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jueves, 3 de agosto de 2017



Amigos un nuevo cuento. Les recordamos, que pueden adquirir su libro el Instituto AB en formato físico siguiendo este enlace: Sin más, les dejo el nuevo cuento a leer, disfrutar y comentar.


Hoy les voy a compartir mi historia, sé que muchos no me creerán pero les juro que todo cuanto relato fue real. Primero debería presentarme me llamo Pablo y tengo 17 años. Pero tengo un problema, soy muy bajo para mi edad (no un enano), muy delgado y de cara con rasgos suaves. Por ello siempre me dan menos edad de la que realmente tengo, siempre me quitan cuatro o cinco años. Todo esto siempre ha sido un trauma para mí, y desde aquel suceso es peor aún.
Fue una mañana de martes bien temprano, ya no recuerdo a donde me dirigía, lo cierto es que cuando giré en una esquina me choqué de frente contra persona que venía corriendo. Al levantar la vista me sorprendí al ver que se trataba de un preadolescente, pero con un gran parecido físico a mí. Salvo por pequeñas diferencias diría que podríamos ser hermanos.
Sin mediar palabra el niño se levantó y siguió corriendo. Me quedé unos segundos viendo en la dirección que había tomado. Estaba a punto de tomar mi rumbo, pero una joven cercana a los 30 años me tomó del brazo y me llevó hacia ella.
-¡Aquí estas, ¿cómo vas a escapar así? Que sea la última vez! –exclamó molesta.
-¿Qué? creo que me estas confundiendo.
-Sí, claro. Vamos.
De un tirón me arrastro tras ella. A pesar de que le insistía en su error no parecía escucharme, y debido a mi tamaño no tenía dificultades en manipularme.
Llegamos hasta una grana casa y al ingresar descubrí que se trataba de una guardería. Muchas otras mujeres cuidaban de bebés y otros niños pequeños.
-A pesar de que tu edad sobrepasa el límite de la guardería, tu mamá insistió en que te aceptáramos puesto que no tiene otro lugar para dejarte mientras trabaja. Lo menos que podes hacer es comportarte bien- la mujer seguía regañándome.
Una vez más le expliqué que me confundía con otra persona pero hizo oídos sordos.
-Vamos a controlarte, bájate los pantalones.
-¿Qué?
-Tengo que controlarte los pañales, ¿lo sabes? -me dijo de forma más dulce.
-¿Pañales? ¿De qué pañales hablas?
La mujer se impacientó y de un tirón me dejó desnudó.
-Otra vez no dejaste que tu mamá te ponga pañales –exclamó mientras me miraba –Bien, vamos.
De un tirón me llevó a otra a habitación, estaba tan confundido y avergonzado que no me resistí. La mujer me recostó sobre  una mesa, desplegó y acomodó debajo de mí un gran pañal, me roció con talco y lo cerró por encima de mi ombligo. Al sentir su textura y lo abultado que era me sentí incomodó.
-Bueno volvamos con los demás.
Nuevamente de la mano me guio de regreso, se me dificultaba caminar y lo tenía que hacer con las piernas bien abiertas.
En la sala más grande me juntaron con los demás niños, de los cuales ninguno pasaba los tres años ¿se imaginan lo avergonzado que estaba? Y para colmo todas las cuidadoras estaban convencidas de que yo era un tal Tomás. A esas alturas no tenía dudas de que me confundían con el niño con el que me chocara.
Durante el lapso de media hora me obligaron a sentarme en el piso y en ronda con los demás niños y jugar con ellos. Nos pasábamos una pelota o las maestras cantaban y nosotros hacíamos tontos bailes.
Pasado ese tiempo oí que la joven que me arrastrara a ese lugar y otra, hablaban supuestamente de mí:
-¿Qué le pasa hoy a Tomás? Está distinto –le preguntó a mi tutora.
-No lo sé –pero se cómo cambiarle el humor.
Vino, entonces, por mí y una vez más tomándome de la mano con mucho amor y ternura me guio a otra sala. A esa alturas yo estaba entregado, por un lado era imposible convencerlas de que no era Tomás y por otro lado aquella mujer que me llevaba de un lado a otro era realmente muy bonita y comenzaba a disfrutar de su compañía, era rubia con flequillo y ojos cafés, de cuerpo esbelto y bien formado.
