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viernes, 30 de septiembre de 2016


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El bebe del hospital



La experiencia que les voy a narrar es de las más extrañas que he tenido a lo largo de mi vida, incluso al día de hoy no estoy seguro de que fue real.

Debería comenzar el relato cuando llevé a mi esposa al hospital por que estaba a punto de dar a luz. Después de cuatro horas de trabajo de parto finalmente nació nuestro primer hijito, un niño hermoso y sano.

Pero la primera noche, aún en el hospital, el bebe no paraba de llorar y producto de nuestra inexperiencia nos llevó tiempo calmarlo.

Cuando finalmente lo logramos mi esposa volvió a acostarse y yo hice lo propio en el sillón de al lado. Miré por la ventana y vi los primeros rayos de luz asomarse en el este. Sabía que mi descanso no sería prolongado puesto que en breve comenzarían los movimientos típicos del hospital.

Me desperté sobresaltado por una entrada brusca en la habitación.

-¿Cómo durmió él bebe? –preguntó de forma tierna una enfermera.

-Terrible –respondí incorporándome.

-Creo que ya necesita un cambio de pañales.

-Ok –dije extrañado al ver que no dejaba de hablarme,

-Bien, yo lo haré.

Dicho esto procedió a desprenderme los pantalones.

-¡¿Pero qué hace?! –me sobresalté.

-Cambiarle los pañales. Ya se pasó.

-Pero el bebe es él –señalé donde debía estar mi hijo pero no había nadie más en la habitación.

-¿Dónde está el bebe y mi esposa?

-Acá hay un solo bebe, y voy a cambiarle los pañales antes de que se vuelva a hacer.

Me miré estaba todo mojado en las piernas.

-¿Pero qué es esto?

-No te preocupes es normal en los bebes.

-Pero yo no soy un bebe.

-Shhh –exclamó la enfermera y me recostó.

Me quitó toda la ropa y para mi sorpresa llevaba puesto un pañal, que estaba que explotaba. Me limpió con toallitas húmedas y luego acomodó un enorme pañal debajo de mi cola, lo pasó entre mis piernas y lo ajuste con fuerza por encima de mi ombligo. Me puso un bodi de bebe y cuando estuve a punto de quejarme me colocó un chupete en la boa. No sé porque pero el tenerlo me tranquilizó y hasta podría decir lo disfruté.

-Vamos, bebito –me dijo al tiempo que me ofrecía su mano.

Salimos de la habitación caminando, por mi lado con cierta dificultad debido al abultado pañal, la gente me miraba pero no  como algo extraño sino con la ternura que se mira a un bebe. Incluso cuando nos cruzamos con otra enfermera exclamó:

-¡Pero que bebe más hermoso! –y me pellizcó los cachetes.

Cuando pasamos por delante de un espejo aproveché para mírame, aún seguía siendo yo, en mi cuerpo normal pero vistiendo como un bebe y a todos mi apariencia le parecía lo más normal del mundo.

Ingresamos a una nueva habitación mucho más espaciosa y, por su decorado, se semejaba a la sala de una guardería, ya que estaba llena de cosas de bebes y juguetes.

-¿Qué es esto? –inquirí

-Tu habitación hasta que salgas del hospital, bebito.

-Pero, ¿qué es lo que está pasando? Yo no soy un bebe.

-Claro que sí, eres un bebe. El más hermoso bebe. Vamos.

Nuevamente me tomó de la mano y me llevó hasta un corralito donde me hizo jugar con los distintos juguetes, lo cual me pareció muy tonto pero después de un rato encontré muy divertido un sonajero.

Mientras hacía esto me tironeó del pañal por detrás y miró dentro.

-¿Qué pasa? -pregunté.

-Estoy preocupada, no haces caca.

-¡¡¡¿Qué? No voy a hacerlo!!! -respondí molesto.

-Ah te estas resistiendo. Ya veremos –exclamó de forma juguetona.

Se levantó y se marchó, no le di importancia y continué con el sonajero, A los pocos minutos regresó y sin que pueda defenderme, me tomó por la espalda me bajó el pañal y me colocó dentro de la colita una sonda que poco a poco empezó a introducirme un líquido.

-¡¿Qué está pasando?! –me alarmé.

-Como no querías hacer popo te estoy haciendo una enema, no te preocupes bebito pronto te vas a sentir aliviado.

El líquido aflojó mis intestinos pero por todos los medios me resistí, de ninguna manera me haría popo. Pero la enfermera volvió a sus andanzas, me hizo cosquillas y exploté en una  fuerte carcajada y eso me hizo perder fuerzas en mi esfínter y largué todo el popo. Sentí como el pañal se volvía súper pesado y como la caca se esparcía por todo el pañal.

