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viernes, 15 de febrero de 2019


Hola amigos, el segundo cuento del mes. Recuerden las dos nevedades de este año: la primera es que ya tenemos cuenta en Instagram y ahora podrán seguir los cuentos desde alli tambien (tengan paciencia por que se subiran muy de a poco), busquenló como: cuentos ab (y verán que está el mismo logo). La segunda reabrimos la pagina de Facebook, para que allí tambien puedan leer, y para cntactos o pedidos en muchos más rapido y práctico.
Así que ya saben a partir de este momento ya nos pueden visitar en instagram y en facebook, les agradeceríamos nos siguan en estas redes sociales para que la comunidad crezca.
Ahora si a leer, disfrutar y comentar.

Amor a los pañales (parte 2)

Esta es mi historia de cómo me enamoré de los pañales. Mi nombre es Gisela y siempre me caractericé por ser una excelente estudiante y eso me enorgullecía. Pasaba horas frente a los libros estudiando, lo prefería antes de jugar videojuegos o salir con amigos. Es más me molestaba tener que cortar mis estudios para ir a comer o al baño, y es en este punto que me quiero detener.
En mi obsesión por tener conocimientos consideré que ir al baño era una pérdida de valioso tiempo. Intenté llevarme los apuntes al baño, pero no funcionó. Hasta que un día hice lo que cambiaría mi vida:
Estaba en medio de un análisis muy complejo cuando la naturaleza llamó. Molesta intenté ignorar la urgencia, pero fue en vano. Como en aquellos días vivía sola se me ocurrió una locura y la lleve a cabo. Me acomodé un poco y de un solo empujón dejé salir el popo que fue retenido por mi ropa interior y volví a acomodarme. Por un instante pensé que era una locura y que me arrepentiría, estaba equivocada. El sentir el popo aplastarse más y más en mi colita y desparramarse me agradó, al punto que me ayudó a concentrarme mejor. A partir de ese día comencé a hacerme popo encima.
Sin embargo me quedaba el problema de cómo solucionar el tema del pipi, ya que allí era más complejo, el estar húmeda si me resultaba incomodó.
Salí a caminar para encontrar una forma de solucionar el dilema, y a las pocas cuadras hallé la respuesta en la vidriera de una farmacia: pañales para adultos. Sin dudarlo los compré y también un paquete de toallitas húmedas.
Extasiada regresé a mi casa, me coloqué un pañal (con mucha dificultad), me sentía algo incomoda (y tonta), me veía ridícula y cada vez que me movía se oía como si una bolsa de plástico se arrugara. Empecé a estudiar. A la hora la naturaleza me avisó. Era el momento de saber s mi plan resultaría, abrí un poco las piernas y dejé salir el pipi, por un momento temí de mojar mi cama, pero el pañal resistió, absorbió todo sin dejar salir una gota. El pañal se infló como un globo y al verlo tenía una tonalidad amarillenta. En cuanto a mí, totalmente seca. Mi plan había funcionado.
Los días pasaron y me fui acostumbrando al pañal y al mismo tiempo enamorándome de él. A donde iba lo llevaba puesto. Claro que fuera de casa solo me animaba a hacer pipí. Me gustaba sentirlo pesado y cuando llegaba el momento de quitármelo me agradaba el olor de un pañal lleno. Siempre me aseaba con cuidado para no contraer una infección, me pasaba toallitas húmedas por mi colita y mis partecitas, después me rociaba con talco y me abrochaba un nuevo pañal.
Puede sonar tonto, pero también me había comprado un chupete, no lo usaba siempre, pero cuando estaba nerviosa por la cercanía de un examen, el usarlo me daba tranquilidad (al igual que a un bebé) incluso lo usé algunas noches en que el sueño me evitaba.
Como conté, fuera casa, solo me animaba a mojar el pañal nada más. Eso cambio al poco tiempo. Tuve que ir a la biblioteca un día y sabía que pasaría toda la tarde allí. Cerca de una hora después de estar leyendo me vinieron muchas ganas de hacer popo, y como me había acostumbrado a hacerme en los pañales me estaba costando mucho aguantarme. Pensé en dejar todo e ir al baño, pero no quería dejar de leer. Así que disimuladamente me acomodé en mi asiento y tal como hacía en casa solté todo el popo, el cual se aplastó y desparramó en mi pañal.
A los pocos minutos el lugar comenzó a apestar y las demás personas lo notaron. Sin embrago lejos de lo que pueden pensar no me avergoncé, al contrario seguí como si nada. El olor a popo y el sentirlo todo pegoteado en mi colita me encantaba y me ayudaba a concentrarme mejor en lo que leía.
Finalizado lo que debía hacer volví a mi casa, pero sin cambiarme el pañal. En el colectivo también se llenó de olor y yo seguía extasiada. Cuando se liberó un asiento me senté con fuerza en él para volver a sentir el popo aplastarse contra mi colita.
Al llegar a casa si fue tiempo de limpiarme, me coloqué mi chupete y un cambiador plástico debajo de mí. Desprendí el pañal que esas alturas estaba a punto de estallar no solo por todo el popo que había largado, sino también porque había hecho pipi muchas veces en él. Me limpié con cuidado con toallitas húmedas y abroché un nuevo pañal.
Mi amor por los pañales llegó a tal punto de que deseche toda mi ropa interior, para utilizar solo pañales los siete días de la semana las veinticuatro horas del día. No creía que pudiera seguir viviendo sin sentir los abultados pañales envolviendo mi colita, el olor a talco en mis partecitas, sentir como el popo es contenido y después aplastado, todo eso eran parte de mi vida era lo que más amaba en el mundo.
Así cambió mi vida, no importa el lugar o la hora en la que me encontraba, si la naturaleza llamaba, hacía mis necesidades en mis amados pañales. Y si lo que venía era popo, mucho mejor, me encantaba sentirlo en mi colita todo pegajoso, y llenar el lugar de olor. Todo el tiempo lo hacía, como la más tierna de las bebitas.



viernes, 1 de febrero de 2019



Ahora sí, cuentos ABDL regresó. Empezamos el año con todas las pilas y listos para acompañarlos con muchos cuentos. El priero de este años es un mini cuento. Como se realizó el año pasado, se publicaran 2 cuentos por mes (un cuento largo y un mini cuento). Recuerden que ya se reabrió la página de Facebook (donde ya se republicaron los cinco primeros cuentos más viejos), la misma la encontraran como cuentos Ab y el clásico símbolo. Además pueden seguirnos en Instagram (el mismo nombre) donde también se irán publicando. La idea sería equiparar durante el año las publicaciones del blog con el Facebook. Y para fin de año publicar al unísono en los tres medios (blog, Facebook, Instagram) Eso es todo por ahora, amigos
A leer, disfrutar y comentar: