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viernes, 6 de enero de 2017


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Ahora a leer, disfrutar y comentar:

Mi babynovio y yo



Matías era AB desde que tenía memoria, y contaba con la suerte (que pocos tienen) de que sus padres lo sabían y lo aprobaban. Así que podía andar en pañales todo el día y hacer en ellos sus necesidades, con la única condición de que él mismo debía comprarlos y cambiárselos.

Pero además de ello Matías tenía otro secreto que no se animaba a contar a nadie, y es que estaba perdidamente enamorado de su amigo Iván. Lo cautivaba sus ojos color miel y su cabello castaño, además era muy dulce y valiente cuando la situación lo ameritaba. Había intentado muchas veces confesarle sus sentimientos pero algo hacía que volviera para atrás en su decisión.

Una noche meditaba sobre el asunto, como hacer para que él sepa de sus sentimientos y más aún que los compartiera. Sus pensamientos lo llevaron tan lejos que cuando se percató de la hora ya pasaba más de media noche.

Se miró el pañal, llevaba varias horas sin cambiárselo, estaba pesado y húmedo. A Matías le gustaba sentir la textura de los pañales en su piel y cuando estaban mojados o embarrados le encantaba tenerlos un buen rato más. Pero ya era tarde y ese pañal no aguataría toda la noche, así que lo arrojó al tacho de basura de su cuarto, desplegó uno sobre la cama, se arrojó talco y se lo colocó abrochándolo con fuerza sobre encima del ombligo. Se puso la pijama y se tomó unos minutos para ver como el abultado pañal sobresalía de su pantalón.

A la mañana siguiente cuando se despertó vio que tenía el pañal seco, pero con unas terrible ganas de hacer pipí, y como ya estaba acostumbrado a hacerlo solo se relajó y liberó lo acumulado en sus riñones. En cuestión de segundos el pañal se volvió pesado y amarillento. Matías disfrutó de esto, lo apretaba con sus manos haciendo que sonara como una bolsa de plástico.

Tuvo que interrumpir su placer diario puesto que se le hacía tarde para ir a la escuela. Se vistió normal, es decir sin pañal, y fue directo a la parada de colectivo.

En la escuela su día fue normal y rutinario. Poco le importaba lo que los maestros explicaban, solo tenía oídos y ojos para su amigo Iván. Muchas veces se sintió tentado a contarle de sus sentimientos pero una vez más el miedo se lo impedía.

Sobre el final de la mañana la profesora de historia les entregó una tarea de investigación a realizar con un compañero. Como era de esperarse Matías e Iván hicieron equipo.

 Matías estaba complacido de que podría compartir tiempo a solas con su gran amor.

Al arribar, el dueño de la casa se disculpó unos minutos y se dirigió a su habitación donde se puso un pañal nuevo, se aseguró de que no se notaran y volvió con su amigo. Terminaron el trabajo con rapidez y después se dedicaron a mirar televisión.

Matías observaba de vez en cuando de reojo a Iván, sentía como la necesidad de contarle sus sentimientos casi se le escapaba de la boca.

-Iván ¿puedo decirte algo? –le preguntó casi sin pensar.

-Claro  –lo miró fijo a los ojos y Matías sintió como le temblaban las piernas.

-Yo… vos… -se interrumpió.

-¿Qué?

-Vos… a mí –una vez más el miedo se apoderó de él.

-¿Qué pasa?

Dándose cuenta de que las palabras jamás saldrían de su boca se decidió a actuar y se arrojó sobre su amigo y le besó en la boca. Unos segundos después se separaron. Iván estaba rojo y petrificado.

-¡Lo siento! –se apresuró a decir Matías al ver que su amigo no reaccionaba –Yo no sé qué me paso.

-Yo si se –respondió al fin.

Con suavidad atrajo a su amigo a sus brazos y volvieron a fundirse en un beso, en esta ocasión más prolongado y apasionado.

-No sabía que te gustaba –exclamó Iván.

-Ni yo a vos –Matías aún seguía sorprendido pero con el corazón lleno de felicidad.

Los dos amigos, ahora convertidos en novios entablaron un vínculo muy fuerte y decidieron dedicarse a disfrutar de su naciente relación.

Dos semanas después Matías con un pañal súper cargado de pipi pensaba en su novio, cuando el timbre sonó. Era Iván.

-Parece que te llamé con la mente, justo pensaba en vos –fue el saludo de Matías.

