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miércoles, 31 de enero de 2018



Amigos el primer cuento del año. Tal como hacíamos con la página de Facebook, se harán dos publicaciones por mes, un cuento largo y una mini historia. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Les rogamos se hagan seguidores de la página para poder seguir creciendo. Dicho esto es momento de arrancar. Ahora sí a leer, disfrutar y comentar.


El jefe bebé

Francisco era el director ejecutivo de una de las empresas más importantes del país. Por sus manos se manejaban mucho dinero y cientos de contratos. Abrumado por su trabajo el hombre tomó una secretaria que le ayudara a poner en orden sus papeles.
Fue un extenso día de entrevistas, hasta que finalmente Alma, una jovencita con poca experiencia fue la elegida. Francisco no pude explicar que era, pero había algo especial en ella.
A pesar de sus limitaciones la nueva secretaria se esforzaba por facilitarle al máximo el trabajo a su jefe. Pero aún a pesar de sus esfuerzos era poco lo que lograba. Francisco estaba cada día más estresado por la ardua labor.
Un día, con su escritorio lleno de papeles, el hombre no paraba de leer, mandar mails, responder llamadas. Fue tal la ocupación de su mente que sin darse cuenta se hizo pipi encima. Alma entró a la oficina para dejarle un café, y notó el accidente.
Francisco al darse cuenta se puso rojo de la vergüenza, pero su secretaria no dijo nada, solo limpió y se retiró. Los días prosiguieron y el jefe seguía teniendo el mismo problema, tanto trabajo le evitaba ir al baño y sus accidentes se hacían cada vez más frecuentes. Alma preocupada y queriendo hacer algo para ayudar tuvo una idea.
Al día siguiente Francisco tuvo el mismo problema. Alma limpió como siempre y luego mirando a su jefe le dijo.
-¿Por qué no se coloca esto? –le mostró un enorme pañal blanco.
-¡¿Qué estas sugiriendo?!
-Nada malo, solo que se coloqué el pañal. Así podrá seguir trabajando y el piso no se manchará.
El hombre dudó, lo que la mujer proponía era una locura, pero también tenía cierto punto de lógica. Con vergüenza se dirigió al baño junto a su oficina. Con mucha dificultad se lo colocó y volvió al despacho.
Alma vio lo mal que estaba puesto el pañal y sabiendo que todo el pipi se le escurriría, le pidió amablemente que se recueste en el suelo, Francisco dudó pero al fin accedió al pedido. La mujer con la mayor de las ternuras desprendió el pañal, lo colocó correctamente y lo cerró con fuerza por encima del abdomen.
-Ahora sí, no se va a escapar nada del pipi –le dijo con ternura y dándole unos golpecitos en la cola.
Francisco no supo porque, pero por esos breves segundos se sintió aliviado y tranquilo. El resultado fue óptimo sin la necesidad de interrumpir su labor para ir al baño pudo adelantar mucho trabajo atrasado. Finalizado el día se quitó el pañal y se sorprendió al ver lo cargado que estaba.
Al día siguiente su secretaria preguntó si deseaba repetir la estrategia, el hombre sentía vergüenza por usar pañal como si fuera un bebé, pero no podía negar que los resultados habían sido muy buenos, por ello aceptó.
Una vez más tuvo complicaciones para ponerse el pañal, y como ya sucediera fue Alma quien lo colocara, con mucho amor, correctamente. Francisco volvió a sentir la misma paz del día anterior, y comprendió que estaba asociado al pañal y a la forma en que su secretaria lo trataba. Descubierto eso se dedicó a disfrutar de esos breves segundos de bienestar. Alma dándose cuenta, retrasó adrede su tarea con el fin de hacer sentir bien a su jefe.
Pese a las mejoras momentáneas, el trabajo seguía siendo mucho y se atrasaba. El stress de Francisco fue tal que incluso llegó a deslizarle la idea a su secretaria de renunciar a su puesto. Afortunadamente lo disuadió de tal cosa.
-Lo que necesita es un descanso, para recuperar fuerzas y seguir.
-No tengo tiempo para ello, y además no lograría distraerme.
-Quizás pueda ayudar.
La secretaria lo tomó de la mano y lo hizo recostar sobre su regazo en el suelo. Entonó una bella canción de cuna, mientras le daba ligeritos golpes en la cola. Eso solo, le alivió bastante las tensiones.
