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lunes, 30 de diciembre de 2019


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Ni novio en el rol de papi

¿Cómo puede descubrirse el amor a los pañales? Por lo que averigüé, de muchas formas distintas. Una de ellas, como me sucedió a mí, por medio de otra persona.
Me llamo Sabrina y conocí mi actual pareja hace unos años, cuando yo tenía diecisiete años. Antes de él no había tenido muchas parejas, por lo tanto era bastante novata en lo que tenga que ver con relaciones. Pero estimo que todo era relativamente normal, hasta cierto día.
Una noche me invitó a su casa, sus padres estarían fuera todo el fin de semana. Al principio imaginé lo que cualquier chica, quería que tuviéramos nuestra primera vez, estaba equivocada, al menos en parte.
La noche comenzó normal, algo de música, una pizza de mozzarella y una película mala. Cuando ya era tarde y estábamos a punto de ir a la cama, tomé la decisión de que para mí también era tiempo de nuestra primera vez, pero mi novio tenía otros planes.
Se acostó a mi lado, y comenzó a acariciarme.
-Quítate los pantalones y la bombacha, y cierra los ojos –me pidió con suavidad.
Obedecí y sentí sus dedos acariciarme en el punto exacto. Estaba extasiada, por ello no supe cuándo comenzó lo que siguió. En algún momento, tomó mis piernas y las alzó para acomodar algo debajo de mi cola. Abrí los ojos al sentir ruido como de bolsa de plástico.
-¿Q… qué es esto? –inquirí confundida al ver debajo de mi un enorme pañal blanco.
-Te dije que tenía gustos particulares.
-Sí, pero esto es… ridículo.
-Es lo que me agrada, ¿no lo harías por mí?
-Bueno, pero exactamente ¿qué es lo que debo hacer?
-De momento solo dejarme a mí seguir adelante.
-O… ok –respondí llena de dudas.
Frente a la falta de resistencia, mi novio continuó con su labor. Roció mis partecitas y mi cola con talco, luego cruzó el frente del pañal entre mis piernas y lo abrochó a la altura del abdomen con fuerza. Me quitó mi remera y mi corpiño y me colocó una remera amarilla con dibujos infantiles. Por último me cambió el peinado, lo cepillo y me ató dos coletas infantiles.
-¿Qué te parece? –me consultó mostrando mi reflejo en un espejo de mano.
-Francamente me siento ridícula. Para ser sincera pensé que querías tener relaciones.
-Y eso quiero, pero solo cuando estés lista.
-¿Lista? ¿Qué más debo hacer?
-Aprender.
Con delicadeza me colocó un chupete en la boca.
-Aprender, que hasta el momento indicado, soy tu papi, no tu novio y así debes referirte a mí, ¿entiendes?

