Hola amigos, el
nuevo cuento. Seguimos en cuarentena por cuentos ab sigue publicando. Recuerden
que la prevención es la mejor forma de evitar el contagio, si pueden quedarse
en sus casas, háganlo, y ayuden de esa forma.
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SIGAN en todas las redes sociales (Facebook, Instagram y el blog), DIFUNDAN y
COMPARTAN las publicaciones para que Cuentos AB vuelva a tener el número de
seguidores que supo tener antes de que Facebook cerrará la página (cercanos a
los 5000)
Por último
recuerden que está a la venta el libro “El instituto AB” en formato pdf
(perfecto para esta cuarentena :), cualquier interesado escribe por privado
Ahora sí, a leer, disfrutar y comentar.
La alumna y el
bebé
Hoy voy a
contar como cambió mi vida. Toda la vida amé dos cosas: la docencia y ser AB.
Desde luego
ambas cosas no van de la mano o ¿sí? Ésta es mi historia.
Luego de un día
agobiante en la escuela, regresé a mi casa. Agotado inicié mi transformación en
bebé. Me quité mi espantosa ropa de adulto, me recosté sobre un pañal abierto,
me rocié con talco y lo cerré con fuerza a la altura de mi abdomen. Me vestí con un body, babero y para finalizar
me coloqué mi chupete.
Me preparé una
mamadera de leche tibia, y la bebí mientras miraba dibujos animados. Al rato
llené el pañal de pipí, adoraba esa sensación de dejar salir el pipí, y que el
pañal lo absorba, y más me gustaba sentir el pañal bien pesado.
Como era mi
costumbre, me tomé fotos para subirlas a mis redes sociales secretas. Y así lo
hice. La noche avanzó y tomé una última foto, cansado no leí bien y sin querer
la envié al grupo de whatt app de mis alumnos. Cuando me percaté era tarde para
borrarla.
Desesperado
intenté encontrar una solución, lo más fácil fue explicar que me hakearon la
cuenta. Los directivos me creyeron o quisieron hacerlo. Los alumnos por su
parte no paraban de burlarse a escondidas, y en poco tiempo me transformé en el
hazme reír de la escuela. Durante las noches me era imposible dormir.
Necesitado de
descanso, me pedí licencia. Me la pasaba todo el día en pañales y chupándome el
dedo. Paradójicamente aquello era lo que me había causado problemas, pero era
lo único que me generaba cierta paz.
Una mañana
recibí una inesperada visita. Se trataba de una alumna mía. Me sorprendí.
-Hola -me
saludó algo tímida.
-¿Qué haces
acá?
-Entonces le
gusta usar pañales y hacer de bebé.
Molesto por las
continuas burlas, exploté.
-¡Sí! –grité -.
Así que adelante búrlate.
-No es eso lo
que quiero.
-¿Qué? –inquirí
confundido.
-Quiero
cuidarlo, cuidarte como un bebé.
-Es una burla
¿no?
-No –respondió
con tranquilidad, y me mostró una enorme bolsa de farmacia llena de cosas de
bebés, entre ellas pañales - ¿Empezamos? –con la cara roja de la vergüenza.
-O… ok
–respondí casi sin pensarlo.
Como si fuera
la dueña de la casa, me guio hasta mi cuarto llevándome de la mano. Allí me
pidió que me desvistiera, mientras ella desplegaba un gran pañal blanco sobre
la cama. Me recosté en él, y me perdí en la suavidad de aquel hermoso pañal.
Sentir su textura en mi piel me llenaba de gozo. Sofía, mi alumna, roció con
talco mi colita y mis partes, luego cruzo el pañal por entre mis piernas y lo
cerró con fuerza a la altura del abdomen.
Para continuar
con mi trasformación me colocó un bodi verde de mi colección, guantes en las
manos y botas tejidas en los pies, ató un gran babero en mi cuello, y me colocó
un chupete en la boca.
-Ahora sí eres
un bebé -Me miró como un artista observa su obra de arte -. Mi bebé -aclaró.
-Sí,
mami-balbuceé algo avergonzado aún.
-Ahora vamos a
merendar, y más vale que dentro de poco ese pañal esté lleno de pipi y popo –me
dijo al tiempo que me daba unos ligeros golpecitos en la entrepierna.
Para comer me
preparó un papilla de banana. Me dio de comer jugando al avioncito. En ocasiones
adrede me manchaba para asemejarme más a un bebé y eso a mí me encantaba.
Terminado me limpio con el babero que tenía atado en el cuello. Después me
recostó en su regazo, y me dio de beber una enorme mamadera llena de leche
tibia, succioné como todo un bebé, y me acabé el contenido en breves minutos.
Finalizado me
abrazó y me dio ligeros golpecitos en la espalada para ayudarme a eructar.
Jugamos un buen
rato.
-¿Dónde está,
mi bebito? ¿Dónde está? –exclamaba al tiempo que se tapaba los ojos.
Me encantaba la
forma que me trataba, a pesar de su juventud era una verdadera mami. No quería
interrumpir la diversión, pero comencé a sentir leves movimientos en mi estómago
y con los minutos se transformaron en dolorosos cólicos. Sofía debió notar mi
malestar porqué exclamó con una mueca de tristeza.
