Amigos un nuevo
cuento. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato
físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Sin más, les dejo el nuevo cuento a leer, disfrutar y comentar.
Una pijamada
muy mojada
Tener una
pijamada con mis dos pequeñas primas no era precisamente de mi idea de un gran
sábado por la noche. Verán yo ya tengo 18 años y ellas apenas 13. Eran hermanas
gemelas y frecuentemente me invitaban a su casa a jugar y a dormir, siempre lo rechazaba
desde luego pero fue tal su insistencia que mi mamá me obligó a ir.
Resignada a
perder mi sábado asistí a la cita obligada La noche transcurrió como era de
esperarse aburrida, aburrida, aburrida. Pero para no herir los sentimientos de
Melany y Verónica, mis primas, fingí que cuanta actividad me proponían me
divertía: leímos revista teen, nos maquillamos, hablaron sobre la escuela, y de
chicos. Con una sonrisa fingida participaba lo indispensable.
Cerca de la una
de la mañana nos entró el sueño a las tres y decidimos dar por finalizada la
charla y nos fuimos a dormir cada una en su bolsa de dormir.
No sé cuánto
tiempo había transcurrido cuando me desperté, mis primas estaban cuchicheando
entre ellas, fingí no oírlas pero la conversación continuó y terminó por
desvelarme. Me levanté y me dirigí al interruptor de la luz para ver que
sucedía.
-¡¡¡No prendas
la luz!!! –gritaron al unísono.
Al hacerlo
quedé paralizada. Ambas estaban en cuclillas sobre sus bolsas las cuales
estaban empapadas, y el pantalón pijamas de ambas también lo estaba desde la
entrepierna hasta la cola. Tan mojadas que se les dejaba ver la ropa interior,
la cual desde luego también estaba empapada.
-¡¿Qué es todo
esto?! –pregunté sorprendida.
En breves
palabras me explicaron que desde hace un tiempo sufren de incontinencia, y que
en ocasiones mojaban la cama durante las noches. Me enterneció la forma en que
ambas se habían puesto y sentí lastima, después de todo eran mis primas y las
amaba. Abracé a ambas y le expliqué que no importaba que guardaría su secreto.
-¿Ahora qué
haremos con esto? –pregunté viendo su ropa.
-Mamá nos
coloca unos pañales especiales. Pero hoy no quisimos usar porque venias vos. Están
en nuestra habitación .me explicaron.
Me dirigí allí
y en un rincón hallé lo que buscaba un gran paquete de pañales y algunas otras
cosas. Volví a la sala.
-Bien, vamos a
cambiar esa ropa toda mojada.
Primero fue el
turno de Melany, le saqué los pantalones y luego ropa interior que estaba
empapada. La limpié con mucho cuidado en la colita y sus partecitas con
toallitas húmedas y luego le coloqué el pañal. Después fue el turno de Verónica
con la cual repetí el proceso. Cuando terminé las miré a ambas, ninguna llevaba
pantalón debido a que estaba mojada así que solo vestían la remera de su pijama
y un gran pañal blanco, me llenó de ternura la imagen.
Volvimos a
acostarnos cada vez que una se movía se oía un ruido similar al de una bolsa de
plástico.
Después de unos
minutos en silencio oí lo que parecía ser un sollozo. Prendí la luz y descubrí
que Melany intentaba contener su llanto.
-¿Qué sucede?
–pregunté.
-Estoy muy
avergonzada por lo que pasó.
-Bebé –la
abracé –no te preocupes. Todos tienen accidentes.
-Vos no.
-Yo… bueno.
Vi ambas tan
angustiadas que decidí decirles una gran mentira.
-Yo tengo el
mismo problema que ustedes.
-Pero vos estas
seca.
-Sí, tuve
suerte. Pero me pasa muy seguido.
Volvimos a
acostarnos pero ninguna se convenció de mi mentira. Solo me quedaba una
alternativa. Cerca de media hora después fingí estar dormida, e intenté hacerme
pipí encima, lo cual me fue difícil. Traté de concentrarme, me relajé y, lo
mismo hicieron mis músculos, y poco a poco el pipí fue liberado. Tal fue la
cantidad que tenía acumulada que quedé toda empapada. Pese a lo que imaginaba
la sensación no me desagradó tanto. Por ello decidí permanecer así hasta que
primas lo advirtieran, lo cual no demoró mucho.
