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miércoles, 3 de octubre de 2018


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El inicio de mi vida

Jamás fui una persona a la que se la pueda considerar afortunada. Desde chico fui dejado en un orfanato. Más de una vez estuvo la posibilidad de que me adopten, pero jamás se concretó.
A los dieciocho debí dejar el que consideraba mi hogar y hacer mi vida, claro que el problema es que no tenía vida, ni sabía qué hacer con ella. Intenté obtener un empleo, pero mi escasa capacidad sumada a otros problemas me dejó sin muchas posibilidades.
En poco tiempo me hallaba, con dieciocho años, mendigando en la calle por unas pocas monedas o algo de comer.
Fue así que enfermé, altas fiebres atacaron mi cuerpo y se debilitaron al punto de que ya no podía estar en pie. Antes de perder el conocimiento lo último que recuerdo fue una mujer de unos cuarenta y pico de años acercarse a mí y exclamar:
-¡Pobre, ángel!
Desperté sintiéndome horrible, pero estaba en una cómoda cama y totalmente limpio. La mujer que viera en la calle estaba mi lado sentada, cuidándome.
Me explicó que su nombre era Nazarena, estaba en su casa y ella había pagado los servicios médicos y los antibióticos que salvaron de una muerte segura.
No lo podía creer, por primera vez en mi vida alguien hacía algo por mí, y era una desconocida. 
Cuando la consulté del por qué.
-Simple –respondió -. Porque te amo. Pero no como una mujer a un hombre sino de una madre a su hijo.
-No la comprendo.
-Veras, lo que más deseo en este mudo es tener un bebé, pero no uno de verdad ya que crecen y dejan de serlo. Lo que quiero es una persona que sea eternamente un bebé y yo atenderlo eternamente como una mami.
-Y ¿usted quiere que yo sea un bebé? -inquirí algo espantado y avergonzado.
-Es una oferta. Sino lo deseas puedes volver a la calle donde no hay nada, o quedarte aquí para recibir atención, comida y mucho amor, lo único que pido a cambio es que seas un bebé, en todo el sentido de la palabra, las 24 horas del día los siete días a la semana.
La oferta me agarró de sorpresa, no sabía que contestar, sus argumentos eran buenos y me hacían dudar. Por ello sin pensarlo adecuadamente, si meditarlo, quizás hasta sin quererlo, acepté.
La mujer sonrió, me tomó de la mano y me trasladó a otra habitación. Allí comenzó mi transformación, empezó por depilarme, ya que según ella: “un bebé no tiene bello”. Luego desechó mí, según palabras de ella también, horrible ropa de adulto.
A continuación vino lo más difícil para mí, ya desnudo me hizo recostarme sobre un enorme pañal blanco, me roció con talco, y lo cerró con fuerza a la altura de mi abdomen, me vistió con un bodi azul, me puso zapatos y guantes tejidos de color celeste y para finalizar me colocó un chupete en la boca.
A partir de acá comenzaría mi entrenamiento, debía aprender varias cosas para ser el bebé ideal que mi nueva “mami” quería que fuera. Por ello debía aprender a ser pipi y popo en los pañales, llevarlo al nivel de que me saliera natural y sin darme cuenta. Tampoco podía ya caminar como un adulto debía hacerlo como un bebé, es decir gatear.
Debo reconocer que me sentía estúpido y me veía ridículo, el pañal era súper incomodó y me costaba trasladarme con él, más si debía a hacerlo en cuatro patas.
Para la cena me sentó en una sillita alta, a la cual me ajustó con unas correas, me colocó un babero, y para comer me dio una papilla que sabía horrible y para beber una mamadera de leche tibia.
Finalizado me llevó al baño, me quitó toda la ropa y el pañal que estaba limpio ya que aún me costaba hacerme en él. Me metió en una bañera llena de agua con juguetes, me incentivó a que juegue con ellos, disimulé hacerlo tratando de ser lo más creíble posible.
Cerca de diez minutos me sacó de la bañera, me secó y me colocó un nuevo pañal, y un enterito que imaginé sería mi pijama.
Me llevó una nueva habitación, la cual estaba adornada de forma infantil, era la típica habitación de bebé pero todo en tamaño adulto. Bajó lo baranda de una gran cuna y me hizo entrar para luego volverá colocar la baranda, un móvil sobre mi cabeza giraba y hacía sonar un dulce melodía.
-Buenas noches, mi bebito -exclamó la mujer y me dejó solo.
Intenté dormir, pero mis ganas de hacer pipí me lo impedía, intenté hacer en el pañal, pero me era imposible. Hasta que se me ocurrió una idea. Desabroché un lado del pañal y poniéndome de pie, como si estuviera frente a un inodoro intenté hacer. Así lo logré todo e pipi cayó sobre el pañal el cual lo absorbió al instante. Volví abrocharlo. Lo sentía distinto más pesado y con algo de olor, pero secó. Más tranquiló pude dormir.
A la mañana siguiente mi mami me despertó con una gran mema tibia, y se la vio contenta al palmar mi pañal y notar que estaba bastante lleno (claro que no sabía que había hecho algo de trampa).
Me tomó entre sus brazos y me recostó sobre un enorme mueble cambiador, me quitó el pañal sucio, me limpió con toallitas húmedas y me colocó uno nuevo. Me cambio de ropa y me llevó a la cocina.
Una vez más me colocó en la sillita alta, luego un babero y me dio mi desayuno una papilla hecha de banana. Yo me seguía sintiendo avergonzado por ser tratado como un bebé, pero la verdad es que mi “mami” era muy dulce y buena y hacía la situación más llevadera.
La mañana la pasé sentado en el suelo intentando encontrarle alguna diversión a unos osos de peluche. De repente unas tremendas ganas de hacer popo me vinieron. Sabía que debía hacerme en el pañal, pero no estaba seguro. Una cosa era pipi, esto era muy distinto.
Luego recordé que había aceptado la condición de ser tratado como un verdadero bebé, por ende no tenía opciones. Me acomodé un poco, hice fuerza y sentí como el popo salía para luego ser contenido por el pañal. Una vez que terminé, me preparé para sentarme, sabía lo que sucedería cuando lo hiciera. Me resigné y lo hice. A pesar de lo asqueroso me agradó sentir como el popo se aplastaba y desparramaba por todo el pañal.
Mi mami vine al rato, para ese momento un desagradable olor ya había invadido toda la sala.
-Aquí hay un bebé que ya se hizo popo –exclamó tirando de mi pañal por detrás.
Como antes me llevó a mi habitación y me colocó sobre el mueble cambiador. Me sacó el apestoso pañal, y me limpió con toallitas húmedas, (debió gastar unas cuantas hasta dejarme bien aseado). Me colocó un nuevo pañal y cerró el bodi en la entre pierna.
-Estoy muy orgullosa de tu comportamiento, cada minuto que pasa sos más y más un bebé.
Así fueron pasando los días, me fui acostumbrado a esa vida. Debo reconocer que lo que más me costaba era el tema de los pañales. Por otro lado aún no lograba hacer pipí sin pararme y desabrocharme el pañal.
Una tarde mi mami me llamó, fui gateando (como ella quería), y me hizo recostarme sobre su regazo. La mujer se quitó la remera y se desprendió el corpiño dejando al descubierto sus pechos. No tenía que tener mucha explicación a lo que deseaba. Abrí mi boca y dejé entrar el pezón en ella. Succioné como debería hacerlo un bebé. Para mi sorpresa empecé a sentir un gusto dulzón. Intenté alejarme, pero mi mami me retuvo.
-Estoy tomando unas pastillas que me ayudó a generar leche y con tú estimulo se producirá mucho más, estoy muy feliz de poder amamantarte –me explicó mientras me acariciaba la cabeza y con la otra mano me daba palmaditas en la cola.
Aquello me relajó, de repente ganas de hacer pipí me vinieron, supe que esta vez sería distinto. Era distinto porque me repetía mí mismo “me gusta esto” “quiero seguir así”, “quiero ser un bebé el resto de mi vida” dicho esto dejé salir el pipi, el pañal se volvió pesado en cuestión de segundos.
Después de aquel día pude hacer pipí sin necesidad de ponerme en pie, y tal como lo predijo mi mami, poco a poco el pipi empezó a escapárseme solo, incluso durante las noches mientras dormía.
Fue así como mi vida cambió, pasé de ser una persona que estaba sola en la vida a encontrar una familia y mucho amor. Pero para ello debí transformarme, por el resto de mis días, en el más dulce de los bebés.


6 comentarios:

  1. Me encanto el cuento
    Me gusta cuando existe una mami en la historia
    Espero más adelante leer uno en dónde la persona es forzada y que lo vistan de nena

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  2. Podríais hacer una historia que contenga nalgadas?

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    1. Ok amigo. Lo tenemos en cuenta para el siguiente cuento. Gracias por seguirnos

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  3. Amigo falta mucho para el nuevo cuento

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  4. Me encanta cuando son forzados a ser el bebé

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