Vistas de página en total

viernes, 11 de agosto de 2017





Amigos un nuevo. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234 . Sin más, les dejo el nuevo cuento a leer, disfrutar y comentar.


Mi tía-mami

¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por tratar de ayudar a un ser querido? De seguro es una pregunta que muchos se hacen, pues yo sé la respuesta porque hice cosas impensables algo que jamás pensé que haría. Mi nombre es Diego y esta me sucedió cuando tenía nueve años.
Soy hijo único de una familia pequeña, a parte de mis padres solo tengo una tía, y sobre ella gira esta historia. La cosa es así mi tía Paula es muy amable y buena pero esas cualidades no la ayudaron a encontrar marido y poder formar su propia familia. Por ello en los últimos meses había estado un tanto depresiva y nada de lo que se intentaba para que mejorara funcionaba.
Como última opción mis padres me pidieron que pasara un fin de semana en su casa, pensando que mi presencia la ayudaría a mejorar.
Así fue cuando llegó el viernes a la tarde tenía mi mochila lista para quedarme con ella hasta el domingo a última hora.
Poco antes de que mi padre me dejara en lo de mi tía me pidió un último favor.
-Estoy muy preocupado por ella –comenzó a decir -.Por favor has lo que te pida sea lo sea para que mejore.
-Lo voy a hacer, pa –prometí sin saber en lo que me metía.
Al arribar me di cuenta de la gravedad del asunto, mi tía era una mujer joven pero su depresión la llevaron a estar muy descuidada en su imgen. Recordando el pedido de mi padre intenté todo para animarla, pero sin resultados comenzaba a desanimarme, hasta que decidí enfrentar el problema de frente.
-Tía –exclamé con seriedad -.Voy a ser lo que se necesario para que estés mejor. Sea lo que sea, solo decime que hacer.
-Nada mi vida –me acarició la cara con una sonrisa débil.
-No, me digas eso ¿Qué necesito hacer para que estés mejor?
-Hay algo –dijo luego de unos segundos en silencio -. Pero… no… olvídalo, es una locura.
-Lo voy a hacer sea lo que sea.
-¿Seguro?
Asentí con la cabeza.

*  *  *

Me miré al espejo y me sonrojé, no podía creer lo que estaba haciendo. Me miraba por todos lados y cada vez me daba más vergüenza ¿Por qué? Muy simple vestía un enorme bodi como los de bebés pero de mi medida, debajo de él tenía un enorme pañal y en la boca un chupete, y ¿Por qué estaba así? Simple mi tía me lo había pedido y tal como yo le había prometido a mi papá accedía. Así que acepté a ser una especie de bebé suyo durante un tiempo para que ella este mejor. Ella misma me desvistió y me colocó el pañal luego de rociarme con talco en mi colita y mis partecitas.
Pero esto no era más que el inicio. Después de  tomarme cierto tiempo para acomodarme a mi nueva vestimenta. Mi tía me llevó hasta la sala de estar y tomó asiento en un gran sofá.
-Veni, bebito –me invitó junto con un gesto de su mano.
Caminando mal debido al gran pañal me acerqué. Me tomó en sus brazos y me recostó en su regazo. Se levantó su remera y se desprendió los breteles del corpiño dejando al descubierto uno de sus pechos.
-Ahora, mi amor –me dijo.
Sabía lo que debía hacer, porque lo pactamos de antemano. No estaba muy seguro de cómo debía hacerlo así que me dejé guiar por el instinto, acerqué mi boca poco a poco y dejé entrar en ella todo el pezón y comencé a succionar. No demoré mucho n comenzar a sentir un gusto dulzón en mi boca. Al principio fue muy poca cantidad y luego fue mucha cantidad. Sé que lo que diré es raro pero el sabor me agradó mucho, es por ello que no dejaba de beber, incluso cuando parecía que ya no saldría más inconscientemente presionaba el seno en busca de más néctar.
-Tranquilo bebito, aún está el otro pecho, hay suficiente –me explicó mi tía masajeándose el pecho para que saliera más.
Desde luego no me privé de beber del otro pecho también.
En medio de tan bello manjar, sentí como mi vejiga me presionaba para soltar todo o acumulado. Como no quise interrumpir mi comida hice lo impensado. Dejé de lado de mi resistencia y liberé todo el pipi esperando que el pañal si hiciese cargo de todo. Pude sentir como este se entibiaba para después volverse abultado. Pero había resultado me sentía seco.
Pensé no decirle nada a mi tía puesto que me daba vergüenza, pero ella misma cedió cuenta ya que el pañal estaba abultado y amarillento.
-Creo que este bebito necesita un cambió –aseguró.
-Lo siento –me apené.
-No te disculpes, bebito –me tomó en sus brazos -.Para eso son los pañales.
Me llevó a su cuarto me quitó el pañal mojado, me volvió a rozar con talco y me colocó un nuevo pañal y por encima cerró el bodi.
-No estas enojada ¿entonces?
-Por supuesto que no. Y si te haces popo también sería muy lindo y tierno.
-¿Popo?
-Sí –asintió con la cabeza -. Inténtalo en algún momento.
-De acuerdo.
Luego de eso me dijo que era hora de una siesta. Debido a mi baja estatura y poco peso me levantó en brazos y me acunó y cantó como a un bebé. La situación era rara y un poco humillante para mí pero la dulce voz de mi tía me fue adormeciendo. Cuando estaba casi dormido me colocó un chupete en la boca y me recostó en una colcha con dibujos infantiles. Allí entré en un profundo sueño.
Desperté un rato después ya que sentí caricias en mi cabeza, vi a mi tía a mi lado sonriendo con ternura.
-¿Tienes hambre, bebé? –me preguntó señalándose los pechos.
Quería volver a sentir ese dulce néctar en mi boca, así que asentí con la cabeza puesto que aún llevaba el chupete
-Pero primero tienes que hacer algo por mí, ¿puede ser? –con un nuevo movimiento de mi cabeza dije que si -.Quiero que ese pañal huela a popo y este lleno de popo. Debo haberme puesto rojo como un tomate frente a tal pedido pero no quería perder volver a sentir ese gusto tan dulce en mi boca sumado a la promesa que le hiciera a mi papá. Por tercera vez asentí con la cabeza y me concentré en expulsar todo lo que tenía en mis intestinos.
Me llevó un tiempo pero a los minutos la habitación apestaba con olor a popo. Mi tía tiró de la parte de atrás de mi pañal y examinó la situación.
-Hum eso no es suficiente –exclamó desconforme -.Pero bue la leche materna es un laxante natural, quizás si tomas embarres más tu pañal.
Pensé que antes me cambiaría pero no fue así. Me tomó en brazos, dejó al descubierto uno de sus pechos. Deposité mi boca allí y tal como la primera vez succioné todo de él. Luego continúe con el pecho izquierdo. Durante todo esto el movimiento hacia que la caca se desparramara más y más. En el medio sentí como mis intestinos comenzaban a trabajar más aprisa. Casi sin la necesidad de hacer fuerza expulsé gran cantidad de popo. El olor de la habitación se hizo aún más fuerte.
Terminada la merienda mi tía volvió a examinar el pañal, en esta ocasión estaba a punto de explotar. Con una sonrisa de satisfacción me alzó en brazos y me depositó en un cambiador plástico. Allí me quitó el pañal sucio, me limpió con mucho amor con toallitas húmedas y me volvió a colocar un pañal. No pude disimular la satisfacción y la comodidad de volver a estar limpio.
Pasamos toda la tarde jugando con osos de peluche y auto de juguetes. A la noche, me colocó un babero y me dio de cena una papilla y para acompañarla se sacó leche de sus pechos y con ello llenó una mamadera la cual tomé gustoso.
Poco antes de dormir necesité un nuevo cambió de pañales ya que con tanto liquido había hecho mucho pipi.
La mañana siguiente empezó igual, mi tía me despertó con mimos y caricias, y a la hora de desayunar me ofreció sus pechos.
-Muy bien, así bebé, así bebito –me decía mientras yo no paraba de succionar.
Finalizado el fin de semana, mi tía era otra persona. Pasé muchos otros días allí con ella, con el tiempo llegó a comprar una cuna de mi talle más ropa, juguetes y montones de pañales, Sus pechos siguieron produciendo leche debido a mi estimulo. Así fue como se curó de su depresión, todo porque me convertí en su bebé.


3 comentarios: