Amigos el nuevo
cuento. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato
físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Ahora sí a
leer, disfrutar y comentar.
La venganza
Guillermina era
la típica chica que gozaba con menospreciar y humillar a sus compañeras de
curso. Nunca perdía una oportunidad para marcarle al otro que lo consideraba
inferior.
-No sean
bebitas lloronas –solía responder cuando alguien la increpa por sus actitudes.
Así
transcurrieron tres largos años de secundaria. Cuando cumplieron quince años,
tres de las principales acosadas decidieron que era hora de ponerle fin a tan
terrible situación, y formularon un plan para vengarse. Pasaron días pensando
en cómo darle a Guillermina la lección de su vida, y una de las tres, Paula,
tuvo una idea que consideraron genial.
Invitaron a la
acosadora a una noche de pijamada, sabían bien que no se negaría a una
oportunidad única para continuar con sus humillaciones, y así fue.
El sábado en la
noche las tres amigas se juntaron en la casa de una y ajustaron los últimos
detalles de su plan. Los padres de la dueña de casa no estarían, así que era la
oportunidad perfecta.
La victima
llegó cerca de las ocho de la noche. Hasta media noche, todo transcurrió con
normalidad, es decir Guillermina se mostró odiosa con sus compañeras.
Cerca de la
media noche, el somnífero que le administraron en el jugo, hizo efecto y la
joven se quedó profundamente dormida, entonces el plan venganza empezó.
Colocaron una
mano de Guillermina en agua tibia y aguardaron. Habían visto videos en internet
y sabían bien que eso provocaba que las personas se hicieran pipi encima.
La espera no
demoró mucho, en su entrepierna fue apareciendo una mancha de humedad que poco
a poco se extendió a toda su colita. Rápidamente quitaron el tazón con agua
tibia y esperaron a que la joven se despertara, la cual tardó unos minutos más.
Las tres vengadoras rieron a carcajadas y tomaron fotos con su celular,
mientras Guillermina se miraba a si misma con una mezcla de aturdimiento y
sueño.
Sin saber cómo
manejar la situación rompió en un fuerte llanto sin consuelo.
-Ya, ya. Son
cosas que le pasan a todas las bebitas –exclamó Paula y le colocó un chupete en
la boca.
-No te
preocupes no te dejaremos con esa ropa toda mojada, bebé –aseguró otra mientras
la recostaba y le quitaban el pantalón y la bombacha completamente empapados.
De una bolsa
quitaron un pañal de bebé, y se lo colocaron. Guillermina no se resistía debido
a que aún estaba en shock por lo que había hecho. También le colocaron un
vestido rosa con voladitos y dibujos bien infantiles. Le pusieron zapatos y
guantes en las manos y volvieron a fotografiarla.
Frente a tanta
humillación en poco tiempo, su esfínter se aflojó y soltó todo el popo
acumulado. En pocos segundos toda la habitación se llenó de un fuerte olor.
-Creo que
Guillermina, es más bebita de lo que creíamos –se burló una de las niñas.
-Vamos a tener
que volver a cambiar a esta bebé.
-Es obvio que
no puede estar sin un pañal.
Las burlas no
tenían fin, así que la pobre Guillermina se limitó a chupetear como si fuera un
bebé. Mientras sus nuevas hostigadoras le cambiaban los pañales. Primero le limpiaron
la colita y sus partecitas con toallitas húmedas, una vez aseada la rociaron
con talco y le colocaron un gran pañal que cerraron con fuerza a la altura del
abdomen.
Terminado el
cambio, le trajeron una mamadera llena de leche tibia y a pesar de que la niña
se negó a beberla, la obligaron amenazándola con enviar sus fotos con pañales a
todas sus amigas. Sin opción Guillermina accedió a lo que le decían y bebió
todo el contenido, mientras las demás niñas seguían fotografiándola y
burlándose.
La nueva bebé
desconocía que dentro de la mamadera había una buena cantidad de laxante que en
pocos minutos empezó a actuar. Intentó por varios métodos que más popo se le
escapará, pero le fue imposible la presión por dentro fue mayor y en segundos el
pañal se tornó de un color amarronado y un horrible olor copó toda a sala.
-¡Pero que bebé
más sucia, otra vez se hizo popo! –se burlaron al examinarla y verla toda
embarrada.
-No nos van a alcanzar
los pañales con esta bebé tan cochina.
-Entonces
tendrá que quedarse así un buen rato –remató Paula.
Así obligaron a
Guillermina ir de un lado a otro con el popo encima o sentarse de un golpe en
el suelo. Con cada movimiento la pobre niña sentía como la caca la manchaba más
y más, y se esparcía hacia todas las superficies del pañal.
Fue recién
después de más de media hora que se decidieron a quitarle el pañal sucio y a
limpiarla, lo cual les llevó mucho tiempo puesto que el popo estaba por todos
lados. Una vez terminada la tarea le colocaron un nuevo pañal, otra ropa y
siguieron fotografiándola.
La noche
continuó con juegos infantiles en los que obligaban a Guillermina a participar
y a fingir que disfrutaba como si de un bebé de verdad se tratara.
Antes del
amanecer la colocaron en una sillita alta de bebé, le sujetaron un babero al
cuello y con una cuchara le fueron dando una papilla hecha de una mezcla de
banana, manzana y miel.
-Acá viene el
avioncito –le decían cuando le acercaban la papilla.
Adrede le erraban
a la boca para ensuciarla y hacerla parecer aún más bebé.
En medio de a
comida el laxante volvió a actuar, esta vez Guillermina, que ya estaba
resignada y al límite de la vergüenza, no se resistió y dejó salir todo el popo
que empujaba desde dentro para abandonar el cuerpo, a esto le siguió un buen
chorrito de pipi, por lo cual el pañal quedó al borde de explotar.
Una vez más las
tres hostigadores aprovecharon esta oportunidad para humillar a Guillermina, y
por el término de una hora más la tuviera con el pañal sucio y la llevaban de
un lado a otro, hasta que decidieron cambiarla.
Luego del
último cambio de pañales le ofrecieron
una nueva mamadera la cual se vio obligada a consumir.
Cerca de las
nueve de la mañana dieron por terminado el castigo y permitieron a la joven
marcharse, pero debió hacerlo vistiendo un nuevo pañal ya que los efectos del
laxante seguían afectando su estómago, y al arribar a su casa debió ir derecho
al baño a limpiarse puesto que en el camino se había hecho más popo.
Después de
dicha experiencia Guillermina cambió de actitud, ya no se burló de nadie, ni
tampoco volvió a usar su frase típica: “no sean bebitas lloronas” ya que ella
misma fue transformado en una bella bebita.
Por favor pueden hacer un cuento de un chico que humillaba a sus compañeras y luego la convirtieron en una dulce bebita
ResponderEliminar