Amigos un nuevo
cuento. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato
físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Sin más, les dejo el nuevo cuento a
leer, disfrutar y comentar.
El secreto de
la felicidad
Creo que la
mejor forma de empezar es preguntándose ¿cuánto uno está dispuesto a hacer por
amor? Pues yo llegué a niveles insospechados. Me presento me llamo Álvaro y
desde hace tiempo estoy perdidamente de una chica de mi curso llamada Mia. Ella
es realmente hermosa, tiene el cabello sedoso y rubio, delgada y de una bella
anatomía.
Desde lejos siempre
la miraba y me preguntaba que se sentía estar con ella. Un día me di cuenta que
si no daba el primer paso jamás lograría nada. Tomé el valor que necesitaba y
la invité a salir. Ella me miró con su bella cara y una mirada compasiva y
exclamó:
-Lo siento pero
no me harías feliz.
La respuesta me
dejó helado, estaba preparado para cualquier tipo de contestación menos esa, ¿por
qué yo no la haría feliz?
-Pero yo…
-intenté insistir.
-Lo siento pero
no –me interrumpió –no sería feliz contigo.
Giró sobre sus
talones y se alejó.
Ya estaba
decidido a no perder, es por ello que insistí al día siguiente y al otro, y al
otro. Pero siempre recibía la misma respuesta: “no me harías feliz”.
-Deja que te
demuestre que estas equivocada. Además si no probamos jamás lo sabrás.
Ella bajó la
mirada como apenada, y sus mejillas se tornaron tiernamente rosadas.
-¿M… me harías
feliz? –preguntó.
-Completamente.
-De acuerdo.
Sacó de su
mochila una carpeta a la cual le arrancó una hoja y escribió en ella, para
después dármela.
-Esta es mi
dirección, ven el sábado solo si estás dispuesto a hacerme feliz.
Estaba
confundido pero de ninguna manera faltaría a la cita, claro que no sabía lo que
esperaba.
Entre emoción y
ansiedad el gran día llegó, me presenté en el lugar indicado, toqué el timbre y
aguardé a ser atendido. Mia me recibió estaba verdaderamente hermosa. Con un
gesto de su mano y una gran sonrisa me invitó a pasar.
-Me alegro de
que hayas venido –me confesó.
-Gracias aunque
todo esto es un poco confuso.
-Lo sé, pero no
te preocupes ya vas a entender todo. Espérame un minuto.
Giró sobre sus
talones y al cabo de unos minutos regresó con una gran bolsa. Se paró frente e
a mí y comenzó a sacar de allí distintas cosas, todos artículos de bebé.
-¿Q… qué es
todo esto? -pregunté con una sonrisa nerviosa.
-Esto es mi
felicidad. Lo que quiero… es que seas mi bebé.
-¡¿Qué?! –grité
con la cara roja de la vergüenza.
-Yo quiero
bebés, no novios.
-¡Esto es una
locura! ¡Una estupidez!
Tomé mis cosas
y me marché del lugar. Estaba realmente furioso y avergonzado, Mia estaba loca.
Los días
pasaron y no me podía sacar de la cabeza a Mia realmente estaba enamorado de
ella, pero lo que me pedía era descabellado.
Aun así mi
tentación por estar con Mía me llevó a visitarla de nuevo unos días después. Se
sorprendió al verme de y más cuando le expliqué que no podía dejar de pensar en
ella y estaba dispuesto a hacer lo que sea con tal de estar a su lado.
Me invitó a
pasar y al igual que la última vez me pidió que aguardara, mientras buscaba las
cosas. Trajo la bolsa que contenía todas las cosas.
-¿Listo? –me
preguntó algo tímida y con la cara enrojecida lo que me evidenció que también
le causaba cierta vergüenza la situación. Asentí con la cabeza.
Con lentitud me
colocó un chupete en la boca y me indicó que no hable. Estaba sentado en un
sillón con delicadeza me recostó, allí me quitó el pantalón y el bóxer. Por la
vergüenza me tapé con las manos pero ella las quitó y me contempló unos
segundos, para después acomodar debajo de mí un gran pañal blanco. Me roció mis
partes y mi cola con talco y después cerró el pañal a la altura del abdomen. Me
sacó la remera y me puso una con dibujos infantiles, por ultimó ató a mi cuello
un babero.
Me acercó a un
espejo para que me vea, estaba ridículo pero debo admitir que en cierto punto
me veía tierno.
-¿Sos feliz?
–le pregunté.
-Mucho. Pero
puedo serlo aún más si seguimos adelante.
No estaba muy
seguro a que se refería pero asentí con la cabeza.
