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miércoles, 6 de diciembre de 2017



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La venganza

Guillermina era la típica chica que gozaba con menospreciar y humillar a sus compañeras de curso. Nunca perdía una oportunidad para marcarle al otro que lo consideraba inferior.
-No sean bebitas lloronas –solía responder cuando alguien la increpa por sus actitudes.
Así transcurrieron tres largos años de secundaria. Cuando cumplieron quince años, tres de las principales acosadas decidieron que era hora de ponerle fin a tan terrible situación, y formularon un plan para vengarse. Pasaron días pensando en cómo darle a Guillermina la lección de su vida, y una de las tres, Paula, tuvo una idea que consideraron genial.
Invitaron a la acosadora a una noche de pijamada, sabían bien que no se negaría a una oportunidad única para continuar con sus humillaciones, y así fue.
El sábado en la noche las tres amigas se juntaron en la casa de una y ajustaron los últimos detalles de su plan. Los padres de la dueña de casa no estarían, así que era la oportunidad perfecta.
La victima llegó cerca de las ocho de la noche. Hasta media noche, todo transcurrió con normalidad, es decir Guillermina se mostró odiosa con sus compañeras.
Cerca de la media noche, el somnífero que le administraron en el jugo, hizo efecto y la joven se quedó profundamente dormida, entonces el plan venganza empezó.
Colocaron una mano de Guillermina en agua tibia y aguardaron. Habían visto videos en internet y sabían bien que eso provocaba que las personas se hicieran pipi encima.
La espera no demoró mucho, en su entrepierna fue apareciendo una mancha de humedad que poco a poco se extendió a toda su colita. Rápidamente quitaron el tazón con agua tibia y esperaron a que la joven se despertara, la cual tardó unos minutos más. Las tres vengadoras rieron a carcajadas y tomaron fotos con su celular, mientras Guillermina se miraba a si misma con una mezcla de aturdimiento y sueño.
Sin saber cómo manejar la situación rompió en un fuerte llanto sin consuelo.
-Ya, ya. Son cosas que le pasan a todas las bebitas –exclamó Paula y le colocó un chupete en la boca.
-No te preocupes no te dejaremos con esa ropa toda mojada, bebé –aseguró otra mientras la recostaba y le quitaban el pantalón y la bombacha completamente empapados.
De una bolsa quitaron un pañal de bebé, y se lo colocaron. Guillermina no se resistía debido a que aún estaba en shock por lo que había hecho. También le colocaron un vestido rosa con voladitos y dibujos bien infantiles. Le pusieron zapatos y guantes en las manos y volvieron a fotografiarla.
Frente a tanta humillación en poco tiempo, su esfínter se aflojó y soltó todo el popo acumulado. En pocos segundos toda la habitación se llenó de un fuerte olor.
-Creo que Guillermina, es más bebita de lo que creíamos –se burló una de las niñas.
-Vamos a tener que volver a cambiar a esta bebé.
-Es obvio que no puede estar sin un pañal.
Las burlas no tenían fin, así que la pobre Guillermina se limitó a chupetear como si fuera un bebé. Mientras sus nuevas hostigadoras le cambiaban los pañales. Primero le limpiaron la colita y sus partecitas con toallitas húmedas, una vez aseada la rociaron con talco y le colocaron un gran pañal que cerraron con fuerza a la altura del abdomen.
Terminado el cambio, le trajeron una mamadera llena de leche tibia y a pesar de que la niña se negó a beberla, la obligaron amenazándola con enviar sus fotos con pañales a todas sus amigas. Sin opción Guillermina accedió a lo que le decían y bebió todo el contenido, mientras las demás niñas seguían fotografiándola y burlándose.
La nueva bebé desconocía que dentro de la mamadera había una buena cantidad de laxante que en pocos minutos empezó a actuar. Intentó por varios métodos que más popo se le escapará, pero le fue imposible la presión por dentro fue mayor y en segundos el pañal se tornó de un color amarronado y un horrible olor copó toda a sala.
-¡Pero que bebé más sucia, otra vez se hizo popo! –se burlaron al examinarla y verla toda embarrada.
-No nos van a alcanzar los pañales con esta bebé tan cochina.
-Entonces tendrá que quedarse así un buen rato –remató Paula.
Así obligaron a Guillermina ir de un lado a otro con el popo encima o sentarse de un golpe en el suelo. Con cada movimiento la pobre niña sentía como la caca la manchaba más y más, y se esparcía hacia todas las superficies del pañal.
Fue recién después de más de media hora que se decidieron a quitarle el pañal sucio y a limpiarla, lo cual les llevó mucho tiempo puesto que el popo estaba por todos lados. Una vez terminada la tarea le colocaron un nuevo pañal, otra ropa y siguieron fotografiándola.
La noche continuó con juegos infantiles en los que obligaban a Guillermina a participar y a fingir que disfrutaba como si de un bebé de verdad se tratara.
Antes del amanecer la colocaron en una sillita alta de bebé, le sujetaron un babero al cuello y con una cuchara le fueron dando una papilla hecha de una mezcla de banana, manzana y miel.
-Acá viene el avioncito –le decían cuando le acercaban la papilla.
Adrede le erraban a la boca para ensuciarla y hacerla parecer aún más bebé.
En medio de a comida el laxante volvió a actuar, esta vez Guillermina, que ya estaba resignada y al límite de la vergüenza, no se resistió y dejó salir todo el popo que empujaba desde dentro para abandonar el cuerpo, a esto le siguió un buen chorrito de pipi, por lo cual el pañal quedó al borde de explotar.
Una vez más las tres hostigadores aprovecharon esta oportunidad para humillar a Guillermina, y por el término de una hora más la tuviera con el pañal sucio y la llevaban de un lado a otro, hasta que decidieron cambiarla.
Luego del último cambio de pañales  le ofrecieron una nueva mamadera la cual se vio obligada a consumir.
Cerca de las nueve de la mañana dieron por terminado el castigo y permitieron a la joven marcharse, pero debió hacerlo vistiendo un nuevo pañal ya que los efectos del laxante seguían afectando su estómago, y al arribar a su casa debió ir derecho al baño a limpiarse puesto que en el camino se había hecho más popo.
Después de dicha experiencia Guillermina cambió de actitud, ya no se burló de nadie, ni tampoco volvió a usar su frase típica: “no sean bebitas lloronas” ya que ella misma fue transformado en una bella bebita.

1 comentario:

  1. Por favor pueden hacer un cuento de un chico que humillaba a sus compañeras y luego la convirtieron en una dulce bebita

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