Vistas de página en total

martes, 21 de abril de 2020


Hola amigos, el nuevo mini cuento. Seguimos en cuarentena por cuentos ab sigue publicando. Recuerden que la prevención es la mejor forma de evitar el contagio, si pueden quedarse en sus casas, háganlo, y ayuden de esa forma.
Les pedimos nos SIGAN en todas las redes sociales (Facebook, Instagram y el blog), DIFUNDAN y COMPARTAN las publicaciones para que Cuentos AB vuelva a tener el número de seguidores que supo tener antes de que Facebook cerrará la página (cercanos a los 5000)
Por último recuerden que está a la venta el libro “El instituto AB” en formato pdf (perfecto para esta cuarentena :), cualquier interesado escribe por privado
Ahora sí, a leer, disfrutar y comentar

El bebé de mamá.

Augusto era AB desde que tenía memoria, siempre le había fascinado todo las cosas de bebé, y desde que descubrió este mundo supo que había encontrado su lugar en el mundo. Claro que nadie sabía de su gusto, era un secreto. Pero cada vez que tenía la posibilidad, no perdía la oportunidad de deambular con enormes pañales, con su chupete, y tomar de un biberón. Así era su vida hasta los 16 años, pero allí todo cambiaría.
Una noche sus padres le anunciaron que volverían tarde. El joven vio su posibilidad de pasar una gran noche de bebé. Sin embargo el destino tenía otros planes, por un desperfecto el auto sus padres no pudieron alejarse más que unas pocas cuadras, y regresaron. Al ingresar se encontraron con su hijo tirado en el sillón tomando leche de un biberón, con un babero en el cuello y un gran pañal blanco, el cual tenía una gran mancha amarillenta en la parte frontal.
-¿Pero qué…que es esto? –preguntó su padre.
-¿Eso es un pañal? –inquirió la madre.
Augusto sin saber que decir, salió corriendo y se encerró en su habitación, y allí quedó hasta la mañana siguiente.
Durante la noche sus padres conversaron preocupados por la actitud de su hijo.
-¿Cómo puede disfrutar algo así? –inquirió su padre molesto.
-Yo pienso que no se tan malo, no lastima a nadie.
-¿En serio lo dices?
-Sí, me parece muy… tierno.
-¿Tierno?
-Sí –respondió con una gran sonrisa.
-¿En qué estás pensando?
A la mañana siguiente cuando Augusto se levantó se encontró con sus padres en la cocina.
-Buenos días, mi amor –lo saludó la madre.
-Siéntate y desayuna –sugirió amable su padre.
El joven se sorprendió de la actitud de sus padres. Tomo asiento en su lugar habitual, mientras su madre le preparaba el desayuno.
-Aquí tienes, corazón.
Frente a él, depositó una mamadera.
-¡¿Q… qué es esto?! –inquirió sorprendido Augusto.
-Tu desayuno. Come rápido que después hay que ponerte tu pañal e ir a la escuela.
-¿Pe… pero a la escuela con pañal?
-Por supuesto, no me voy a arriesgar a que tengas un accidente en la escuela. Ahora desayuna.
Augusto tomó la mamadera con inseguridad.
-Ah, perdón me olvidaba.
La madre pasó por detrás de su hijo y le ató un babero al cuello.
-Ahora, sí.
Augusto sin mucha opción, bebió la mamadera. Finalizado su madre se acercó para limpiarle la boca con el mismo babero, para después llevarlo a la habitación.
Lo acostó en la cama y le quitó los pantalones.
-¡Ahhhh! ¿Mamá qué haces? –gritó el joven tapándose los genitales.
-¿Cómo que qué hago? Te voy a poner un pañal, no quiero que tengas un accidente en la escuela.
-¡No!
-Sí.
Con fuerza lo retuvo, le roció con talco en sus partes, y le colocó un enorme pañal blanco y dentro un banda absorbente. Había quedado tan abultado el pañal que al chico se le hacía posible cerrar las piernas. SE colocó los pantalones pero poco disimulaban el pañal.
