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les dejo el nuevo cuento a leer, disfrutar y comentar.
Mi tía-mami
¿Hasta dónde
estarías dispuesto a llegar por tratar de ayudar a un ser querido? De seguro es
una pregunta que muchos se hacen, pues yo sé la respuesta porque hice cosas
impensables algo que jamás pensé que haría. Mi nombre es Diego y esta me
sucedió cuando tenía nueve años.
Soy hijo único
de una familia pequeña, a parte de mis padres solo tengo una tía, y sobre ella
gira esta historia. La cosa es así mi tía Paula es muy amable y buena pero esas
cualidades no la ayudaron a encontrar marido y poder formar su propia familia.
Por ello en los últimos meses había estado un tanto depresiva y nada de lo que
se intentaba para que mejorara funcionaba.
Como última
opción mis padres me pidieron que pasara un fin de semana en su casa, pensando
que mi presencia la ayudaría a mejorar.
Así fue cuando
llegó el viernes a la tarde tenía mi mochila lista para quedarme con ella hasta
el domingo a última hora.
Poco antes de
que mi padre me dejara en lo de mi tía me pidió un último favor.
-Estoy muy
preocupado por ella –comenzó a decir -.Por favor has lo que te pida sea lo sea
para que mejore.
-Lo voy a
hacer, pa –prometí sin saber en lo que me metía.
Al arribar me
di cuenta de la gravedad del asunto, mi tía era una mujer joven pero su
depresión la llevaron a estar muy descuidada en su imgen. Recordando el pedido
de mi padre intenté todo para animarla, pero sin resultados comenzaba a
desanimarme, hasta que decidí enfrentar el problema de frente.
-Tía –exclamé
con seriedad -.Voy a ser lo que se necesario para que estés mejor. Sea lo que
sea, solo decime que hacer.
-Nada mi vida
–me acarició la cara con una sonrisa débil.
-No, me digas
eso ¿Qué necesito hacer para que estés mejor?
-Hay algo –dijo
luego de unos segundos en silencio -. Pero… no… olvídalo, es una locura.
-Lo voy a hacer
sea lo que sea.
-¿Seguro?
Asentí con la
cabeza.
* *
*
Me miré al
espejo y me sonrojé, no podía creer lo que estaba haciendo. Me miraba por todos
lados y cada vez me daba más vergüenza ¿Por qué? Muy simple vestía un enorme
bodi como los de bebés pero de mi medida, debajo de él tenía un enorme pañal y
en la boca un chupete, y ¿Por qué estaba así? Simple mi tía me lo había pedido
y tal como yo le había prometido a mi papá accedía. Así que acepté a ser una
especie de bebé suyo durante un tiempo para que ella este mejor. Ella misma me
desvistió y me colocó el pañal luego de rociarme con talco en mi colita y mis
partecitas.
Pero esto no
era más que el inicio. Después de
tomarme cierto tiempo para acomodarme a mi nueva vestimenta. Mi tía me
llevó hasta la sala de estar y tomó asiento en un gran sofá.
-Veni, bebito
–me invitó junto con un gesto de su mano.
Caminando mal
debido al gran pañal me acerqué. Me tomó en sus brazos y me recostó en su
regazo. Se levantó su remera y se desprendió los breteles del corpiño dejando
al descubierto uno de sus pechos.
-Ahora, mi amor
–me dijo.
Sabía lo que
debía hacer, porque lo pactamos de antemano. No estaba muy seguro de cómo debía
hacerlo así que me dejé guiar por el instinto, acerqué mi boca poco a poco y
dejé entrar en ella todo el pezón y comencé a succionar. No demoré mucho n
comenzar a sentir un gusto dulzón en mi boca. Al principio fue muy poca cantidad
y luego fue mucha cantidad. Sé que lo que diré es raro pero el sabor me agradó
mucho, es por ello que no dejaba de beber, incluso cuando parecía que ya no
saldría más inconscientemente presionaba el seno en busca de más néctar.
-Tranquilo
bebito, aún está el otro pecho, hay suficiente –me explicó mi tía masajeándose
el pecho para que saliera más.
Desde luego no
me privé de beber del otro pecho también.
En medio de tan
bello manjar, sentí como mi vejiga me presionaba para soltar todo o acumulado.
Como no quise interrumpir mi comida hice lo impensado. Dejé de lado de mi
resistencia y liberé todo el pipi esperando que el pañal si hiciese cargo de
todo. Pude sentir como este se entibiaba para después volverse abultado. Pero
había resultado me sentía seco.
Pensé no
decirle nada a mi tía puesto que me daba vergüenza, pero ella misma cedió
cuenta ya que el pañal estaba abultado y amarillento.
-Creo que este
bebito necesita un cambió –aseguró.
-Lo siento –me
apené.
-No te
disculpes, bebito –me tomó en sus brazos -.Para eso son los pañales.
Me llevó a su
cuarto me quitó el pañal mojado, me volvió a rozar con talco y me colocó un
nuevo pañal y por encima cerró el bodi.
-No estas
enojada ¿entonces?
-Por supuesto
que no. Y si te haces popo también sería muy lindo y tierno.
-¿Popo?
-Sí –asintió
con la cabeza -. Inténtalo en algún momento.
-De acuerdo.
Luego de eso me
dijo que era hora de una siesta. Debido a mi baja estatura y poco peso me
levantó en brazos y me acunó y cantó como a un bebé. La situación era rara y un
poco humillante para mí pero la dulce voz de mi tía me fue adormeciendo. Cuando
estaba casi dormido me colocó un chupete en la boca y me recostó en una colcha
con dibujos infantiles. Allí entré en un profundo sueño.
Desperté un
rato después ya que sentí caricias en mi cabeza, vi a mi tía a mi lado
sonriendo con ternura.
-¿Tienes
hambre, bebé? –me preguntó señalándose los pechos.
Quería volver a
sentir ese dulce néctar en mi boca, así que asentí con la cabeza puesto que aún
llevaba el chupete
-Pero primero tienes
que hacer algo por mí, ¿puede ser? –con un nuevo movimiento de mi cabeza dije
que si -.Quiero que ese pañal huela a popo y este lleno de popo. Debo haberme
puesto rojo como un tomate frente a tal pedido pero no quería perder volver a
sentir ese gusto tan dulce en mi boca sumado a la promesa que le hiciera a mi
papá. Por tercera vez asentí con la cabeza y me concentré en expulsar todo lo
que tenía en mis intestinos.
Me llevó un
tiempo pero a los minutos la habitación apestaba con olor a popo. Mi tía tiró
de la parte de atrás de mi pañal y examinó la situación.
-Hum eso no es
suficiente –exclamó desconforme -.Pero bue la leche materna es un laxante natural,
quizás si tomas embarres más tu pañal.
Pensé que antes
me cambiaría pero no fue así. Me tomó en brazos, dejó al descubierto uno de sus
pechos. Deposité mi boca allí y tal como la primera vez succioné todo de él.
Luego continúe con el pecho izquierdo. Durante todo esto el movimiento hacia
que la caca se desparramara más y más. En el medio sentí como mis intestinos
comenzaban a trabajar más aprisa. Casi sin la necesidad de hacer fuerza expulsé
gran cantidad de popo. El olor de la habitación se hizo aún más fuerte.
Terminada la
merienda mi tía volvió a examinar el pañal, en esta ocasión estaba a punto de
explotar. Con una sonrisa de satisfacción me alzó en brazos y me depositó en un
cambiador plástico. Allí me quitó el pañal sucio, me limpió con mucho amor con
toallitas húmedas y me volvió a colocar un pañal. No pude disimular la
satisfacción y la comodidad de volver a estar limpio.
Pasamos toda la
tarde jugando con osos de peluche y auto de juguetes. A la noche, me colocó un
babero y me dio de cena una papilla y para acompañarla se sacó leche de sus
pechos y con ello llenó una mamadera la cual tomé gustoso.
Poco antes de
dormir necesité un nuevo cambió de pañales ya que con tanto liquido había hecho
mucho pipi.
La mañana siguiente
empezó igual, mi tía me despertó con mimos y caricias, y a la hora de desayunar
me ofreció sus pechos.
-Muy bien, así
bebé, así bebito –me decía mientras yo no paraba de succionar.
Finalizado el
fin de semana, mi tía era otra persona. Pasé muchos otros días allí con ella,
con el tiempo llegó a comprar una cuna de mi talle más ropa, juguetes y
montones de pañales, Sus pechos siguieron produciendo leche debido a mi
estimulo. Así fue como se curó de su depresión, todo porque me convertí en su
bebé.
No van a seguir publicando?
ResponderEliminarPerdón por la demora, en estos días se seguiran subiendo cuentos
EliminarAdoro los cuentitos 😸
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