En una nueva habitación donde nos hallábamos solos, ella se sentó en un sofá y me miró con una sonrisa.
-Me parece que estas de mal humor, pero yo cual es la fórmula para mejorarlo –dijo con amor.
Se desprendió los botones de su camisa y luego hizo lo mismo con uno de los breteles del corpiño, dejando al aire uno de sus pechos y su pezón rosado.
-Ven –me invitó.
Como hipnotizado me acerqué, me recostó en su regazo y me ofreció su pecho, el cual dudé de aceptar.
-Dale –me alentó -.Si sé que a vos te gusta y a mí no me molesta.
Frente a tales palabras abrí mi boca y dejé entrar la totalidad de su pezón y comencé a succionar. No tardé en sentir un gusto dulzón. Aquella joven mujer producía leche y yo la estaba bebiendo.
Mientras seguía con mi succión, ella empleaba una mano para sostener mi cabeza y con la otra se apretaba el pecho para que siguiera saliendo la leche. Vaciado el pecho izquierdo continué con el derecho. Reconozco que la situación era muy extraña, pero aquello era lo mejor que me había pasado en la mañana, y tal vez lo mejor en el último tiempo.
-Te hice ruido la pancita –exclamó ella con dulzura mientras me tocaba el abdomen y yo continuaba con mi succión -¿Te duele? –no respondí nada –.Dale hace caca que yo te limpió.
Cualquier persona en mi lugar se hubiera negado, pero esa mujer y la situación me tenían hipnotizado, era como si de verdad fuera un bebé. Sin dudarlo empecé hacer fuerza y en segundos el pañal se volvió pesado. Un feo olor me delató.
Pero tal como mi cuidadora había dicho, preparó todo para el cambio. Me recostó sobre un cambiador plástico, me levantó las piernas con una mano y me limpió con cuidado con toallitas húmedas, y con mayor detenimiento en mi hoyito. Jamás las había sentido antes pero eran realmente geniales. Me roció del talco en mi colita y mis partecitas, y por último acomodó un pañal debajo de mi cola, me lo cruzó entre las piernas y lo cerró por encima de mi ombligo.
-Buen bebito –exclamó -¿Ves todo es más lindo y divertido cuando te comportas bien?
Asentí con la cabeza, casi me había olvidado que estaba en ese lugar por accidente y no por necesidad, pero empezaba a disfrutarlo.
De vuelta en la sala con los demás niños, jugué con ellos como si fuera uno más, sin importarme lo ridículo que era. De vez en cuando miraba a mi cuidadora y parecía satisfecha y feliz con mi nueva actitud. Un rato después siguió la siesta, a la cual accedí debido a que estaba muy cansado.
Me desperté al cabo de media hora y vi como una mujer cambiaba de pañal a uno de los bebés. Me miré y palpé el mío, estaba en perfectas condiciones. Pero un deseo enorme de aquella hermosa joven me cambie me embargaron. Me hice el dormido y poco a poco fui relajando mi vejiga hasta que liberé todo el pipi acumulado, en esta ocasión el pañal se puso también pesado pero de un color amarillento y con mucho olor a orina.
Tal como esperaba la mujer se me acercó y palpó el pañal, notando lo pesado que estaba. Me cambió frente a los demás niños, pero no me importó. Solo me dediqué q disfrutar la delicadeza de sus manos al asearme y la textura de los pañales que empezaban a agradarme. Una vez listo, otra idea cruzó por mi mente.
-¿Puedo… tomar más? –pregunté con timidez y señalando sus pechos.
-Claro, bebito –respondió con una hermosa sonrisa.
Una vez más nos encontramos solos, me colocó un babero, y me ofreció su pecho, y luego el otro. Bebí hasta saciarme.
Cerca de las tres de la tarde me dieron el dinero, que mi supuesta madre había dejado para que me tomara un taxi y me volviera a mi casa. La joven mujer, de la que jamás supe su nombre, me despidió con un dulce beso y me fui. Así fue como debido a mi tamaño y por un día me transformé en un tal Tomás y viví su vida como bebito. 