Con dificultad caminó hasta la puerta de salida, donde ya lo aguardaba su mamá con la mochila.
-Mamá no quiero ir así, se reirán de mí.
-Tonterías quien sería tan malo de burlarse de un bebé.
-¡No soy un bebé! ¡Y lo digo por el pañal!
-Sí, lo sos, ahora a la escuela.
A regañadientes el joven se marchó, Como era de esperarse muchos niños notaron el pañal. Con lágrimas en los ojos el joven arribó a la casa.
-Ya, ya mi bebito –Lo consoló la mamá -. Déjame ver ese pañal.
Le bajó el pantalón y se encontró de frente con un amarillento e inflado pañal.
-Vamos a cambiar ese pañal antes de que explote.
-No mamá yo puedo solo.
-Nada de caprichitos, bebé -Le colocó un chupete en la boca-. Mientras mamá este acá, mamá te cambia los pañales.
Lo recostó en la cama y le quitó el pañal repleto de pipi. Con toallitas húmedas lo secó las partes húmedas de la piel, le roció con talco, le colocó cremas en las paspaduras y finalmente le puso un nuevo pañal.
-Ahora quieres ver la sorpresa que tiene, mami –Augusto con el chupete en la boca solo asintió con la cabeza –. Vamos, bebé.
Lo dirigió hasta su habitación y el joven se sorprendió al ver el cambio en ésta: tenía un aspecto más infantil, su cama había sido reemplazada por una gran cuna. Había muebles cambiadores, pilas de pañales y talco. Hasta el aspecto del lugar era mucho más infantil.
-¡Qué… qué es esto? –pregunto Augusto atónito.
-Hice algunos cambios mientras estabas en la escuela. El aspecto maduro que tenía no era acorde para un bebé. Hasta te conseguí una cuna para que duermas protegido. Y ya que estamos creo que es hora de que duermas una siesta.
La mujer bajó las barandas de la cuna, acostó al joven, lo arropó con cuidado, le coloco un oso de peluche al lado y volvió a subir las barandas de protección.
Ya sea por el día extenuante o por el estrés, Augusto se durmió rápidamente.
Se despertó sintiendo grandes calambres en el estómago. Quiso apresurarse al baño, pero le era imposible salir de la cuna. A gritos llamo a su mamá, sin embargo cuando llegó era demasiado tarde. Sus cólicos le habían ganado y ahora el pañal estaba repleto de popo, se había amarronado y había un desagradable olor en toda la habitación.
-Ah, bebé, no llores.
-Me hice popo encima -explicó el joven.
-Ni importa, mamá te cambia, para eso te puse los pañales, sabía que podías tener un accidente.
Lo colocó en el mueble cambiador, y con mucho amor y dedicación lo limpió con toallitas húmedas, y le puse un nuevo pañal.
La situación era muy fuerte para Augusto y comenzó a llorar sin consuelo, Pese a que su madre lo intentaba calmar o le daba el chupete nada resultaba. Desesperada se le ocurrió una última opción: se levantó la blusa, dejando al aire uno de sus pechos.
-Ven, cariño –explicó con ternura.
El joven al ver aquello se prendió como un bebé y empezó a succionar. Pese a que no salía leche, aquello lo tranquilizó.
Con la mente más fría se dio cuenta de que todo aquello era lo que siempre había soñado siendo un AB, así que en vez de lamentarse, se dio cuenta que debía disfrutarlo. Augusto empezó a disfrutar las caricias de su mamá y que siempre se refiera a él, como bebé.
Siempre había disfrutado usar pañales, pero por temor jamás los mojaba o ensuciaba, pero ya no debía preocuparse por ello, si su vejiga y sus intestinos reclamaban ser vaciados no tenía más que hacer un poco de fuerza, y el pañal se llenaba de popo y pipi. Su madre siempre estaba predispuesta cambiarlo. La cuna y los juguetes también fueron de su agrado. Se preguntó cómo pudo estar tanto tiempo sin todo aquello.
Así fue, que por accidente Augusto hizo realidad su sueño, volvió a ser el bebito de mamá.


1 comentario: