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viernes, 23 de septiembre de 2016




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Ahora a leer, disfrutar y comentar:

Capítulo 2



                                                    SERAS UN BEBÉ



El viaje fue largo, parecía que jamás iba a terminar. Por la ventana del auto vi que nos acercábamos a una zona rural con muy poca población. Cuando al fin arribamos, contemplé un edificio en medio del campo. Desde fuera no pude divisar ningún letrero o algo que explicara de qué lugar se trataba, aunque no tardaría mucho en descubrirlo.

Bajamos del auto e ingresamos. Por dentro el edificio tenía un aire infantil con una mezcla de laboratorio, incluso el aire olía a químicos.

Nos recibió una mujer de cabello rubio, entre unos treinta y treinta y cinco años, delgada, más alta de lo normal y con una complexión física bastante imponente. Su sonrisa transmitía un aire de dulzura, tranquilidad y bondad. Varios metros más atrás, sentada, había otra mujer con guardapolvo de médica que no se acercó. Pero algo en ella me ponía intranquila, sonreía pero de una forma distinta a la otra mujer, y en ningún momento quitó sus oscuros y penetrantes ojos de mí.

  -Bien, eso es todo –exclamó la primera mujer luego de que mis padres firmaran un papel -.Solo déjenla con nosotros.

Mi mamá y mi papá me abrazaron, besaron, agradecieron y por último me juraron que volverían por mí en unas semanas. Desde luego que yo seguía confundida, sin embargo mi mamá me aseguró de que aquí me explicarían todo, y darían lo que necesito para que ellos finalmente tuvieran al bebé que tanto deseaban. Hecho esto se marcharon.

-Buen día, hermosa. Mi nombre en Mónica. Voy a traerte algo de ropa para que te cambies –exclamó la primera mujer poniéndose de cuclillas para estar a mi altura.

-¿Cambiarme? Pero ¿qué… qué es este lugar?

-La doctora Morrigan te lo va a explicar –señaló a la mujer del fondo que al oír su nombre se puso de píe y se me acercó al tiempo que Mónica salía de la habitación.

Miré incrédula a la doctora que caminaba a mí alrededor observándome.

-Sí, será muy fácil –dijo al fin.

-¿Qué es lo que será fácil? –pregunté confundida.

-Reeducarte.

-¿Reeducarme?

-Esa es la razón por la cual estas aquí.

-No sé cuál es la razón.

-Te lo explicaré. Estas aquí porque tus padres quieren un bebé.

-Sí, eso lo sé.

-Pues bien, tú serás ese bebé

-¡¡¡¿Qué?!!!

-Aquí te reeducaremos, te convertiremos en un bebé, con todas las letras.

-¡Eso es imposible!

-Lo mismo dijeron muchos que vinieron antes que tú, y hoy en día son tiernos y hermosos bebitos.

-¿Cómo es posible?

-Ya te lo dije, te reeducaremos, mejor dicho reformatearemos tu cerebro, haremos que tengas una regresión, y a pesar de que tu cuerpo no cambie, tu cerebro será el de un bebé y te comportaras como tal.

-¡¡¡Eso no pasará!!! ¡¡¡Está loca!!! ¡¡¡No logrará nada conmigo!!!

-Puedas quejarte, puedes resistirte, puedes negarte. Pero yo te aseguro que te convertirás en un bebé. Saldrás de acá creyéndote uno.

Dicho esto giró sobre sus talones y salió de la habitación. Minutos más tarde Mónica regresó cargando consigo ropas y acompañada de dos hombres de una gran contextura física. La mujer me entregó lo que cargaba y me ordenó que me lo pusiera.

Al examinarlo me percaté de que se trataba de pañales y ropas de bebés de mi talle. Lancé todo ello al piso y me negué rotundamente. No podía creer que realmente intentaran convertirme en un bebé.

-Si te niegas será peor –exclamó Mónica sin perder la calma y levantando la ropa.

La única respuesta que recibió de mi fue insultos e injurias. En ese momento ella hizo una seña a los hombres, que sin dudarlo me despojaron de mis vestimentas, me levantaron por los aires sin problemas y me acostaron en una camilla. Sin que pudiera resistirme me colocaron un pañal de bebé con dibujos de “princesas”, un vestido rosa con voladitos de lo más infantil  (que no alcanzaba a cubrir todo el pañal), un chupete en la boca y por último me cepillaron el cabello y me ataron dos colitas.

Terminado esto me llevaron a otra habitación donde me quedé sola. Llena de ira tiré el chupete al piso, luego vi un espejo que allí había, me acerqué y vi mi reflejo, la imagen que me devolví era la de un verdadero bebé. Es decir aún era yo, delgada un poco baja de estatura, pelo castaño claro, pero todo eso en una forma más infantilizada.

Aunque me resistía, ellos ya habían ganado la primera batalla de esta guerra.



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