-¿Te duele la
pancita, amorcito? –Apenas asentí con la cabeza -. Debe ser el laxante que te
puse en la mamadera. Puse bastante porque quiero mucho popo en ese pañal. Amo
limpiar colitas sucias.
Realmente no
quería hacer aquello tan humillante frente a la joven, pero no tuve opción los
dolores y las ganas de hacer popo aumentaron. En un momento de debilidad sentí
como salía toda la caca. El pañal se volvió terriblemente pesado, al punto que
debí sujetarlo de los costados para que no se caiga, sentía mi cola pegajosa, y
la sala apestaba.
-Ahora sí te
hiciste popo –me dijo mi “mami” y me dio ligeros golpecitos en la cola pegoteándome
más y aplastando el popo.
Rojo de la
vergüenza y aun sujetando el pañal asentí con la cabeza.
-¿Y también te
hiciste pipi? –Negué con la cabeza - ¿Qué esperas, bebé? No vamos a
desperdiciar dos pañales.
Hacerlo no me
costó, puesto que tenía ganas. Con un poco de esfuerzo salió todo el pipí
acumulado. El pañal realmente se infló y se puso más pesado y debí tirar con
más fuerza para que no se me salga. Tomó una tonalidad amarillenta mezclada con
marrón.
Me llevó a mi
cuarto, en el camino fui perdiendo un popo de popo y sentí como algunas gotitas
de pipi se escurrían entre mis piernas. Desplegó un enorme cambiador y me hizo
recostar en él. Desprendió el pañal y un olor aún más fuerte invadió toda la
habitación.
-¡Guau, bebé!
Esto es mucho popo.
Con muchas
toallitas húmedas, mucha paciencia, y mucho amor, me fue limpiando. Me colocó
crema para evitar las paspaduras. Me acomodó un pañal debajo de la cola, lo
roció de talco y a mí también. Finalmente cerró el pañal, me sentí tan limpió
cuando estuve cambiado.
Pero mi mami,
tenía aún muchas cosas pensadas para mí. De la bolsa sacó unas maderas y
desplegó un corralito y me hizo ingresar en él. Me tomó fotos a pesar de mi
rechazo.
-Son solo para
mí, bebé. Para recordarte cuando me vaya.
Cerca de una
hora después fue hora de mi baño. Llenó la tina agua tibia y luego me quitó la
ropa. Tocó un poco el pañal y lo notó más pesado.
-Bebé ¿te habías hecho pipí de nuevo? –Asentí con
la cabeza – ¡Qué bebé, más lindo! –me dio muchos besitos en la panza. Mientras
me bañaba me seguía hablando como a su bebé.
Hubo un nuevo
pañal después del baño, y me dio de comer un alimento de bebé.
Cuando llegó la
noche, me encontraba cansado, pero como era de costumbre el descanso me era
esquivo.
-Ya es hora de
que duermas, bebé.
Con pocas
palabras y voz aniñada le expliqué mi problema. Mi “mami me miró preocupada.
-¡Ya sé!
–exclamó al fin.
Se sentó en un
sillón y me ofreció ponerse en su regazo. Cuando estuve en posición, sacó su
pecho y me lo ofreció.
-No, eso no
–apenas balbuceé.
-Shh, veras que
te ayudará.
Con dudas abrí
la boca y dejé entrar el rosado pezón, y como si se tratara de una mamadera
empecé a succionar. Por supuesto no había leche, pero aquello logró calmarme.
Al tiempo que yo succionaba, mi mami entonaba una dulce canción de cuna y me
daba ligeros golpecitos en la cola por encima del pañal. Poco a poco el sueño
me fue entrando y finalmente me dormí.
A la mañana
cuando me desperté estaba solo, encontré una carta que decía:
“Bebé, mamí se tuvo que ir. Al lado de la carta te
dejó un pañal, dormido te hiciste mucho pipi”.
Algo triste me
cambié el pañal y rememoré el glorioso día anterior.
Cerca de la
tarde alguien llamó a mi puerta y me sorprendí al ver de nuevo a mi alumna
-¿Listo para
otro día de juego con mami, bebé? -exclamó mientras mostraba una gran bolsa de
pañales.
Así fue como
por accidente, me transformé en el más dulce de los bebés.
Tengo una pregunta un poco fuera de tema. Hace mucho (en una Navidad) habían publicado una imagen deseándonos feliz Navidad. Todavía tienen esa imagen? Era de una chica morocha con un pañal, creo que sentada, y con un árbol de Navidad detrás. Me acuerdo que estaban en el facebook antes de que lo eliminen. Todavía la tienen?
ResponderEliminarHola ammigo, si en algún momento se publico todavía la tengo guardada. El tema es rastrearla y encontrarla, pero calculo que sí.
EliminarLa cosa es que no fue publicada como historia ni como mini (y encima en el facebook, que fue eliminado), entonces no sé si todavía la tienes. Si puedes obtenerla, estaría genial. Si no la encuentras, pues aun así gracias por tu tiempo, y por crear estas historias
EliminarMe voy a fijar
EliminarHolaaaa amigo que ha pasado, saludos, ace mucho que no te vemos, que cuenta de instagram tienes
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