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martes, 15 de mayo de 2018

Amigos volvimos. En este caso no es un cuento sino uno de los capítulo del libro "el instituto AB" que les regalamos. Les recordamos, que si desean adquirirlo en formato físico, lo pueden hacer siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Les rogamos se hagan seguidores de la página para poder seguir creciendo. Dicho esto es momento de arrancar. Ahora sí a leer, disfrutar y comentar.



Capítulo 3

EL PRINCIPIO DE TODO

Sola en la habitación y sin resistir la imagen que me devolvía el espejo arrojé el chupete que tenía en la boca. Aún no la toleraba, así que empecé a gritar y a maldecir. Finalmente me deshice del peinado infantil que me habían hecho y me arranqué el horrible vestido rosa.
Me quedé solo con el pañal, volví a mirarme en el espejo. Seguía sin agradarme lo que veía. No quería quedarme desnuda, pero tampoco quería seguir vistiendo un pañal de bebés, así que luego de dudarlo unos segundos me lo quité y lo arrojé bien lejos.
Estaba agitada, confundida. Sin saber que más hacer me coloqué en cuclillas y comencé a llorar, y así estuve un buen rato, hasta que la doctora volvió a entrar.
-¿Lloras? Bien, eso es bueno. Es algo típico de un bebé, vas avanzando.
-¡¡¡No soy un bebé!!! –grité poniéndome de pie enfurecida y sin importarme mostrar la desnudez de mi cuerpo.
-Pero lo serás, ya te lo dije –respondió sin alterarse ante mi actitud o mi imagen -.Se obediente y colócate la ropa de nuevo –exclamó mientras escribía algo en una carpeta.
-¡Ni loca!
-No voy a repetirlo ¡hazlo! –levantó la mirada y me fulminó con sus ojos oscuros.
-¡NO!
-Sera como quieras, quieres andar desnuda por todas lados como si fueras un animal hazlo, pero serás tratada como tal.
Hizo una leve señal con la mano y los dos hombres que antes había visto, ingresaron. Me tomaron por la fuerza y me arrastraron hasta la doctora, desde luego que me resistí, pero mi fuerza con doce años y un cuerpo menudo no era competencia para dos gorilas.
Me pusieron sobre el regazo de la mujer que estaba sentada en una silla y mientras me sostenían de las manos y los pies, ella me azotaba en la cola, tan fuerte que me fue imposible no llorar.
-¡Eres una mala bebé! ¡Mala bebé! –repetía una y otra vez.
No estoy segura de cuanto duró el castigo. Lo que sí sé que es que mi cola ardía de dolor, y que ya al final no tenía lágrimas para soltar pese a que lo deseaba.
Cuando la  mujer se detuvo pensé que ya todo había terminado, pero estaba equivocada. Me volvieron a colocar el pañal y luego me pusieron un collar de perro en el cuello y con una correa me arrastraron hasta una jaula, a la cual solo se podía ingresar a gatas. Era realmente diminuta, no podía ponerme en pie, ni hablar de tener espacio para estirar los pies o los brazos.
Nuevamente maldije a los gritos, luego con una voz apenas audible, y por último supliqué con lágrimas en los ojos. La doctora se acercó y me observó con una sonrisa cínica, se colocó en cuclillas y me puso el chupete en la boca.
Lo hubiera arrojado, hubiera vuelto a maldecir a los gritos, pero ya no tenía fuerzas estaba exhausta y dolorida, por lo tanto solo me recosté como pude, llorando, con el chupete y el pañal.

*  *  *

De alguna forma había logrado conciliar el sueño aunque no estoy segura cuanto es que dormí. Cuando desperté estaba sedienta, hambrienta y dolorida. Moví un poco mi entumecido cuerpo, el pañal hacia un ruido similar a una bolsa de plástico.
Volví suplicar por mi liberación. Fue entonces que apareció la doctora otra vez luciendo su sonrisa cínica.
-Por favor –balbuceé.
-¿Estas lista para hacer caso? –asentí con la cabeza abatida -¿Tienes hambre?
-Sí.
-Bien.
Salió de la habitación y a los pocos minutos ingresó Mónica, sin mediar palabras pero siempre con una actitud maternal y de dulzura. Se sentó a mi lado y paso a través de los barrotes una mamadera llena de leche y me la ofreció. Estaba a punto de gritar de furia otra vez, pero como dije ya no tenía fuerzas y moría de sed. Así que solo puse mi boca en la mamadera y empecé a succionar y tragar el contenido.
La terminé en cuestión de minutos debido al hambre que tenía. Mónica se levantó y se marchó.
-Buena bebita –dijo antes de salir.
Al poco tiempo y estando sola, sentí como mi vejiga hacia presión para liberar toda la orina que tenía acumulada. Me resistí, no quería hacerlo. Pero finalmente la presión fue más fuerte y en un instante de flaqueza liberé todo mi pipi, en segundos el pañal se puso húmedo y pesado.
Lloré con el chupete en la boca, lloré angustiada porque había perdido la segunda batalla en esta guerra.


miércoles, 9 de mayo de 2018

Amigos el nuevo mini cuento. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato físico siguiendo este enlace: https://www.createspace.com/6381234. Les rogamos se hagan seguidores de la página para poder seguir creciendo. Dicho esto es momento de arrancar. Ahora sí a leer, disfrutar y comentar.