Me tomó de la
mano y me guio a otro sector de la casa. Me di cuenta que caminar con un pañal
era muy difícil, debía hacerlo con las
piernas abiertas y de forma torpe.
-Me agradaría
que seas un bebé con toda las letras –me explicó en el camino -.Eso quiere
decir que si en algún momento necesitas ir del baño no dudes en hacerlo para
eso te coloqué el pañal.
Me costaba
hacer tal cosa pero ya había llegado a un punto sin retorno.
En lo que sería
su cuarto, se recostó sobre la cama y me invitó a que haga lo mismo en su
regazo. Cuando lo hice, se desprendió los breteles de su corpiño dejando al
descubierto uno de sus pechos, era blanco, hermoso y con un pezón rosado.
-Toma bebito
–me lo ofreció tomándolo de abajo y acercándolo.
La situación
empezaba agradarme, abrí la boca y dejé entrar en ella toda la tetilla, y como
un bebé comencé a succionar. Desde luego nada salía, pero el succionar me daba
una sensación de placer difícil de explicar.
Mía por su
parte me acariciaba la cabeza y daba ligeras palmaditas en mi cola por encima del
pañal, acompañando siempre con la misma frase.
-Buen bebito,
buen bebé.
Así estuvimos
un buen rato, luego me ofreció el otro pecho y repetimos la acción. Lo que
siguió fue una mamadera llena de jugo de manzana, mi preferido. Bebí el
delicioso líquido mientras ella sostenía la mamila. Al igual que con los pechos
de ella, descubrí que succionar la tetina me daba cierto placer. Perdido en
todos esos sentimientos me tomé todo el jugo.
Pasamos la
siguiente hora con juegos para bebés, ella jugueteaba en el suelo conmigo con
algunos osos de peluche o me levantaba la remera y llenaba de besos mi barriga.
Yo intentaba actuar lo más cercano a un bebé y a Mia le agradaba eso.
Cuando el jugo
bebido se procesó, sentí como me vejiga me presionaba para soltar todo el pipi.
Recodé lo que mi “mami” me dijera pero no estaba seguro de poder hacerlo. Intenté
calmarlo distrayendo mi mente pero no fue suficiente después de un rato las
ganas eran muchísimas. Pensé que si soltaba un poquito quizás aguantaría más,
pero no fue así. Al aflojar mi vejiga un corto chorrito de pipi salió, pero de
repente me vino todo el líquido acumulado. No podía dejar de hacer pipí, en segundos
mi pañal estaba amarillento, húmedo y pesado.
Mia se percató.
-Creo que este
bebito ya necesita un cambio –exclamó.
De la mano me
llevó a la habitación, con el pañal en esas condiciones era todavía más difícil
caminar. En el cuarto me despojó del pesado pañal, me roció con talco de nuevo,
y me puso un pañal seco, lo cual fue bastante agradable.
-¿Podrías hacer
algo más por mí? –me preguntó acercando su bello rostro al mío, asentí con la
cabeza ya que llevaba el chupete -. Hazte caca en el pañal.
Era difícil lo
que me pedía más allá de la vergüenza no tenía realmente ganas, hice fuerzas e
intenté otros métodos pero, nada funcionaba.
-Hay algo más
para probar –dijo pensativa.
Me hizo
recostar boca abajo y a través del pañal me introdujo un delgado tubito en el
agujero de la colita. Al instante sentí un líquido ingresar en mí. Entonces
entendí me estaba haciendo una enema. Intenté resistirme pero ella me calmó con
unas caricias en mi cabeza.
-Ya bebito,
esto te va a ayudar.
Cuando el
líquido se terminó, quitó el tubito y esa simple acción hizo que largara, sin
esfuerzo, todo el popo. No lograba poder detenerme, seguí largando popo y más
popo.
Sin fuerzas me
desplomé en el suelo y sentí toda la caca esparcirse más. El olor era muy
fuerte. Sin embargo Mía sonreía feliz.
Con el mismo
cuidado de antes, me sacó el pañal, y debió usar muchas toallitas húmedas para
dejarme bien limpio, para luego cerrar un nuevo pañal.
El resto del
día siguió con algunos juegos y más mamaderas, y por supuesto más cambios de
pañal ya que la enema seguía haciendo efecto en mí, cada media hora me hacía
popo encima. Fue un total de cinco veces acompañado de cinco cambios de pañal.
-Pero que bebé
tan sucio –jugaba ella cada vez que mi pañal se embarraba.
Esa es mi
historia, Mía y yo nos seguimos frecuentando, no me queda claro que somos, lo
que sí sé es que ella es extremadamente feliz cuando me trasformó en su tierno
bebé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario