta bebita es una cochina -dijo Miriam a su hija.
-Una nena sucia, una nena sucia –repetía cantando la niña para hacer más
grande la humillación de su primo.
-Ya está –exclamó cerrándole con fuerza un nuevo pañal -.Deberíamos
cambiarle la ropa para dar un paseo.
-¡¡¡¿QUÉ?!!! ¡No! –gritó Luciano, pero solo eso pudo ya que Julia le colocó
un chupete con correa en la boca que le impidió hablar.
Las dos mujeres le colocaron un nuevo vestido bien femenino, lo pusieron en
un cochecito y salieron a la calle. La gente lo miraba extrañada y Luciano
sentía que moriría de la vergüenza.
El paseo se extendió cerca de una hora, hasta que arribaron a una plaza,
Miriam tomó a su sobrino en brazos y lo puso a jugar en el arenero con otros
niños más pequeños, estos al verlo se rieron y se burlaron. La vergüenza de
Luciano fue tan grande que no pudo evitar que su vejiga se vaciara en su pañal.
Así estuvo hasta que Julia se le acercó
y se percató de lo sucedido.
-¡Mamá, la nena ya se hizo pis! -gritó.
Miriam corroboró lo dicho por su hija, y frente a todo el mundo le cambió
los pañales lo que provocó más risas y burlas. Terminado esto la mujer sacó una
mamadera con leche y se la dio de beber al niño. Cuando la terminó, le alzó en
brazos y con ligeros golpecitos lo ayudó a eructar.
Al regresar acostaron a Luciano en una cuna y le cantaron canciones, al
tiempo que alternaban con frases como: “que hermosa nenita” o “es una bebé
preciosa” Luciano no quería más humillaciones pero está muy cansado como para
responder y poco a poco se quedó dormido.
Ese fue el primer día del niño como bebé, lo que no sabía es que aún le
quedaban dos largas semanas como una niña, como una tierna bebé.
Hola
ResponderEliminarPueden escribirr una estoria para mi?
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