La enfermera se percató de esto debido al olor que me rodeaba. Ella volvió a examinarme.

-Ves ya está, mi amorcito. Voy a buscar las cosas para limpiarte –salió.

No entendía que estaba pasando, creí que el mundo se había vuelto loco o quizás solo yo. Exhausto me desplomé en el suelo, el popo se desparramó y aplastó aún más. A pesar de toda aquella sensación fue gratificante.

La enfermera volvió a la habitación. Abrió sobre el suelo un gran cambiador plástico y me hizo recostarme. Allí me quitó el asqueroso pañal, y con el cuidado y el amor de una madre me limpió con toallitas húmedas, lo cual le tomó un buen rato ya que estaba muy sucio. Una vez limpió me dio besos en la panza y me jugó como a un bebe. Luego desplegó debajo de mi cola un gran pañal blanco, lo paso por entre mis piernas y lo cerró con fuerza sobre mi cintura.

Entonces volví a tener esa sensación de satisfacción y lo entendí, no sabía que había cambiado en mi vida pero ahora era tratado como un bebe y me gustaba me agradaba que así fuera y me dispuse a disfrutar sin culpas.

Cerca de las cinco de la tarde mi enfermera “mami” vino con una mamadera cargada de leche tibia, la cual tomé como todo un bebe. Antes de dormir, me bañó en una bañerita. Cuando estuve listo me llevó en brazos hasta una sillita alta, me colocó un babero y me dio de comer una papilla mientras decía jugando:

-Aquí viene el avioncito –y llevaba la cuchara a mi boca.

Estuvimos un rato juntos en el suelo, ella leía un cuento para mí, en ese momento una gran necesidad de hacer pipí se apoderó de mí, recordé al instante el pañal y sin meditarlo más dejé libre mi vejiga. El pañal se puso tibio y pesado.

La enfermera se dispuso a acostarme pero cuando examinó mi pañal se percató de que necesitaba un nuevo cambio.

-Mami te cambia, no te preocupes bebe.

El ritual volvió a repetirse, quitar pañal, toallitas húmedas nuevo pañal y ajuste bien fuerte.

Me tomó en brazos y me acostó en una cuna, puso un móvil en marcha y apagó la luz. Poco a poco me quedé dormido, sabiendo que al día siguiente tendría un nuevo día como bebe.

Pero no fue así cuando desperté seguía en el hospital, pero en la habitación que compartía con mi esposa e hijo recién nacido, ambos dormían.

-Fue un sueño –reconocí en  voz baja y tomándome la cabeza.

Me miré, vi mi pantalón mojado, me sonrojé y lentamente me puse de pie para limpiarme, pero en ese momento ingreso una enfermera, la misma que me había estado cuidando. Miró mi pantalón y exclamó con ternura:

-No se preocupe le pasa a muchos padres, es debido al cansancio. Cuando nadie lo vea póngase esto y estará mejor.

Me alcanzó un gran pañal blanco el cual tomé.

-De seguro se verá como un hermoso bebé –dijo en forma juguetona, examinó a mi hijo y salió.

Desde aquel día tuve la duda si fue un sueño mi vivencia o una hermosa realidad en la que por alguna razón me trataban como un hermoso bebé.


jueves, 29 de septiembre de 2016

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miércoles, 28 de septiembre de 2016

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lunes, 26 de septiembre de 2016



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La película AB



Desde que era un niño muy pequeño hasta ahora a mis veinte años fui AB. Al principio no entendía que me pasaba, luego con el tiempo y navegando por internet descubrí este maravilloso mundo. Pasaba horas leyendo historias en los foros y viendo imágenes y películas. Pero lo cierto es que aunque me reconozco como adult baby jamás tuve la valentía de usar pañales o cualquier otro instrumento de bebe.

Recuerdo pasar largos ratos parado frente a la góndola de pañales en los supermercados. Incluso de estar cerca de llevarme un paquete pero el miedo me ganaba siempre.

Lo único que me interesaba era lo AB, no estudiaba o trabajaba, solo navegaba por internet en busca de nuevas historias e imágenes. Claro que esta situación comenzaba a alarmar e impacientar a mis  padres.

Una de esas noches en que me quedaba hasta tarde colgado de la web, vi un anuncio donde se hacía un casting masculino para un portfolio de tipo AB. Por un momento lo dude, pero al fin me animé y llené el formulario con mis datos. Mis manos temblaban y sudaban por los nervios. Al final adjunté una foto como pedían y envié todo por correo electrónico.

