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miércoles, 12 de octubre de 2016


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Ahora a leer, disfrutar y comentar:

Estefanía tenía dos obsesiones una era su amor por los pañales, no había lugar al que fuera sin ellos, claro que siempre se aseguraba de que nadie se diera cuenta de que los llevaba puesto. Su otro gusto era el póker. Era una excelente jugadora, se sabía todos los trucos existentes y era raro verla perder una partida. Sin saberlo estos dos gustos se unirían en una inesperada noche.

Una amiga, Ana, la invitó a ser su compañera de póker y jugar contra otras dos rivales, y seria por dinero. Sin dudarlo Estefi aceptó segura de su victoria.

Cuando el sol cayó y la luna tomó su lugar, la joven estaba lista para su partida. Se colocó un gran pañal blanco y un vestido suelto para que no se le notara y se dirigió a la dirección indicada.

Allí se encontró con su amiga y conoció a sus rivales de turno otras dos mujeres mayores que ella. No dudó que sería una noche de victorias.

Y de hecho así comenzó su astucia le servía para ganar cuanta partida se jugaba. Pero cerca de media noche la suerte cambió y todo lo que ganaron lo empezaron a perder al punto de que ambas quedaron sin dinero encima.

Pero Estefi estaba decidida a recuperar lo suyo y su orgullo.

-Una partida más –exigió.

-Pero ya no tienes dinero –le respondió una de sus rivales.

-¿Te gusta este vestido?

-Sí.

-Esta es mi apuesta.

-¿Estas segura?

-Segura.

Una nueva mano se repartió, Estefi pensó, al ver las cartas, que la suerte le había vuelto pero no fue así su rival volvió a derrotarla.

-Bueno –exclamó –creo que me gané un bello vestido.

Estefanía intentó convencerla de que le pagaría después, pero la mujer fue terminante quería el vestido. Resignada y molesta se lo quitó y se lo arrojó, dejando al descubierto su gran pañal, el cual había olvidado que llevaba puesto debido a la tensión del partido. Y de hecho ya cargaba unos cuantos pipis.

-Vaya, vaya miren a la bebita que tenemos acá –fue la burla de la ganadora.

Todas, incluyendo su amiga estallaron en una fuerte carcajada. Mientras Estefi intentaba taparse completamente avergonzada. 

Tal fue la vergüenza que se le aflojó el estómago, primero se oyó un ruidito de gas y por último el pañal empezó a tornarse marrón. Como aún estaba sentada el popo se desparramó por toda la colita.

Todas quedaron impresionadas por esto pero a ninguna pareció molestarle. Al contrario, cuando Estefi, inspeccionó sus caras todas tenían una expresión de ternura. Con palabras confusas y entrecortadas la joven intentó explicar que le gustaba más usar pañales que ropa interior, pero que jamás le había sucedido de hacer popo encima.

-No te preocupes, bebita –fueron las palabras de su amiga.

-Tengo toallitas húmedas de bebe en mi habitación –exclamó la dueña de casa -.Las usos para quitarme el maquillaje.

La amiga de Estefi la tomó de la mano y la llevó a la habitación, mientras una de las mujeres fue hasta la farmacia de la esquina.

Con los cuidados de una mami limpiaron cuidadosamente a Estefi. Cuando la otra mujer estuvo de regreso con nuevos pañales, le colocaron uno, previamente la rociaron con talco en la colita y en sus partecitas íntimas.

-Listo, bebita –dijo Ana y le dio unos chirlitos en la cola sobre el abultado pañal.

-Esto fue muy humillante, jamás me había sucedido –explicó Estefi.

-Y ¿Por qué usas pañales?

-Por gusto ¿Te parece tonto?

-Todo lo contrario, cuando te vi me llené de ternura y me morí de amor, igual que con un bebe.

-Pero no soy un bebe.

-Pero podes serlo –explicó Sandra -.La mujer que fue hasta la farmacia  y le colocó un chupete en la boca -.Nuestra bebita.

Las tres mujeres hicieron una exclamación de ternura al ver la nueva imagen de Estefi. Esta por su parte estaba roja de la vergüenza y no estaba segura de que debía hacer, o si sentirse humillada o feliz por la situación que estaba viviendo.

El asunto es que debido a la vergüenza aflojó su vejiga y saltó una gran cantidad de pipi, el pañal aumentó su volumen y se puso amarillento en la zona de la entre pierna, y las otras tres mujeres lo notaron.

-¡Hoo miren la bebita ya se hizo pis! –exclamó con ternura Ana.

-¿Ves que en el fondo si quieres ser una bebita? –le dijo Roxana la dueña de la casa.

Estefi por cansancio, resignación o gusto se rindió frente a las tres mujeres y a lo que tuvieran pensado.

-Creo que es hora de comer –sugirió Roxana.

Las cuatro mujeres se dirigieron hasta la cocina donde les aguardaba una pizza. Estefi fue un poco más lento ya que el pañal le dificultaba caminar.

Al llegar ya todas estaban comiendo, Estefanía tomó asiento e  intentó tomar una rebanada, pero una mano la paro.

-No, eso es para los adultos –advirtió Sandra.

Pasó por atrás de la joven y le colocó un babero, mientras Ana comenzó a darle una papilla de verduras.

-Creo que están exagerando –se quejó Estefi.

-Silenció, Bebita. Acá viene el avioncito.

Y en forma de juego le fueron dando de comer a Estefi, que debido al hombre permitió el juego y devoró todo lo que le ofrecían. Luego de eso siguió una mamadera cargada de leche que Estefi bebió para poder pasar la papilla.

Fue justamente la papilla de verdura la que le jugó una mala pasada a la joven, que sintió como su intestinos se retorcía informándole la necesidad de un baño urgente.

Le hizo saber a la dueña de la casa de su necesidad, pero esta respondió con tranquilidad:

-Tranquila, tienes el pañal, te haces y te volvemos a cambiar, bebita.

-¡¿Qué?! ¡No quiero hacer eso de nuevo! No soy una bebe.

-Sí, sos un bebe –aseguró Sandra.

-No soy un bebe.

-Sí, sos un bebe –exclamó Roxana.

-No soy un bebe.

-Sí, sos un bebe –sentenció Ana.

Frente a estas palabras la vergüenza se volvió a apoderar de Estefi y una vez más su voluntad flaqueó y soltó todo su popo en el pañal. Este se puso pesado, marrón y oloroso, lo que alertó a las mujeres que era hora de un nuevo cambio.

-Pobre bebita –exclamó una.

Estefi superada por la situación se puso a llorar como una niña.

-Ya, ya, nosotras te cambiamos bebita –le colocaron el chupete en la boca.

Una vez más la llevaron a la pieza, le limpiaron con toallitas húmedas y le colocaron un nuevo pañal que ajustaron con fuerza a la altura del abdomen.

Después las tres mujeres le cantaron una bella canción de cuna, la joven exhausta se quedó completamente dormida.

La luz del amanecer la despertó, su pañal estaba repleto de pis, estaba sola y pensó en cambiarse ella, pero de repente recordó los sucesos de la noche anterior, y si bien había sido algo humillante también lo había disfrutado. Por ello empezó a fingir que lloraba como un bebe. Las tres mujeres se hicieron presente en seguida. Con caricias y palabras dulces la calmaron.

Hubo un último cambió de pañal y Estefi al fin se fue a su casa.

A partir de ese día las mujeres se reúnen para jugar al póker, pero por sobre todo a hacer de Estefi su dulce bebita.



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