-Creo que lo que usted necesita es pasar un día como un lindo bebito, y con una mami que lo cuide.
Francisco iba a protestar frente a tal idea “tonta”. Pero su secretaria, ahora mami, no se lo permitió poniéndole un chupete en la boca.
-Ya bebito –lo tranquilizó y lo meció un poco.
Sacó de un bolso una mamadera cargada de leche tibia y se la ofreció al nuevo bebito. El hombre se sentía ridículo, pero a la vez el juego lo estaba llevando una situación de relajación que hacía tiempo no experimentaba. Por ello accedió a continuar. Se quitó el chupete y feliz bebió el contenido de todo el biberón.
La mujer le levantó un poco y abrazándolo lo golpeó en la espalda para ayudarlo a eructar.
-Ahora vamos a cambiar esos pañales.
Le quitó todo la ropa. Le levantó un poco las piernas y acomodó debajo un gran pañal blanco. Le roció sus partes con talco, luego cerró y ajustó el pañal por encima del ombligo.
-Ahora podes hacerte todo el pipi… o popo que quieras –exclamó dándole un golpecito por encima del pañal.
Como fueron pasando los minutos, Alma fue revisando el pañal de su nuevo “bebé”, pero siempre estaba igual.
-Mi amor tienes que hacer popo o te va a dar dolorcito de panza –explicó.
-Eso… eso es muy vergonzoso.
-Eso es lo que hacen todos los bebés –le colocó el chupete en la boca para que no hable.
-¡Pero yo no soy un bebé! –se quitó el chupete.
-A mí me parece que sos todo un bebé –una vez más el chupete a la boca -. Pero por suerte tengo algo preparado para estos casos.
Tomándolo desprevenido lo volteó y le introdujo por la colita un enema. A medida que el líquido entraba Francisco sintió como sus intestinos cedían y sus fuerzas lo abandonaban. Minutos después la presión fue más fuerte y dejó salir todo el popo acumulado. El pañal tomó una tonalidad amarronado y un olor muy desagradable impregnó toda la oficina. Exhausto Francisco se recostó boca arriba y sintió como todo el popo se desparramaba más y más por toda la cola. Era una situación desagradable y humillante, pero el hombre comenzaba a disfrutarla.
Alma se sentó su lado, con amor y paciencia, le quitó el pañal sucio. Con mucho cuidado lo limpió con toallitas húmedas, fue un trabajo arduo ya que el popo estaba por todas partes.
Finalizado el aseo, le colocó un nuevo pañal, el cual cerró a la altura del abdomen.
Mientras le cambiaba los pañales Francisco jugueteaba con sus pies y chupete como un bebé.
Llegada la hora del almuerzo, Alma tomó una banana, la pisó hasta hacerla papilla. Le ató un babero en el cuello a su nuevo “bebé” y se le fue dando de comer con una cuchara.
-Acá viene el avión –jugaba ella al tiempo que le acercaba el alimento.
Francisco gozaba con esto, eventualmente se manchaba la boca apropósito para que la mujer exclamara:
-Pero que bebé, más sucio –y lo limpiaba con el mismo babero.
Terminado la comida, Alma se sentó en el suelo y recostó al hombre en su regazo, se desprendió los botones de la blusa dejando al descubierto sus pechos. Francisco entendiendo, acercó su boca y comenzó a succionar de ellos. A pesar de que nada salía, ese simple succionar lo catapultó a un nivel de relajación que hacía tiempo no experimentaba.
Con una nueva tranquilidad y ya sin importarle si era ridículo, hizo fuerza, mientras succionaba, y llenó el pañal de popo y pipi. Alma se percató del olor, pero aguardó a que finalizara el amamantamiento.
Con la misma ternura, tomó las toallitas húmedas y limpió toda la colita de su “jefe-bebé”. Roció con talco toda la entrepierna y parte del pañal, y abrochó éste con fuerza.
Tal era el cansancio de Francisco que sus ojos empezaban a cerrarse solos. Alma aprovechó esto y comenzó a cantar una canción de cuna que lo ayudó a dormirse profundamente.
Al despertar el hombre era otro, su mente estaba despejada y descansada,  pudo encarar el trabajo sin problemas e incluso finalizarlo con gran eficiencia.
Así Francisco descubrió el mejor método para el estrés, cuando este empezaba a ganarle, no tenía que hacer más pedirle a su secretaria que lo trate como al más dulce de los bebés.