Asentí con la cabeza algo nerviosa.
Después de eso me condujo a la cocina, me costaba caminar con un pañal tan abultado Sinceramente no sabía que eran tan incomodos.
-Lo mejor para dormir es tomar un poco de leche tibia –me explicó.
Apareció frente a mis ojos con una gran mamadera llena de leche.
-Ven, bebita –me invitó.
Me acerqué y me recostó en su regazo, me quitó el chupete y me colocó la tetina de la mamadera en la boca. Comencé a succionar y la leche empezó a fluir de la mamadera a mi estómago. No tenía reamente hambre, pero no quería contrariar a mi novio así que me tomé toda la leche. Finalizado me abrazó y me dio ligeros golpecitos en la espalda para ayudarme a eructar.
-Y ahora ¿cómo te sentís?
-Todavía muy estúpida.
-De acuerdo, no esperaba que fuera rápido.
-¿Qué cosa?
-No importa. Ahora debemos pasar a algo más grande.
-¿Qué?
-Quiero que hagas popo en tu pañal, mucho.
-¡¡¡¿Qué?!!! ¡¡¡No!!! ¡De ninguna manera! Eso es un asco, horrible –grité llena de vergüenza.
-Papi te limpia, bebé.
-Pero es asqueroso.
-No para alguien que te ve como bebé, y así es como yo te veo –me tranquilizó tomándome de las manos -. Intenta, por favor.
Una vez más llena de dudas, accedí. No estaba segura como debí hacerlo, así que me coloqué de cuclillas y empecé a hacer fuerza, lo primero que me salió fue unas gotas de pipi que apenas note debido a que el pañal las absorbió rápidamente. Para mi sorpresa el popo comenzó a salirme. El pañal mantuvo todo en el lugar. Tuve deseos de hacer más popo en el pañal, así que no me detuve allí. Seguí haciendo fuerza, y fuerza. El popo que salía de mi parecía no tener fin. Seguía cayendo más y más y el pañal resistía. Cuando terminé me desplomé exhausta en el piso. Sentí el popo pegarse más a mi cola y esparcirse por todo el pañal, que a esa altura estaba pegajosa y todo amarronado. No tardó mucho en llenarse la habitación de un espantoso olor.
-Bien hecho, bebé –me felicitó mi novio-papi -. Hora del cambio.
Acomodó debajo de mi un cambiador y un nuevo pañal. Me quitó el sucio que para mi sorpresa tenía más popo que lo que creía. Me limpió con cuidado con toallitas húmedas (de las cuales gastó mucho por tanto popo). Me puso talco y crema en las paspaduras y me puso un nuevo pañal.
-Ahora sí, hora de dormir.
No exclamé nada, estaba muerta de sueño. Nos acostamos en la misma cama, me puso el chupete en la boca, me besó en la frente y me deseo un buen descanso.
A la mañana siguiente, desperté pensando que todo había sido una pesadilla. Pero al moverme y sentir la incomodidad del pañal, me di cuenta que fue real. Mi novio ya estaba despierto a mi lado observándome.
-Voy a preparar el desayuno. Vos llena ese pañal de pipi –me dijo.
Por alguna razón, que en ese momento no podía distinguir, tenía una fuerte necesidad de obedecer a todo lo que mi novio me pidiera, por más humillante que fuera.
Llenar el pañal de pipi no fue difícil, ya que tenía muchas ganas. Me recosté, relejé mis músculos, y en pocos segundos el pipi inundo mi pañal, que se volvió de un color amarillento y sumamente pesado.
Mi papi regresó con el desayuno, que consistía en una nueva mamadera con leche y una banana pisada. Me ató un babero al cuello, y me dio de comer la papilla, y luego siguió la leche. Para finalizar me limpió todos los restos de comida que tenía de la comida.
-Esto está muy bien –exclamó palpando mi pañal lleno de pipi.
-¿Me cambias? –pregunté apenada.
-Por supuesto, papi te cambia.
Una vez más comenzó el ritual: me sacó el pañal y acomodó un nuevo. Antes de cerrarlo me roció con talco, y jugueteó conmigo dándome besos en mi barriga.
En el día continuamos haciendo cosas de bebé, mi novio siempre en el rol de papi. Cerca del mediodía mis intestinos me avisaron que era hora de una nueva evacuación. Pero no quería pasar por la experiencia de la noche anterior… o ¿sí?
Casi sin meditarlo me coloqué de cuclillas y he hice fuerza, sin ningún control el popo inundó el pañal. Me senté en el piso y me agradó la sensación de que aquello pegajoso que sentía era mi popo en el pañal.
Mi papi que había salido entró y se percató de mi “accidente” al sentir un fuerte olor.
-¿Te hiciste popo, mi cielo? –preguntó, asentí con la cabeza -. Vamos papi te cambia –me estiró su mano.
-No.
-¿No?
-Quiero quedarme un rato más así, jugando,  por favor.
-Por supuesto, mi cielito.
Así pase por distintos juegos que mi papi tenía preparado. Me encantaba moverme y sentir el popo moviéndose de un lado a otro.
Finalmente después de un buen rato mi papi, me cambió los pañales. Aunque no tardé en llenar los nuevos de pipi. La sensación de pesadez en la entrepierna era distinta, pero igual de gratificante.
Mi papi me llevó para cambiar ese pañal repleto de pipi, pero para mi sorpresa, en la cama comenzó a acariciarme. En ocasiones apretaba el pañal, sentí como la humedad se expulsaba. Me excitaba sentir las gotitas de mi propio pis acariciarme las piernas.
-Ahora sí que sos un bebé. Y yo voy a volver a ser tu novio.
Aquello experiencia fue mágica. Y todo se logró después de transformarme en las más tierna de los bebés.

¡¡¡PROSPERO AÑO NUEVO LES DESEA LA PAGINA DE CUENTOS AB!!!


viernes, 13 de diciembre de 2019

A leer, comentar y disfrutar