Pasaron los días y las semanas sin respuesta por lo cual pensé que no había sido seleccionado, lo cual me apenó pero seguí con mi vida. Poco tiempo después recibí un mail con un remitente desconocido. Al leerlo descubrí que había sido seleccionado y me convocaban para hacer una prueba de cámara.

El día llegó y le dije a mis padres que iba a una entrevista de trabajo lo cual los alegró. Camino allí no podía creer lo que estaba por hacer, pero estaba invadido de una gran adrenalina.

Al arribar me encontré con una joven y apuesta fotógrafa que me recibió con una sonrisa y mucha amabilidad

-Soy Paula. Soy la encargada de hacer las fotografías.

-Ahh… -apenas atiné a balbucear con la cara roja de vergüenza.

-Me doy cuenta de que es tu primera vez en esto ¿no? –exclamó entre risas.

-La verdad que sí.

-No te preocupes haré todo lo posible para que te sientas cómodo, para que te sientas todo un bebe –me guiñó un ojo en forma picara.

Ingresamos a la habitación donde sería la sesión, era una habitación típica de bebe, había una cuna, un mueble cambiados en el cual había una pila de pañales y algo de talco, también había juguetes de todo tipo. Aquella simple imagen hizo que se me acelerara el corazón.

-Bien –dijo Paula después de unos segundos –empecemos. Ponte esto –me alcanzó un bolso y me señaló una habitación para cambiarme.

Entré al lugar indicado y revisé el bolso, había un enorme pañal blanco, un bodi de color azul, un chupete y un babero.

Con las manos temblorosas me puso toda la ropa, el simple hecho de estar en contacto con el pañal hizo que mis piernas se aflojaran, su textura era irresistible.

Salí con un poco de vergüenza, Paula aguardaba afuera, al verme soltó una risita cómplice.

-Vamos a arrancar, ponte allá –me miró –espera.

Se acercó y me examinó de cerca.

-El pañal está un poco flojo.

-Ah lo lamento.

-No sucede nada yo te ayudo.

-No es necesario –dije con la cara roja.

-No es nada –sonrió.

Me hizo recostar sobre un cambiador plástico, desabrochó el bodi y ajustó un poco más el pañal, luego volvió a abrochar el bodi, esas simples acciones me hizo sentir un verdadero bebe.

La sesión de fotos se inició después de aquello y consistió en ir poniéndome en distintos lugares y posiciones típicas de bebe.

Algunas imágenes fueron tomadas conmigo recostado sobre el suelo tomándome los pies. Otras subido a un caballito de madera de mi tamaño, algunas más recostado en la cuna y otras tomando la mamadera. Aunque al principio estaba muy nervioso, me fui soltando de a poco y al final reconozco que las fotos salieron de lo más natural y se obtuvo el resultado buscado, mi cara se veía poco por lo cual sabía que nadie me descubriría.

AL final Paula me reconoció que se sintió muy cómoda conmigo y para mí fue igual. Cobré lo acordado y me retiré.

Me sentía muy bien había hecho lo que soñaba y más e incluso había ganado dinero.

Tres días después recibí un llamado de Paula, me preguntaba si me interesaba un nuevo trabajo, el actor se les había caído y necesitaban desesperados un remplazo. Sin dudarlo respondí que sí y me dirigí al mismo lugar de la última vez.

Al arribar me encontré con Paula y otro hombre.

-Qué suerte que viniste –exclamó ella -.Él es Hernán el camarógrafo.

-¿Camarógrafo?

-Sí, perdón con el apuro no te expliqué. Esto no es una sesión de fotos es un corto.

-Ahh- me rasqué la cabeza nervioso –y de que trata.

-Es muy simple tu parte. Solo debes ir haciendo lo que te indiquemos. Es la historia de un adult baby y su mamá.

-¿Quien hace de mamá?

-Bueno eso también se complicó, así que Hernana va a filmar yo haré de mamá.

Cuando oí eso mi corazón se detuvo, aquella hermosa mujer iba a ser mi mami, no lo podía creer y por supuesto no dude en decir que sí.

Antes de empezar la filmación la consulté si debía cambiarme la ropa.

-No –me explicó con una sonrisa -.Todo se va a filmar debo ser yo quien te cambie. Mi corazón volvió a acelerarse, no sabía como pero de alguna manera todos mis sueños se estaban  cumpliendo.

Al fin empezó la película, la trama era que Paula y yo éramos hermanos pero mi papel era de una persona inmadura. Describiré la película tal cual fue:

Paula y yo ingresamos a la habitación, ella me llevaba de la mano, mientras mis pantalones iban mojados.

