Academia de
sissybaby (parte 1)
Existe un lugar
que puede volver a cualquier hombre en el más tierno y dulce de los bebés, o
mejor dicho en la más tierna y dulce de las bebitas. Si no me creen les contaré
la historia de Franco el típico chico malo y que le gustaba jactarse de ser
bien macho. Muchas chicas, yo incluida, le padecíamos a diario.
Todas juntas
ideamos algo para castigarlo. Pero no solo eso, queríamos humillarlo. Aun así nada
de lo que se nos ocurría nos satisfacía.
-Yo creo tener
lo que necesitamos –exclamó Claudia una de las chicas que sufría a diario por
Franco -. Solo necesito que lo traslademos dormido a un lugar y una vez allí se
encargarán de todo.
Así lo hicimos.
Yo me sacrifiqué, fingí tener interés en él y lo invite a mi casa. Debí
soportar su terrible personalidad, pero cuando tuve la oportunidad le heche un
fuerte somnífero en su bebida, el desgraciado calló desplomado a los pocos
minutos.
Entre todas lo
subimos al auto y lo trasladamos al lugar indicado.
Allí lo
recibieron dos corpulentos hombres y una mujer, que parecía una doctora, y tomaba
nota de lo sucedido.
-Pueden ir a la
habitación contigua, para poder presenciar la transición.
Sin entender a
que se refería la obedecimos. En el lugar vimos un enorme pasillo que no
parecía tener fin, y paneles de cristal donde podíamos ver otras habitaciones.
En una de ellas vimos a Franco tumbado en una cama completamente dormido. La
doctora que vimos antes le quitó la ropa y empezó a depilarle todo el cuerpo.
Luego se acercó
al vidrio por el que veíamos todo y exclamó:
-Lo que verán
ahora es el proceso para transformar a este macho retrogrado en una dulce
bebita.
Me sorprendí al
oír eso, no estaba segura que fuera posible, per de serlo era el castigo
perfecto que anhelábamos
Cuando Franco
empezó a despertar ya lo estaban trasladando a una habitación contigua,
continuamos por el pasillo y veíamos lo que iba sucediendo en cada uno de los
sitios.
Esposaron al
hombre a lo que parecía ser una enorme cuna. El lugar parecía ser el sueño de
toda niña. Mucho rosa en las paredes, llenos de osos de peluche y muñecas,
caballitos de madera, miles de cosas más.
Acomodaron
debajo de Franco un enorme pañal, le rociaron con talco, y lo cerraron con
fuerza por encima del ombligo. Allí fue cuando nuestro acosador terminó de
despabilarse y se percató lo que estaba sucediendo, pero estaba imposibilitado
de moverse.
Lo que siguió
después fue el maquillaje. Fue tan perfecto que parecía que estuviéramos viendo
a una mujer. Le colocaron una peluca de cabello ondulado y decorado con moños
rosas. Prosiguió la vestimenta: en este caso eran vestido rojo, con voladitos
en varios lugares y muchos otros detalles femeninos. El vestido era corto por
lo tanto quedaba al descubierto el pañal. El chico se resistía, a gritos exigía
explicaciones, pero ninguno de sus pedidos se respondía. Yo por mi parte estaba
extasiada, disfrutaba su sufrimiento y humillación.
-Les presentó a la nueva bebita, Isabela
–exclamó la doctora haciendo poner de pie a Franco, el cual estaba rojo de la
vergüenza, aunque a esa altura roja.
-¿Qué es todo
esto? –inquirió él.
-Bienvenido a
la academia sissy baby. Durante toda tu vida te comportaste como un macho
tonto, así que aquí te feminizaremos y además vivirás como un bebé.
-¡¿Queeeeeeeeeeé?!
¡De ninguna manera! –gritó y comenzó a tironear de su ropa para quitársela.
-Un bebé
caprichoso ¿eh? No sos el primero que tenemos.
La mujer hizo
una leve seña con su mano y dos hombres ingresaron a la habitación, tomaron a
Isabela de los brazos y a la fuerza lo pusieron boca abajo sobre el regazo de
la doctora que se había sentado. Le subieron la pollera del vestido y lo
nalgueó, tanto y tan fuerte que lo hizo llorar y jurar que haría caso en todo
lo que se le ordenara.
Mientras aun
lloraba a la “bebita” le colocaron un chupete rosa en la boca.
-Ahora, mi
hermosa niña, quiero que aprendes a usar los pañales –exclamó la doctora -.
Quiero que hagas popo en tus pañales.
Tal orden fue demasiada
para la bebé que una vez más se negó.
La doctora sin
darle importancia hizo una leve seña y nuevamente dos hombres ingresaron.
Colocaron a Isabela de rodillas y le introdujeron un tubito en su colita que terminaba
en una enorme enema. Mientras todo el contenido se vaciaba dentro del cuerpo de
la bebita, esta era retenida.
Finalizado no
hubo que esperar más que un minuto para que el producto haga efecto. El pañal
de se llenó de popo. Incluso nosotras estando detrás del vidrio pudimos sentir
el terrible olor que el pañal despedía.
Isabela exhausta
se desplomó en el suelo, allí vimos como el popo chorreaba por los costados del
pañal. Para más humillación la doctora le dio unas cuantas nalgueadas más al
pañal, lo que hizo que el popo se desparramara más y se aplastara.
-Y esto recién
comienza, bebita –le aseguró.
Aquí concluye
la primera parte de este cuento que decidimos dividir en dos. En el mes de Diciembre
tendremos la conclusión y será la forma de despedirnos por este año. Nos veos
prontito!!!