-Y yo en vos.

Se besaron y pasaron todo el día juntos, tan bien la pasaron que Matías olvidó que llevaba pañales. En la habitación de éste, los novios se dedicaron a besarse y acariciarse. Hasta que intencionalmente Iván metió su mano dentro del pantalón de Matías y sintió algo similar a una bolsa de plástico.

-¿Qué… qué es eso? –preguntó alarmado.

-Nada, nada –mintió descaradamente -.Enseguida vuelvo.

Pero Iván no le dio tiempo de un tirón le bajó los pantalones y descubrió el secreto de su novio. Allí estaba de pie con un enorme pañal lleno de pis como si fuera un bebé. Iván quedó helado.

Matías no tuvo otra opción que contarle a su novio de su otra pasión, éste escuchó atento sin decir una palabra.

-Yo no sé qué decir –exclamó Iván cuando relato finalizó -.Pero si te hace feliz está bien por mí.

-¿En serio? ¡Gracias!

Iba a arrojarse para abrazarlo pero su novio lo detuvo con la mano.

-Te pediría que mientras estés conmigo vistas normal

-¿Qué? ¿Por qué? dijiste que no te molestaba

-Lo sé, pero es raro, y me incomoda.

-¿Quieres probar?

-¿Qué? ¡No!

-¿Qué pasa? ¿Temes que te guste?

-Sé que no me gusta.

-Entonces no hay nada de qué preocuparte.

-No voy a usar pañales, no soy un bebé.

-A mí me parece que si –bromeó.

-¡No soy un bebé!

-Eres un bebé hermoso –lo besó en el cuello -.Te encantará lo juro.

Iván se seguía negando, pero por las insistencias de su novio finalmente accedió.

-¿Qué tengo que hacer? –preguntó largando un gran soplido.

-Solo relajarte y dejarme a mí.

Lo acostó en su cama y poco a poco le fue sacando la ropa, cuando estuvo desnudo se tomó unos segundos para contemplarlo. Después acomodó un pañal debajo de su cola, le roció sus partecitas con talco y lo cerró con fuerza encima del ombligo. Por último lo ayudó a pararse y lo invitó a que camine un poco.

-Es incómodo.

-Es la idea, ¿ves? eres un lindo bebito.

-¡Que no soy un bebé!

-Bien, está bien. Quítatelo y ya.

-No dije que quisiera sacármelo.

-Entonces ¿te gusta?

-Bueno, comienza a sentirse rico.

Matías iluminó su cara con una gran sonrisa sus dos sueños se habían hecho realidad tenía la chico que amaba y disfrutaba de los pañales al igual que él. Pasaron la tarde juntos en pañales. Hasta que Iván hablo:

-Tengo que ir al baño.

-¿Para qué? ¿Tienes los pañales?

-No lo sé.

-Haz como yo.

Matías le mostró como se relajaba y soltaba todo el pipi, su pañal se volvió más abultado y amarillento.

-¿Ves? Es fácil.

-Es que yo tengo que hacer popo.

-Es más fácil aún, solo hace fuerza y déjalo salir. Te va a gustar.

No muy seguro Iván siguió el consejo de su novio. Sintió como la caca salía  de su cuerpo e iba a parar al pañal. Matías lo hizo sentar de un tirón y todo el popo se desparramó por su colita. Esa sensación le agradó y se quedó un buen rato así. Los novios aprovecharon que seguían solos y se dedicaron a besarse apasionadamente, uno con el pañal lleno de pis y el otro con el pañal lleno de popo.

Pasada una hora Matías acostó a su pareja en la cama y con gran ternura le cambió los pañales, previamente lo limpió con toallitas húmedas. Para merendar le acercó una mamadera llena de leche y él tomo una también. Ambos eran la imagen tierna de dos bebés.

Hacia la noche, el tiempo en que Iván tenía que irse se acercaba, pero el día había sido tan perfecto que ninguno de los dos quería que terminara. Por ello embarraron ambos sus pañales una última vez y posteriormente cada uno limpió al otro.

Matías estaba a punto de cambiarse pero su novio lo tomo por detrás y lo besó, así fue como ese día no solo disfrutaron de usar ambos pañales sino que también hicieron el amor por primera vez.

Desde aquel momento son inseparables, cuando están juntos son una pareja de novios maravillosa o si así lo quieren dos tiernos bebés.

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