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martes, 8 de agosto de 2017



Amigos un nuevo cuento. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Sin más, les dejo el nuevo cuento a leer, disfrutar y comentar.


Una pijamada muy mojada

Tener una pijamada con mis dos pequeñas primas no era precisamente de mi idea de un gran sábado por la noche. Verán yo ya tengo 18 años y ellas apenas 13. Eran hermanas gemelas y frecuentemente me invitaban a su casa a jugar y a dormir, siempre lo rechazaba desde luego pero fue tal su insistencia que mi mamá me obligó a ir.
Resignada a perder mi sábado asistí a la cita obligada La noche transcurrió como era de esperarse aburrida, aburrida, aburrida. Pero para no herir los sentimientos de Melany y Verónica, mis primas, fingí que cuanta actividad me proponían me divertía: leímos revista teen, nos maquillamos, hablaron sobre la escuela, y de chicos. Con una sonrisa fingida participaba lo indispensable.
Cerca de la una de la mañana nos entró el sueño a las tres y decidimos dar por finalizada la charla y nos fuimos a dormir cada una en su bolsa de dormir.
No sé cuánto tiempo había transcurrido cuando me desperté, mis primas estaban cuchicheando entre ellas, fingí no oírlas pero la conversación continuó y terminó por desvelarme. Me levanté y me dirigí al interruptor de la luz para ver que sucedía.
-¡¡¡No prendas la luz!!! –gritaron al unísono.
Al hacerlo quedé paralizada. Ambas estaban en cuclillas sobre sus bolsas las cuales estaban empapadas, y el pantalón pijamas de ambas también lo estaba desde la entrepierna hasta la cola. Tan mojadas que se les dejaba ver la ropa interior, la cual desde luego también estaba empapada.
-¡¿Qué es todo esto?! –pregunté sorprendida.
En breves palabras me explicaron que desde hace un tiempo sufren de incontinencia, y que en ocasiones mojaban la cama durante las noches. Me enterneció la forma en que ambas se habían puesto y sentí lastima, después de todo eran mis primas y las amaba. Abracé a ambas y le expliqué que no importaba que guardaría su secreto.
-¿Ahora qué haremos con esto? –pregunté viendo su ropa.
-Mamá nos coloca unos pañales especiales. Pero hoy no quisimos usar porque venias vos. Están en nuestra habitación .me explicaron.
Me dirigí allí y en un rincón hallé lo que buscaba un gran paquete de pañales y algunas otras cosas. Volví a la sala.
-Bien, vamos a cambiar esa ropa toda mojada.
Primero fue el turno de Melany, le saqué los pantalones y luego ropa interior que estaba empapada. La limpié con mucho cuidado en la colita y sus partecitas con toallitas húmedas y luego le coloqué el pañal. Después fue el turno de Verónica con la cual repetí el proceso. Cuando terminé las miré a ambas, ninguna llevaba pantalón debido a que estaba mojada así que solo vestían la remera de su pijama y un gran pañal blanco, me llenó de ternura la imagen.
Volvimos a acostarnos cada vez que una se movía se oía un ruido similar al de una bolsa de plástico.
Después de unos minutos en silencio oí lo que parecía ser un sollozo. Prendí la luz y descubrí que Melany intentaba contener su llanto.
-¿Qué sucede? –pregunté.
-Estoy muy avergonzada por lo que pasó.
-Bebé –la abracé –no te preocupes. Todos tienen accidentes.
-Vos no.
-Yo… bueno.
Vi ambas tan angustiadas que decidí decirles una gran mentira.
-Yo tengo el mismo problema que ustedes.
-Pero vos estas seca.
-Sí, tuve suerte. Pero me pasa muy seguido.
Volvimos a acostarnos pero ninguna se convenció de mi mentira. Solo me quedaba una alternativa. Cerca de media hora después fingí estar dormida, e intenté hacerme pipí encima, lo cual me fue difícil. Traté de concentrarme, me relajé y, lo mismo hicieron mis músculos, y poco a poco el pipí fue liberado. Tal fue la cantidad que tenía acumulada que quedé toda empapada. Pese a lo que imaginaba la sensación no me desagradó tanto. Por ello decidí permanecer así hasta que primas lo advirtieran, lo cual no demoró mucho.
Una de ellas prendió la luz y dijo:
-Prima, ¡te hiciste pis!
-¡Ups! –exclamé -¿Ven? A mí también me pasa.
Como aún me quedaba un poco de pipí lo liberé, mis primas observaron estupefactas como un chorrito amarillento se escurrió de entre mis piernas.
-¿También te haces pipí estando despierta? –preguntó Verónica sorprendida.
-Bueno es que estoy media dormida –mentí al darme cuenta de que había exagerado.
-No te preocupes, bebita –exclamó Melany, tomó la bolsa de pañales.
Entendí que querían a hacer conmigo lo mismo que yo hiciera, así que no me resistí. Me recosté y antes de que me quitaran la ropa me moví un poco para sentir la ropa interior húmeda y aún algo tibia, no sé por qué pero esa sensación empezaba a agradarme. Entre las hermanas se ayudaron para cambiarme, mientras una le alcanzaba las toallitas húmedas la otra me sacaba la ropa y me limpiaba con cuidado. Posterior a eso, Verónica me sostuvo las piernas bien en alto y Melany me acomodó un pañal debajo de la cola para después cerrarlo con fuerza por encima del ombligo.
Hecho esto me levanté y me moví un poco, el pañal se sentía cómodo. Como mujer había tenido que usar muchas veces toallas higiénicas las cuales eran incomodas, sin embargo el pañal no era así. Su textura rozando la piel daba una sensación agradable, y el ruido a bolsa de plástico que hacía cada vez que me movía comenzaba a ser divertido. Al igual que les sucedió a mis primas mi pantalón estaba empapado por ello quedé con la camisa de pijama y debajo solo el pañal.
Los que siguió fue continuar la pijamada en pañales, las tres disfrutábamos por igual el uso de los pañales y por supuesto no faltó oportunidad para probar su absorción. Varias veces orinamos en ellos, se inflaban como globos, pero esta nueva sensación también me agradó. Al principio me costó hacer pipí en ellos, pero relajando mis músculos y poniéndome de cuclillas me fue más fácil.
Cerca de la madrugada, Verónica hizo un comentario que despertó la curiosidad de todas.
-Sé que lo que voy a decir puede sonar feo pero siempre… siempre me pregunté que se sentiría hacer popo en los pañales.
Nadie más habló por unos segundos.
-Podríamos probar –dije al fin.
-Pero sería algo medio sucio ¿no?
-Si ustedes me limpian a mi yo se lo haré a ustedes.
La idea pareció agradar a mis primas, así que sin dudarlo las tres nos pusimos en cuclillas y empezamos a hacer fuerza, solo quería probar con un poco pero debo admitir que hice bastante popo.
El olor delató que las tres ya habíamos evacuado nuestros intestinos. Pero decidimos no cambiarnos de inmediato sino disfrutar un poco más de este nueva prueba. Con cada movimiento que dábamos sentíamos el popo esparcirse más y más a lo largo del pañal, o como se aplastaba si nos sentábamos.
Pasado un buen rato, decidimos cambiarnos. Las limpié con cuidado con toallitas húmedas y coloqué un pañal limpio a cada una. Después fue mi turno, una vez más las hermanas se ayudaron para limpiarme y cambiarme.
Luego de eso nos fuimos a dormir ya que era muy tarde. A la mañana siguiente me desperté y observé a las niñas, sus pañales estaban inflados y se habían tornado amarillentos, era obvio que dormidas hicieron más pipi. La imagen me llenó de ternura.
Después de aquel día son frecuentes las pijamdas con mis primas, a mí me quedó cierto gusto por mojar la cama y mis ropas durante la noche, pero cuando me junto con ellas nos ponemos los pañales y parecemos tres hermosas bebés.


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