Una de ellas
prendió la luz y dijo:
-Prima, ¡te
hiciste pis!
-¡Ups! –exclamé
-¿Ven? A mí también me pasa.
Como aún me
quedaba un poco de pipí lo liberé, mis primas observaron estupefactas como un
chorrito amarillento se escurrió de entre mis piernas.
-¿También te
haces pipí estando despierta? –preguntó Verónica sorprendida.
-Bueno es que
estoy media dormida –mentí al darme cuenta de que había exagerado.
-No te
preocupes, bebita –exclamó Melany, tomó la bolsa de pañales.
Entendí que
querían a hacer conmigo lo mismo que yo hiciera, así que no me resistí. Me
recosté y antes de que me quitaran la ropa me moví un poco para sentir la ropa
interior húmeda y aún algo tibia, no sé por qué pero esa sensación empezaba a
agradarme. Entre las hermanas se ayudaron para cambiarme, mientras una le
alcanzaba las toallitas húmedas la otra me sacaba la ropa y me limpiaba con
cuidado. Posterior a eso, Verónica me sostuvo las piernas bien en alto y Melany
me acomodó un pañal debajo de la cola para después cerrarlo con fuerza por
encima del ombligo.
Hecho esto me
levanté y me moví un poco, el pañal se sentía cómodo. Como mujer había tenido
que usar muchas veces toallas higiénicas las cuales eran incomodas, sin embargo
el pañal no era así. Su textura rozando la piel daba una sensación agradable, y
el ruido a bolsa de plástico que hacía cada vez que me movía comenzaba a ser
divertido. Al igual que les sucedió a mis primas mi pantalón estaba empapado
por ello quedé con la camisa de pijama y debajo solo el pañal.
Los que siguió
fue continuar la pijamada en pañales, las tres disfrutábamos por igual el uso
de los pañales y por supuesto no faltó oportunidad para probar su absorción. Varias
veces orinamos en ellos, se inflaban como globos, pero esta nueva sensación
también me agradó. Al principio me costó hacer pipí en ellos, pero relajando
mis músculos y poniéndome de cuclillas me fue más fácil.
Cerca de la
madrugada, Verónica hizo un comentario que despertó la curiosidad de todas.
-Sé que lo que
voy a decir puede sonar feo pero siempre… siempre me pregunté que se sentiría
hacer popo en los pañales.
Nadie más habló
por unos segundos.
-Podríamos
probar –dije al fin.
-Pero sería
algo medio sucio ¿no?
-Si ustedes me
limpian a mi yo se lo haré a ustedes.
La idea pareció
agradar a mis primas, así que sin dudarlo las tres nos pusimos en cuclillas y
empezamos a hacer fuerza, solo quería probar con un poco pero debo admitir que
hice bastante popo.
El olor delató
que las tres ya habíamos evacuado nuestros intestinos. Pero decidimos no
cambiarnos de inmediato sino disfrutar un poco más de este nueva prueba. Con
cada movimiento que dábamos sentíamos el popo esparcirse más y más a lo largo
del pañal, o como se aplastaba si nos sentábamos.
Pasado un buen
rato, decidimos cambiarnos. Las limpié con cuidado con toallitas húmedas y
coloqué un pañal limpio a cada una. Después fue mi turno, una vez más las hermanas
se ayudaron para limpiarme y cambiarme.
Luego de eso
nos fuimos a dormir ya que era muy tarde. A la mañana siguiente me desperté y
observé a las niñas, sus pañales estaban inflados y se habían tornado
amarillentos, era obvio que dormidas hicieron más pipi. La imagen me llenó de
ternura.
Después de
aquel día son frecuentes las pijamdas con mis primas, a mí me quedó cierto
gusto por mojar la cama y mis ropas durante la noche, pero cuando me junto con
ellas nos ponemos los pañales y parecemos tres hermosas bebés.
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