-¡Has sido un niño muy malo! –me retó, me mantuve cabizbajo -.Ven aquí.

Me colocó sobre su regazo me bajó los pantalones y me dio fuertes nalgueadas en la cola, yo actuaba que lloraba como si fuera un niño pequeño.

-¡Si quieres portarte como un bebe, así te trataré! -continuó con el reto.

En ese momento yo debí fingir que protestaba por el trato y cuando lo hice.

-No te quiero escuchar –exclamó ella y me colocó un chupete en la boca.

Me hizo recostarme sobre un cambiador plástico. Allí terminó de quitarme los pantalones y el resto de la ropa. No sé cómo estaba en ese momento pero sentía mi cara arder así que imaginé que estaba rojo de vergüenza, sin embargo Paula continuaba con la misma naturalidad de siempre.

Tomó un enorme pañal blanco, me levantó los pies y los desplegó debajo de mí, para luego abrocharlo a la altura de mi cintura.

-Listo quieres ser un bebe, usa pañales como bebe –seguía actuando que estaba enojada.

Me hizo incorporarme con una mano y mientras yo estaba sentado en el suelo, fue armando a mi lado un corralito. Una vez que estuvo listo colocó unos juguetes.

-Ahí tienes un montón de juguetes de bebe, así que juga bebito.

Tal cual estaba guionado tiré los juguetes contra la pared y me crucé de brazos.

-Ah veo que seguís siendo un bebe caprichoso.

Ingresó al corralito y otra vez me dio nalgueadas.

-¿Vas a ser un buen bebe, ahora? –siguió dándome golpes.

-¡Sí! ¡Sí! –grité.

-Bien.

Una vez más colocó los juguetes en el corralito y los tomé y luego actué que comenzaba a interesarme.

-Mami va a preparar la comida.

Paula salió de escena y allí hicimos un corte.

-Está saliendo todo muy bien –me felicitó la mujer.

-Si –respondí apenado ya que ella no paraba de ver mi pañal.

-Te ves muy tierno –reconoció al fin.

-No te burles –le pedí.

-No lo hago, lo digo en serio, me das mucha ternura, pareces todo un bebe.

Mis piernas temblaron al oír aquellas palabras. Luego de unos pocos minutos comenzamos con el rodaje nuevamente.

-Esta es la parte más importante, ¿crees que vas a poder hacer popo como dice el guión? –preguntó Paula.

-Yo creo que sí, el tema es que me da pena, que vos tengas que limpiarme.

-Jajajajaja, que no te de pena, a mí no me molesta, ya te dije para mi sos un tierno bebito.

Dicho esto siguió la película.

Mi mami me tomó de la mano y me hizo subir a una sillita alta. Puso el barral de protección, ató un babero en mi cuello y con una cuchara plástica me dio de comer una papilla y luego concluyó con una gran mamadera cargada de leche tibia.

Y al fin llegó el gran momento debía embarrar el pañal de verdad.

Aún en la silla empecé a hacer fuerza pero no lograba nada.

-Bebito ¿estás haciendo lo que creo? –dijo Paula con un gran tono maternal.

Esa simple frase hizo que mis intestinos se aflojaran y expulsé todo el popo que tenía que enseguida se desparramó en el pañal, como estaba pactado comencé a llorar.

-Oh ya bebito, mami esta acá –me calmó mi mami.

Me sacó de la silla y me recostó en el cambiador plástico y se predispuso a cambiarme los pañales. Me limpió toda la colita con toallitas húmedas, me roció de talco, me abrochó un nuevo pañal y por último me colocó un bodi.

-Ven, bebito.

Una vez más tomado de su mano, me recostó en la cuna puso un móvil en movimiento y me dio un beso de buenas noches.

-Sabes ya no me voy a enojar cuando actúes de forma infantil, porque en el fondo siempre vas a hacer un bebe y yo siempre voy a ser tu mami –exclamó y fingí dormirme.

La película finalizó allí, me felicitaron por mi trabajo y me despedí. A partir de aquel momento me transformé en modelo adult baby y de lo cual vivo en la actualidad. Cuando hay una película Paula siempre se transforma en mi mami y yo en su tierno bebé.


viernes, 23 de septiembre de 2016




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Capítulo 2



                                                    SERAS UN BEBÉ



El viaje fue largo, parecía que jamás iba a terminar. Por la ventana del auto vi que nos acercábamos a una zona rural con muy poca población. Cuando al fin arribamos, contemplé un edificio en medio del campo. Desde fuera no pude divisar ningún letrero o algo que explicara de qué lugar se trataba, aunque no tardaría mucho en descubrirlo.

Bajamos del auto e ingresamos. Por dentro el edificio tenía un aire infantil con una mezcla de laboratorio, incluso el aire olía a químicos.

Nos recibió una mujer de cabello rubio, entre unos treinta y treinta y cinco años, delgada, más alta de lo normal y con una complexión física bastante imponente. Su sonrisa transmitía un aire de dulzura, tranquilidad y bondad. Varios metros más atrás, sentada, había otra mujer con guardapolvo de médica que no se acercó. Pero algo en ella me ponía intranquila, sonreía pero de una forma distinta a la otra mujer, y en ningún momento quitó sus oscuros y penetrantes ojos de mí.

  -Bien, eso es todo –exclamó la primera mujer luego de que mis padres firmaran un papel -.Solo déjenla con nosotros.

Mi mamá y mi papá me abrazaron, besaron, agradecieron y por último me juraron que volverían por mí en unas semanas. Desde luego que yo seguía confundida, sin embargo mi mamá me aseguró de que aquí me explicarían todo, y darían lo que necesito para que ellos finalmente tuvieran al bebé que tanto deseaban. Hecho esto se marcharon.

-Buen día, hermosa. Mi nombre en Mónica. Voy a traerte algo de ropa para que te cambies –exclamó la primera mujer poniéndose de cuclillas para estar a mi altura.

-¿Cambiarme? Pero ¿qué… qué es este lugar?

-La doctora Morrigan te lo va a explicar –señaló a la mujer del fondo que al oír su nombre se puso de píe y se me acercó al tiempo que Mónica salía de la habitación.

Miré incrédula a la doctora que caminaba a mí alrededor observándome.

-Sí, será muy fácil –dijo al fin.

-¿Qué es lo que será fácil? –pregunté confundida.

-Reeducarte.

-¿Reeducarme?

-Esa es la razón por la cual estas aquí.

-No sé cuál es la razón.

-Te lo explicaré. Estas aquí porque tus padres quieren un bebé.

-Sí, eso lo sé.

-Pues bien, tú serás ese bebé

-¡¡¡¿Qué?!!!

-Aquí te reeducaremos, te convertiremos en un bebé, con todas las letras.

-¡Eso es imposible!

-Lo mismo dijeron muchos que vinieron antes que tú, y hoy en día son tiernos y hermosos bebitos.

-¿Cómo es posible?

-Ya te lo dije, te reeducaremos, mejor dicho reformatearemos tu cerebro, haremos que tengas una regresión, y a pesar de que tu cuerpo no cambie, tu cerebro será el de un bebé y te comportaras como tal.

-¡¡¡Eso no pasará!!! ¡¡¡Está loca!!! ¡¡¡No logrará nada conmigo!!!

-Puedas quejarte, puedes resistirte, puedes negarte. Pero yo te aseguro que te convertirás en un bebé. Saldrás de acá creyéndote uno.

Dicho esto giró sobre sus talones y salió de la habitación. Minutos más tarde Mónica regresó cargando consigo ropas y acompañada de dos hombres de una gran contextura física. La mujer me entregó lo que cargaba y me ordenó que me lo pusiera.

Al examinarlo me percaté de que se trataba de pañales y ropas de bebés de mi talle. Lancé todo ello al piso y me negué rotundamente. No podía creer que realmente intentaran convertirme en un bebé.

-Si te niegas será peor –exclamó Mónica sin perder la calma y levantando la ropa.

La única respuesta que recibió de mi fue insultos e injurias. En ese momento ella hizo una seña a los hombres, que sin dudarlo me despojaron de mis vestimentas, me levantaron por los aires sin problemas y me acostaron en una camilla. Sin que pudiera resistirme me colocaron un pañal de bebé con dibujos de “princesas”, un vestido rosa con voladitos de lo más infantil  (que no alcanzaba a cubrir todo el pañal), un chupete en la boca y por último me cepillaron el cabello y me ataron dos colitas.

Terminado esto me llevaron a otra habitación donde me quedé sola. Llena de ira tiré el chupete al piso, luego vi un espejo que allí había, me acerqué y vi mi reflejo, la imagen que me devolví era la de un verdadero bebé. Es decir aún era yo, delgada un poco baja de estatura, pelo castaño claro, pero todo eso en una forma más infantilizada.

Aunque me resistía, ellos ya habían ganado la primera batalla de esta guerra.



jueves, 22 de septiembre de 2016


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miércoles, 21 de septiembre de 2016

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martes, 20 de septiembre de 2016


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