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lunes, 28 de octubre de 2019


Amigos el nuevo cuento. Recuerden que ahora tanto en Facebook como en el blog se publican las mismas historias.
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Por último vuelve a estar a la venta el libro “El instituto AB” en formato pdf, cualquier interesado escribe por privado
Ahora sí, a leer, disfrutar y comentar.

Sissy story

Toda mi vida tuve dos obsesiones: los pañales y el cómo me vería siendo mujer. No sé si soy gay, pero siempre tuve esa curiosidad, curiosidad que nunca pude satisfacer… hasta hace poco.
Navegando por foros ab, conocí una chica, Gaby, con el deseo de ser mami de un adult baby, pero solo uno de sexo femenino. Pese a ese impedimento, conversamos muchos y nos hicimos amigos.
Un día chateando, y ya con mucha confianza, admitió:
-Lástima que eres un chico, sino te cambaría los pañales con gusto.
-Puedo ser una nena, si lo deseas –respondí con mis manos temblando.
Hubo un largo rato sin respuesta, hasta que finalmente me volvió a escribir:
-¿Podes venir hora a mi casa?
Sin dudarlo me dirigí inmediatamente. Al llegar me recibió Gaby. Me invitó a pasar y charlamos un largo rato.
-Veni, quiero norte algo –me dijo.
La seguí hasta un cuarto. Allí me encontré con el sueño de un adult baby, pañales, chupetes, ropas, peluches, hasta una cuna.
-Estuve preparando todo esto desde hace tiempo, desde que decidí ser mami. Y luego de mucho pensarlo, me gustaría ser tu mami.
-Y a mí que seas mi mami.
-¡Qué bueno! Solo hay que cambiar algo.
-Sí… claro.
-Vení
Me hizo sentar frente un escritorio con un espejo. Allí empezó a trabajar. Primero me depiló las cejas, luego me colocó una base de maquillaje para tapar la sombra de la barba. Me aplicó rubor en las mejillas y me pintó los labios. Por último me colocó pestañas postizas.
-Aún no termino – me aseguró.
Me puso una peluca rubia, y la peinó con dos coletas y un hermoso moño rosa. Cuando me miré en el espejo no lo podía creer, tenía el rostro de una verdadera mujer.
-Ahora solo falta convertirte en un bebé, las más hermosa bebita.
Me quitó toda la ropa y se dedicó a quitarme bello donde lo encontraba, claro que me daba vergüenza, pero por otro lado estaba viviendo algo que anhelaba hacía tiempo.
-No seas vergonzosa, estamos entre chicas -esas palabras hicieron que me gustara aún más lo que vivía.
Ya sin un rastro de varón en mí, me hizo recostarme sobre un gran pañal rosa con dibujos. Roció con talco mi colita y partecitas, y cerró el pañal con fuerza a la altura del abdomen. Completo mi vestimenta con un vestido rosa lleno de voladitos. Me puso guantes, medias cancán para sostener el pañal y unos zapatos. Me colocó perfume de niña para finalizar.
Me tomó de la mano y me llevó una vez más frente al espejo. Ya no era el joven que había llegado, era otro, o mejor dicho otra, una hermosa bebita. Cualquiera que me viera no sospecharía de que soy hombre.
Mi mami, me abrazo por detrás con una mano y con la otra me daba palmaditas en mi colita.
-Ahora sé una buena bebé, y hacete popo encima, llena este pañal de mucho popo.
Con algo de vergüenza obedecí, hice fuerza y el popo empezó a salir, a medida que iba cayendo sentía como el pañal lo retenía y se esparcía más y más. Un olor terrible me delató.
-¡Qué rico! –dijo mi mami –. Acá hay un bebé que necesita que lo cambien.
Mientras me decía esto daba golpecitos en mi pañal haciendo que el popo quedara aplastado contra mi colita.
Pensé que me llevará a  cambiarme, pero no fue así. Me dirigió a la cocina donde me aguadaba una enorme mamadera llena de leche.
-Hora de tu merienda.
-Pe… pero estoy sucio.
-Sucia, bonita. Y no importa, a mami no le molesta.
Me sentó en una sillita alta, sentí el popo aplastarse y desparramarse una vez más. Me sujetó con las correas y me dio de beber la mamadera.
Terminado, me ayudó a bajar y abrazándome me dio golpecitos en la espada para ayudare a eructar. Para eso momento el olor era muy fuerte, pero a ella realmente parecía no molestarle.
Casi una hora después de hacerme popo decidió cambiarme. Desprendió el pañal todo sucio y lo arrojó a un cesto de basura. Me limpió con cuidado con toallitas húmedas, acomodó un nuevo pañal, pero antes de cerrarlo me colocó crema para las paspaduras.
-¿Quién es la niña más bonita? –preguntó mi mami en forma juguetona.
Una vez que estuve lista mi mami volvió a abrazarme y me habló al oído.
-Ahora quiero que llenes ese pañal de pipi.
Ya sin reticencias me concentré en cumplir el pedido. Poco a poco el pipi fue saliendo hasta que fue un torrente incontenible. El pañal se volvió pesado y amarillento. Fue la primera vez que hacía pipi en un pañal fue agradable la sensación de sentir como la humedad desaparecía.
Así como estaba me llevó a una nueva habitación donde me aguardaba un corralito con decenas de juguetes. Debo reconocer que con el pañal hinchado me costaba caminar, pero mi mami me llevaba de la mano para que no me cayera.
Allí permanecí un buen rato, hasta que mi mami me anunció que era hora de un nuevo cambio de pañales. Antes de arribar al cambiador, hice un poco de fuerza y largué más pipi. El pañal se volvió una bolsa amarillenta a punto de estallar y que colgaba de mi cintura.
Me limpió con el mismo cuidado que la primera vez.
-Que hermosa, niña –repetía.
Luego de eso siguió un baño. Me colocó en una tina llena de agua tibia y más juguetes, con los que me entretenía mientras ella me limpiaba.
Terminado, me peinó con dos colitas, y me colocó un nuevo vestido azul y debajo un gran pañal rosa.
Pasamos el resto de la tarde haciendo cosas de chicas, como por ejemplo me pinto las uñas de los pies y las manos, o jugamos a maquillarnos.
Cuando fue la hora de partir, sentí una gran tristeza. La ropa de varón ya no me agradaba, quería continuar vistiendo vestidos y pañales. Notando mi tristeza, mi mami me abrazó por detrás y me dijo al oído.
-No te preocupes, para mí siempre vas a ser una princesa, además podes volver mañana y seguimos. Hasta mañana, hermosa.
Con aquellas palabras, me animé y marché a mi casa.
Al día siguiente volví a la casa de mi mami, que al verme me mostró lo que llevaba en las manos: un gran pañal blanco y un vestido.
-Lista para volverte la más linda de las bebés.

lunes, 7 de octubre de 2019


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