lunes, 24 de julio de 2017

A todos mis seguidores, les cuento que Facebook cerró mi cuenta y por ende la pagina de cuentos abdl se borró. Por ello muy pronto seguiremos publicando por aquí, en breve nos podremos al día on los cuentos ya publicado en la pagina y luego subiremos nuevos cuentos, hasta entonces un saludo

viernes, 6 de enero de 2017


Amigos el nuevo cuento, les recordamos que pueden visitar también nuestra página de Facebook: https://www.facebook.com/cuentosabdl donde encontraran más cuentos (los cuales iremos subiendo aquí) Si les interesa también pueden adquirir el libro “El instituto AB” en formato físico de tapa blanda a un precio muy bajo, visitando este enlace: https://www.createspace.com/6381234https://www.createspace.com/6381234https://www.createspace.com/6381234
Ahora a leer, disfrutar y comentar:

Mi babynovio y yo



Matías era AB desde que tenía memoria, y contaba con la suerte (que pocos tienen) de que sus padres lo sabían y lo aprobaban. Así que podía andar en pañales todo el día y hacer en ellos sus necesidades, con la única condición de que él mismo debía comprarlos y cambiárselos.

Pero además de ello Matías tenía otro secreto que no se animaba a contar a nadie, y es que estaba perdidamente enamorado de su amigo Iván. Lo cautivaba sus ojos color miel y su cabello castaño, además era muy dulce y valiente cuando la situación lo ameritaba. Había intentado muchas veces confesarle sus sentimientos pero algo hacía que volviera para atrás en su decisión.

Una noche meditaba sobre el asunto, como hacer para que él sepa de sus sentimientos y más aún que los compartiera. Sus pensamientos lo llevaron tan lejos que cuando se percató de la hora ya pasaba más de media noche.

Se miró el pañal, llevaba varias horas sin cambiárselo, estaba pesado y húmedo. A Matías le gustaba sentir la textura de los pañales en su piel y cuando estaban mojados o embarrados le encantaba tenerlos un buen rato más. Pero ya era tarde y ese pañal no aguataría toda la noche, así que lo arrojó al tacho de basura de su cuarto, desplegó uno sobre la cama, se arrojó talco y se lo colocó abrochándolo con fuerza sobre encima del ombligo. Se puso la pijama y se tomó unos minutos para ver como el abultado pañal sobresalía de su pantalón.

A la mañana siguiente cuando se despertó vio que tenía el pañal seco, pero con unas terrible ganas de hacer pipí, y como ya estaba acostumbrado a hacerlo solo se relajó y liberó lo acumulado en sus riñones. En cuestión de segundos el pañal se volvió pesado y amarillento. Matías disfrutó de esto, lo apretaba con sus manos haciendo que sonara como una bolsa de plástico.

Tuvo que interrumpir su placer diario puesto que se le hacía tarde para ir a la escuela. Se vistió normal, es decir sin pañal, y fue directo a la parada de colectivo.

En la escuela su día fue normal y rutinario. Poco le importaba lo que los maestros explicaban, solo tenía oídos y ojos para su amigo Iván. Muchas veces se sintió tentado a contarle de sus sentimientos pero una vez más el miedo se lo impedía.

Sobre el final de la mañana la profesora de historia les entregó una tarea de investigación a realizar con un compañero. Como era de esperarse Matías e Iván hicieron equipo.

 Matías estaba complacido de que podría compartir tiempo a solas con su gran amor.

Al arribar, el dueño de la casa se disculpó unos minutos y se dirigió a su habitación donde se puso un pañal nuevo, se aseguró de que no se notaran y volvió con su amigo. Terminaron el trabajo con rapidez y después se dedicaron a mirar televisión.

Matías observaba de vez en cuando de reojo a Iván, sentía como la necesidad de contarle sus sentimientos casi se le escapaba de la boca.

-Iván ¿puedo decirte algo? –le preguntó casi sin pensar.

-Claro  –lo miró fijo a los ojos y Matías sintió como le temblaban las piernas.

-Yo… vos… -se interrumpió.

-¿Qué?

-Vos… a mí –una vez más el miedo se apoderó de él.

-¿Qué pasa?

Dándose cuenta de que las palabras jamás saldrían de su boca se decidió a actuar y se arrojó sobre su amigo y le besó en la boca. Unos segundos después se separaron. Iván estaba rojo y petrificado.

-¡Lo siento! –se apresuró a decir Matías al ver que su amigo no reaccionaba –Yo no sé qué me paso.

-Yo si se –respondió al fin.

Con suavidad atrajo a su amigo a sus brazos y volvieron a fundirse en un beso, en esta ocasión más prolongado y apasionado.

-No sabía que te gustaba –exclamó Iván.

-Ni yo a vos –Matías aún seguía sorprendido pero con el corazón lleno de felicidad.

Los dos amigos, ahora convertidos en novios entablaron un vínculo muy fuerte y decidieron dedicarse a disfrutar de su naciente relación.

Dos semanas después Matías con un pañal súper cargado de pipi pensaba en su novio, cuando el timbre sonó. Era Iván.

-Parece que te llamé con la mente, justo pensaba en vos –fue el saludo de Matías.

-Y yo en vos.

Se besaron y pasaron todo el día juntos, tan bien la pasaron que Matías olvidó que llevaba pañales. En la habitación de éste, los novios se dedicaron a besarse y acariciarse. Hasta que intencionalmente Iván metió su mano dentro del pantalón de Matías y sintió algo similar a una bolsa de plástico.

-¿Qué… qué es eso? –preguntó alarmado.

-Nada, nada –mintió descaradamente -.Enseguida vuelvo.

Pero Iván no le dio tiempo de un tirón le bajó los pantalones y descubrió el secreto de su novio. Allí estaba de pie con un enorme pañal lleno de pis como si fuera un bebé. Iván quedó helado.

Matías no tuvo otra opción que contarle a su novio de su otra pasión, éste escuchó atento sin decir una palabra.

-Yo no sé qué decir –exclamó Iván cuando relato finalizó -.Pero si te hace feliz está bien por mí.

-¿En serio? ¡Gracias!

Iba a arrojarse para abrazarlo pero su novio lo detuvo con la mano.

-Te pediría que mientras estés conmigo vistas normal

-¿Qué? ¿Por qué? dijiste que no te molestaba

-Lo sé, pero es raro, y me incomoda.

-¿Quieres probar?

-¿Qué? ¡No!

-¿Qué pasa? ¿Temes que te guste?

-Sé que no me gusta.

-Entonces no hay nada de qué preocuparte.

-No voy a usar pañales, no soy un bebé.

-A mí me parece que si –bromeó.

-¡No soy un bebé!

-Eres un bebé hermoso –lo besó en el cuello -.Te encantará lo juro.

Iván se seguía negando, pero por las insistencias de su novio finalmente accedió.

-¿Qué tengo que hacer? –preguntó largando un gran soplido.

-Solo relajarte y dejarme a mí.

Lo acostó en su cama y poco a poco le fue sacando la ropa, cuando estuvo desnudo se tomó unos segundos para contemplarlo. Después acomodó un pañal debajo de su cola, le roció sus partecitas con talco y lo cerró con fuerza encima del ombligo. Por último lo ayudó a pararse y lo invitó a que camine un poco.

-Es incómodo.

-Es la idea, ¿ves? eres un lindo bebito.

-¡Que no soy un bebé!

-Bien, está bien. Quítatelo y ya.

-No dije que quisiera sacármelo.

-Entonces ¿te gusta?

-Bueno, comienza a sentirse rico.

Matías iluminó su cara con una gran sonrisa sus dos sueños se habían hecho realidad tenía la chico que amaba y disfrutaba de los pañales al igual que él. Pasaron la tarde juntos en pañales. Hasta que Iván hablo:

-Tengo que ir al baño.

-¿Para qué? ¿Tienes los pañales?

-No lo sé.

-Haz como yo.

Matías le mostró como se relajaba y soltaba todo el pipi, su pañal se volvió más abultado y amarillento.

-¿Ves? Es fácil.

-Es que yo tengo que hacer popo.

-Es más fácil aún, solo hace fuerza y déjalo salir. Te va a gustar.

No muy seguro Iván siguió el consejo de su novio. Sintió como la caca salía  de su cuerpo e iba a parar al pañal. Matías lo hizo sentar de un tirón y todo el popo se desparramó por su colita. Esa sensación le agradó y se quedó un buen rato así. Los novios aprovecharon que seguían solos y se dedicaron a besarse apasionadamente, uno con el pañal lleno de pis y el otro con el pañal lleno de popo.

Pasada una hora Matías acostó a su pareja en la cama y con gran ternura le cambió los pañales, previamente lo limpió con toallitas húmedas. Para merendar le acercó una mamadera llena de leche y él tomo una también. Ambos eran la imagen tierna de dos bebés.

Hacia la noche, el tiempo en que Iván tenía que irse se acercaba, pero el día había sido tan perfecto que ninguno de los dos quería que terminara. Por ello embarraron ambos sus pañales una última vez y posteriormente cada uno limpió al otro.

Matías estaba a punto de cambiarse pero su novio lo tomo por detrás y lo besó, así fue como ese día no solo disfrutaron de usar ambos pañales sino que también hicieron el amor por primera vez.

Desde aquel momento son inseparables, cuando están juntos son una pareja de novios maravillosa o si así lo quieren dos tiernos bebés.

martes, 27 de diciembre de 2016

Amigos se acercan las fiestas y desde cuentos ABDL les traemos una promoción desde el 28-11 hasta el 30-12-2016 pueden conseguir su libro El intituto AB en formato físico a tan sólo $5.50 dolares. Para adquirilo sigan el enlace a la pagina. Dale no te pierdas esta gran oportunidad!!!!!!!!!! https://www.createspace.com/6381234



viernes, 23 de diciembre de 2016


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La fiesta AB



Toda mi vida fui adult baby y a decir verdad me resultaba un poco vergonzoso admitir que todo lo que tenga que ver con bebés me agradaba. Que cuando me colocaba un pañal no podía evitar sentirme feliz y me era imposible no mojarlos y sobre todo embarrarlos. El sentir el popo desparramarse por toda mi cola y que haga el pañal más pesado para mí era único.

Pasaba muchas horas de mi vida recorriendo por la web con el fin de encontrar videos o imágenes. Hasta que un día en un foro encontré la invitación a una fiesta adult baby. Mi sorpresa aumentó al ver que se llevaría cabo en la misma ciudad en que vivía. Sin dudarlo me inscribí. Luego, debo reconocer que sentí un poco de miedo, pero si la fiesta era como lo imaginaba estaba a punto de cumplir uno de mis sueños más grandes.

Los días murieron con lentitud, pero finalmente llegó el día. Les dije a mis padres que dormiría en la casa de un amigo para tener la libertad de estar cuanto quisiese en la fiesta.

Me vestí y lleno de emoción, y también de temor, arribé al lugar pactado. Era una casa antigua, en la cual me recibió un chico no mucho más grande que yo.

-Claudio –se presentó.

-Matías –respondí.

Me invitó a pasar al living y en breves palabras me explicó en qué consistiría la fiesta, seríamos unos tres varones y le habían pagado a una mujer conocida para que se hiciera pasar durante el tiempo que durara la fiesta como una especie de niñera que nos atendiera como bebés. Al escuchar esas palabras mi corazón se aceleró, jamás pensé que viviría algo así.

Los minutos siguientes pasaron con lentitud hasta que llegó el tercer chico que participaría. De ahí en más los tres nos distrajimos hablando y conociéndonos un poco más.

Cerca de las cuatro de la tarde el timbre volvió a sonar y al abrir la puerta puede ver entrar a una mujer cercana a los cuarenta años, bella y rubia. Vestía como una mucama. Nos miró con detenimiento a cada uno y al fin sonrió de forma tierna.

-¡Pero que bebés más hermosos tengo hoy para cuidar! –exclamó.

Sin mediar más palabras, se me acercó, me tomó de la mano y me acostó en el suelo sobre un cambiador plástico que había colocado. Al sentir como me desabrochaba los pantalones me incorporé, pero con suavidad me empujó para atrás para que me recostara de nuevo.

-Tranquilo bebito –dijo.

Me terminó de sacar toda la ropa quedando por completo desnudo frente a unos desconocidos. Tenía los ojos cerrados de la vergüenza, pero los abría al oír un sonido que conocía muy bien. Ella estaba desplegando un pañal de adultos, lo colocó debajo de mi cola, me roció con talco y lo cerró con fuerzas por encima del ombligo. Después me vistió con un bodi de bebé de mi tamaño y para terminar me puso un chupete en la boca.

-Hermoso bebé –sonrió la mujer.

A continuación fue el turno de los demás y con la misma rapidez los vistió de bebés.

Una vez hecho esto sacó de un bolso un montón de juguetes, y nos los ofreció. Como si fuéramos unos bebés de verdad jugamos un buen rato. Cerca de media hora más tarde volvió a la sala con tres mamaderas. Tomando uno a la vez y haciéndolo recostar sobre su regazo nos dio de beber la leche tibia. Después nos alzó y nos dio ligeros golpecitos en la espalda para ayudarnos a eructar.

Con la panza bien llena siguió el juego, pero comencé a sentir unos fuertes retorcijones de panza, intenté controlarme pero estos eran cada vez más fuertes. Crucé las piernas, me tomé el abdomen y mil cosas más intenté para calmar mis ansias de hacer popo, pero nada daba efecto.

-No te resistas, la leche estaba llena de un fuerte laxante, bebito –me susurró la mujer al oído al ver como intentaba evitar tan penosa escena -.Me encantan los bebés llenos de popo.

Esas palabras fueron más que suficiente para que mi voluntad flaquera por unos segundos y todo el popo saliera disparado al pañal, sentí como éste se volvía súper pesado y pegajoso. La sala también se llenó de un horrible olor, pero pronto descubrí que no venía solo de mí sino también de los otros dos chicos. Por un lado a pesar de que me daba vergüenza la situación por el otro debo admitir que sentir todo el popo desparramarse por el pañal era único.

La niñera nos examinó a cada uno.

-¡Pero que bebés tan sucios!

Uno a uno nos fue recostando sobre el cambiador y nos quitó el pañal sucio, nos limpió con toallitas húmedas nuestras colitas y partecitas y nos volvió a poner un nuevo pañal.

Una hora transcurrió y salvo un poco de pipí mi pañal estaba en perfectas condiciones. Sin embargo mientras me entretenía con una pelota volví a sentir extraños movimientos en mi pancita. Sabía por la experiencia anterior que resistirme era en vano, así que solté todo el popo y seguí jugando como hace cualquier bebé a la espera de un nuevo cambio. A los pocos minutos la sala apestaba signo de que los tres habíamos embarrado nuestros pañales.

-¡Pero que bebés tan sucios, yo no voy a cambiarlos continuamente!

Para mi sorpresa la niñera se opuso a limpiarnos, no dije nada e intenté ocupar mi mente en otra cosa. Claudio fingió llorar para ver si de esa manera lograba un cambio de pañales pero lo unció que obtuvo fue unos cuantos golpes en la cola (lo cual imagino le desparramó más el popo) y un chupete en la boca para que deje de llorar. Media hora más tarde nuevos movimientos me alertaron de que se aproximaba más popo y ya sin resistencia lo dejé salir. Diez minutos más tarde de nuevo. Mi pañal apestaba, estaba lleno de popo, no solo por detrás sino también adelante, estaba súper pesado y el olor era intolerable, con el más ligero movimiento podía sentir el popo por todos lados

-Ahora si es hora de cambiaros –aseguró la mujer después de un rato -.Solo era un juego, como dije me encantan los bebés repletos de popo.

Dándose cuenta de lo sucio que estábamos nos dio una primera limpieza con toallitas húmedas y después nos llevó al baño. Nos puso a los tres en una bañera la cual estaba llena de agua tibia y juguetes.

Nos bañó con shampoo para bebés, y hecho esto obtuvimos nuevos pañales y ropa limpia.

Cerca de la noche, nos puso en sillitas altas, un babero a cada uno y nos dio de cenar papilla y una nueva mamadera.

Mientras cenábamos los tres nos volvimos a hacer popo, reconozco que a esa altura ya no sé si era por el laxante o por gusto de hacerlo. Aun así la mujer nos cambió una vez más más para luego llevarnos a un cuarto contiguo donde había tres cunas. Nos recostó allí y puso en funcionamiento de los móviles. Mientras ella se sentó en una silla desde donde nos leyó un cuento. Quizás fue la situación o quizás el cansancio después de tanta popo el caso es que me dormí enseguida.

A la mañana siguiente, mi pañal estaba cargado de popo otra vez, tal parece que dormido seguí largando. Pero nuestra niñera ya no estaba para limpiarnos, se había marchado durante la noche. Así que cada uno se aseó, se puso su propia ropa, y nos marchamos asegurando que debíamos repetir la fiesta, aquella fiesta en la que habíamos sido tratados como dulces bebés.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

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