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martes, 30 de agosto de 2016



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Ahora a leer, disfrutar y comentar:


La fuerza de la amistad (2ª parte)



Dana, Cintia, Devora y Gina son cuatro amigas que desde su más tierna infancia compartieron todo en el pueblo que se criaron. Cuando Dana y Cintia cumplieron dieciocho años, se trasladaron a una ciudad más grande para poder estudiar en la facultad. Devora y Gina las siguieron pero dos años más tarde y se asentaron en el mismo departamento que ellas y entre todas solventaban los gastos.

La relación era perfecta hasta que trascurridos seis meses de convivencia. Gina se peleó con su novio, mientras que a Devora no le iba tan bien en sus estudios como esperaba. Todo esto provocó que ambas cayeran en una fuerte depresión de la cual no podían salir, y no hacían otra cosa que pasársela llorando tiradas en la casa. Sus amigas, preocupadas, intentaron de todo para ayudarlas pero nada parecía funcionar.

Finalmente consultaron con una psicóloga y la cual le explicó que las dos jóvenes solo estaban atravesando una etapa de estrés debido a los fuertes cambios de los últimos tiempos. La solución era simple: por unos días alejarse de todo aquello que le causara estrés, básicamente despejarse de las obligaciones típicas de los adultos.

Dana y Cintia pusieron en práctica con sus amigas lo que la psicóloga les había aconsejado, pero la situación no mejoró. Estaban al borde de la desesperación cuando Dana tuvo una idea.

-Quizás podamos hacer algo más, se me está ocurriendo algo –comentó.

-¿Qué?

-¿Qué es lo opuesto a un adulto?

-Un bebé –respondió su amiga encogiéndose de hombre sin entender la pregunta.

-Exacto, vamos a hacer que Devora y Gina vuelvan sentirse bien, pero voy a necesitar tu ayuda ¿Estás conmigo?

-Seguro –concluyó aun confundida.

Las dos fueron a comprar las cosas que necesitaban para poner en marcha su plan, y una vez de vuelta buscaron a sus amigas. Las encontraron tiradas en la cama con su depresión a cuesta.

-Vengan con nosotras –pidió Dana.

-¿A dónde? –inquirió una.

-Las vamos a ayudar a estar mejor.

Con poca seguridad Devora y Gina las siguieron hasta el baño. Allí sus amigas les quitaron la ropa.

-¿Qu… qué están haciendo? –se resistieron ambas.

-¿Quieren estar mejor? –ambas asintieron con la cabeza -.Entonces confíen en nosotras, dicho esto le colocaron un chupete en la boca a cada uno.

Las dos jóvenes terminaron de quitarse la ropa aun con dudas y luego se metieron en la tina con agua como sus amigas les habían indicado. Una vez dentro fueron bañadas con mucho amor y ternura por Cintia y Dana. Una vez aseadas no volvieron a ser vestidas con sus ropas, sino que le colocaron un pañal a cada una y un babydoll del tamaño de ambas. Desde luego que estas se volvieron a resistir pero una vez más fueron convencidas de que lo hacían para ayudarlas.

Las nuevas bebés siguieron gateando a sus amigas. En el living de la casa fueron entretenidas con juguetes y artefactos para infantes: como sonajeros, osos de peluche y muñecas. Si bien al principio ambas se sentían incomodas, poco a poco se fueron soltando y disfrutando de la situación que les proponían.

-Tengo que hacer pipí –dijo luego de un buen rato una.

-Y yo popo –agregó la otra.

-Para eso tienen los pañales, bebitas –explicó Dana.

-Pe… pero… -comenzó por decir Devora pero fue interrumpida.

-No te preocupes –la abrazó Cintia -.Nosotras las cambiamos. Ustedes hagan lo que tengan que hacer.

Ambas se miraron entre sí, y si bien aún dudaban comenzaban a sentirse bien con lo que sucedía. Por eso mientras una empapó todo el pañal, la otra lo llenó de popo. Inmediatamente fueron recostadas por sus amigas en cambiadores y procedieron a sacarle y poner un nuevo pañal previamente las limpiaron con toallitas húmedas para bebés y las rociaron con talco.

Devora y Gina se miraron mientras le ajustaban un nuevo pañal, ambas sonrieron llenas de emoción y se pusieron a chupar el dedo gordo y con nuevas energías estaban listas para seguir adelante con todo lo que sus amigas propusieran.

Lo que continuó fue vestirlas apropiadamente para salir a dar un paseo en cochecito. Les colocaron unos bellos e infantiles vestidos, a Gina le ataron dos colitas en el cabello mientras que a Devora le ataron un enorme moño rosa, y salieron a la calle. Todos miraban como aquellas adolecentes paseaban en cochecitos como si fueran verdaderos bebés, pero a éstas no les importaba cada segundo que pasaban olvidaban más y más sus problemas.

Luego fueron a comer a una casa de comidas rápidas, allí solicitaron sillas altas paras las bebés. Los empleados, confundidos, trajeron las más grandes que hallaron y sorprendentemente ambas cabían. Le colocaron baberos y la gaseosa en mamaderas y para finalizar les dieron de comer en la boca. Devora y Gina se comportaban como si fueran verdaderos bebés: por momentos se hacían las caprichosas, por momentos jugaban con la comida, etc.

Después de un rato Dana sintió mal olor.

-¿Te hiciste popo? –le preguntó a Gina y dándole palmaditas en la cola por encima del pañal y sintiéndolo pesado, esta asintió con la cabeza.

-Vamos a cambiarte, amor –la tomó de la mano y se la llevó al baño mientras Devora reía a carcajadas.

De regreso en la casa los dos bebés estaban exhaustos, por eso hubo un último cambio de pañales, le pusieron camisones y se fueron a dormir a dos cunas que sus amigas habían conseguido.

Al día siguiente las situaciones se volvían a repetir, desayunos en mamaderas y con baberos, juegos infantiles, les contaron cuentos para dormir la siesta, e incluso se animaron a fingir beber leche de los pechos de sus amigas.

Si bien las bebés controlaban sus esfínter y vejiga, disfrutaban empapar y embarrar sus pañales y sus amigas parecían disfrutar de cambiarlas.

De hecho ambas disfrutaban hacer popo y continuar con sus juegos y que sus “mamis” tardaran un buen rato hasta limpiarlas, sentir como el popo se aplastaba entre la cola y el pañal.

Devora y Gina perdieron la noción del tiempo en que estuvieron convertidas en bebés, quizás fueron apenas unos pocos días, quizás fue más de una semana. No importaba ambas olvidaron sus problemas y estaban listas para enfrentar las situaciones complicadas con energías renovadas, todo gracias a que por un tiempo sus amigas las transformaron en tiernas bebitas.



3 comentarios:

  1. Si me encanto pero tengo una pregunta ¿es verdadera la historia?

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  2. No, amigo Todos son cuents, ficciones

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  3. Así que chiste cuenta una historia abdl de la vida real 😬😠.
    Porfa 😀

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